Capítulo 3. mis hermanos

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Narra Leonardo:
Otro día si la joven Kunoichi.
Me levanto de mi cama, o si se le puede llamar cama. Ya que es una colchoneta en el piso, o como acá se le llama: tatami. Las costumbres que tiene Japón son algo extrañas, comparadas con las de Estados Unidos, claro.
Estuve cinco años en la ciudad de New York, pero al informarle a mi padre que mi abuelo había muerto y el terreno del Dojo se quedó sin un líder, mi padre nos transportó a Japón. No sé exactamente cómo le hizo ya que su aspecto no es como debería, puesto que el tiempo que estuvo en New York le cayó una sustancia verde gelatinosa llamada mutageno sobre su piel y lo convirtió en una enorme rata. Pero eso no le quieto su corazón puro y gentil.
La mañana es tranquila, no es como esperaba pero es buena, salgo de mi habitación y me encamino hacia la cocina donde se encuentra Splinter, nuestro padre.
— buenos días.
— buenos días, hijo. — contesta mientras pone una caja de pizza en la mesa — ¿dónde están tus hermanos?
— no lo sé — contesto apunto de tomar una rebanada de aquellas apetitosa pizza, pero mi padre me da un manotazo con su bastón y me dice.
— no comemos hasta que lleguen tus hermanos.
Yo solo ruedo los ojos mientras me sobo con mi otra mano la mano que recibió el golpe. Se lo que tengo que hacer si quiero comer rápido. Me levanto de mi cojín; sí, en Japón no son sillas si no cojines y la mesa es muy baja; demasiada a mi parecer, pero no puedo quejarme... Por una parte es bueno.
Al llegar a la habitación de mi primer hermano, Rafael, toco la puerta y pregunto.
— ¿ya estás despierto, puedo pasar?
Y sin esperar una repuesta, deslizó la puerta y me adentro a la habitación de mi hermano, el todavía, sigue profundamente dormir en el piso.
— Rafael, ya levántate. Tengo hambre y Splinter no me deja comer si no están ustedes.
Este solo suelta un quejido y se voltea hacia la derecha (lado contrario de donde se encontraba) tomado gran parte de su cobija y tapándose con está todo su cuerpo.
— no quiero.
— tienes que levantarte, tengo hambre. — digo mientras lo zarandeo un poco.
— por qué no vas a despertar a Mikey o a Donnie. — contesta aún con sueño.
Supongo que alberga la  esperanza de que lo deje dormir otro rato; pero esa esperanza no le llegara, ya que no me iré de aquí hasta que se levante.
Por tanto, me quedo aún lado de él sin decir una palabra, en espera de que me grite y no le quede otra opción más que pararse.
Como dije, Rafael al sentirse  observando y no tienes más remedio que levantarse, se sienta en su cama y se queda mirando me.
— me caes mal Leonardo — dice uno de mis hermanos menores, pone una mano en mi cara y sin previo aviso me empuja.
Caigo en medio de un pequeño escritorio y una mesa de centro. La caída me ha dolido, pero no me quejo así es mi hermano...
Observo como se para y se coloca su equipo de pelea, el cual consiste en: un cinturón café, dos Sais y su antifaz (rojo).
No se por qué motivo se pone su equipo, sabe que no podemos salir sin el traje metalizado, aparte que nunca se quita las vendas de las manos y los pies, algunas veces no lo entiendo. Y se queja de Mikey; el menor de todos.
Me levanto y salgo de aquel lugar en dirección a la habitación de Donatello, el tercero de la familia.
Deslizo la puerta y sin preguntar entro; me sorprendo al ver que mi hermano se encuentra leyendo sobre su cama.
No puedo creer que me haya hecho esperar por estar leyendo su libro... Tiene toda la tarde para leerlo, pero no, prefiere que me muera de hambre a dejar un momento su libro.
— es hora de desayunar Donnie — digo tratando de disimular mi estado de ánimo.
— claro, voy en un momento. — contesta sin despegar la vista del libro.
¡En un momento! No, ya espere demasiado.
Inhala, exhala. Me digo a mi mismo tratando de tranquilizarme y no golpear a Donatello.
— ok, te veo en la cocina — digo entre dientes.
Puedo ver cómo asiente con la cabeza sin dejar de leer su libro... ¡Y eso me enoja aún más! Para evitar enojarme más de lo que ya estoy, salgo de su habitación y me dirijo a la de Miguel Ángel. Espero que el sí obedezca mis órdenes y no como mis otros hermanos.
Aveces es cansado ser el líder de este equipo. Sí, así es, soy el líder de mis propios guerreros ninja. Y no piensen que sólo son mis hermanos, no, también dirijo a unos cuántos ninja humanos. Pero no es muy común ya que trabajó más con mis hermanos que con los hombres. Eso es lo que no me agrada, yo creo que a ningún líder le gustaría dirigir un grupo de ¡4 personas!, aunque mi padre dice que es para que me acostumbre a ser un líder y cuando me pase el mando como líder de todo el Clan, pueda liderar con sabiduría.
¿Creen que eso es cierto? No, jamás le obedecerían a un mutante, pero... Obedecen a mi padre, entonces tal vez tenga una oportunidad como un gran líder.
Un grito me saca de mis  pensamientos, por la voz, deduzco que es Mikey. Ese pequeño es todo un problema andante.
Observo a alguien correr a toda velocidad hacia mi persona, (Miguel Ángel) no se de donde salio ya que estoy parado frente a su habitación pero antes de que pueda deducir eso, me derriba, ocasionando que me caiga de espaldas, el pequeño se levanta y me ayuda a levantarme lo más rápido posible para posteriormente usar me como escudo. Me percato que Miguel Ángel se esconde de Rafael, supongo que debió haber hecho una de sus típicas bromas y ante ello no puedo hacer gran cosa.
— Leonardo ayuda — dice mientras se esconde atrás de mi en cuánto Rafael está más cerca.
— ¡quita te bobonardo! — grita Rafael.
Esta mojado, y por tanto puedo afirmar que fue una broma de Miguel Ángel.
Con la mirada busca al menor.
— en primera no me hables así, y en segunda no le pegaras a Mikey — contesto lo más pacifico que mi paciencia da.
Su vista se para de buscar y la fija en mi.
— bueno, pues si tu no te quitas lo haré yo — comenta el malhumorado mientras truena sus nudillos y su cuello.
— nadie golpeara a nadie... — ordena mi padre saliendo de la cocina.
Rafael y Miguel Ángel toman la postura correcta ante nuestro padre.
En ese momento llega Donatello, quien con intriga se acerca hacia la pelea para saber qué está ocurriendo.
Splinter se queda observándolos fijamente para después decir muy tranquilamente:
— ¿qué ha pasado aquí?
— Mikey ha puesto un balde de agua fría encima de la puerta del baño...
Splinter se que da mirando a Miguel Ángel, y por pena el pequeño baja la cabeza.
— sí, Sensei, puse un balde de agua fría sobre la puerta del baño.
Sensei sólo suspira y se queda cayado, lo más probable es que este pensando un castigo severo para Mikey.
— por tu acto poco prudente de hoy, no saldrás esta noche a patrullar — dice Splinter después de pensarlo un poco.
— hai, Sensei — acepta Miguel Ángel, y con la cabeza gacha se dirige a la cocina.
— bien, vamos a desayunar y después se irán a entrenar al bosque.
Todos obedecemos y nos encaminamos hacia la cocina.

Amor Imposible (Leonarai)© [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora