CAPÍTULO 4 ODIO QUE ME IGNOREN

21 0 0
                                    

Empezamos el verano y ,cómo no , se me iba a ocurrir llamar a mis amigas. Ninguna disponible. ¿Por qué narices me ignoran? ¿será por sus novios? O porque no me quieren ni mis padres...
Me tumbo en mi cama y sigo pensando, me empiezo a entristecer y digo
- ¡No! ¡No voy a caer! ¡Mamá me voy a pasear!
-¿Cómo que a pasear? ¿Te crees que puedes hacer lo que te de la gana?
-Pues mira, me tienes harta con tanto grito. Me voy y punto. Ya volveré.
Cerré la puerta de un portazo dejando los gritos de mi madre atrás. Hace muchísima calor más vale que me refugié en la sombra de un árbol en algún parque , pensé. Antes fui a por tabaco al gran bazar, donde me lo vendieron gustosamente. Para ellos dinero para mí droga.
Ví un parque con un gran árbol. Deposité mi cuerpo grasiento bajo el , saqué un cigarro y lo encendí. Me lo fumé despacio, disfrutando del poco aire fresco que corría en la sombra. Al acabarme el piti me quedé dormida profundamente. Al rato unos golpecitos en mi hombro hicieron que me despertase, sus ojos estaban muy cerca de los míos. Es Rubén. Me sonrojé y quedamos los dos en silencio, hasta que él inició una conversación.
-Hola chica del pelo rojo, o también llamada Julia. ¿Qué haces aquí?
-Hola Rubén, he dado un paseo, me he relajado con un cigarrillo, disfrutando del paisaje y me he quedado sopa. ¿Qué haces por aquí forastero?
Dije riendo.
-Pasaba por aquí y me encontré a la bella durmiente, aunque creo que me equivoqué y di con la sirenita pero sin cola.
-Que gracioso...
-¿Vienes a jugar al fútbol con los colegas?
-Claro, por qué no.
Estuve jugando al fútbol toda la tarde, me lo pasé en grande. Eran las diez de la noche y era hora de volver a casa aunque no me apetecía nada volver. Rubén me acompañó a casa.
-Tengo ocho llamadas perdidas de mi madre... Mi padre me va a matar...
-Ríete ahora y luego te acordarás del buen momento.
-Bueno eso haré...
-Gracias por acompañarme.
-Adiós
-Adiós
Subí temerosa las escaleras de mi edificio, ya sabía lo que me esperaba... Abrí la puerta de mi casa y todo fueron gritos. Corrí a mi cuarto y cerré la puerta.
-¡Ya verás cuando venga tu padre!
Lloraba a mares, la almohada estaba empapada de lágrimas, temor y sufrimiento.
Finalmente llegó mi padre y... Me pegó...
-¡Eres una maleducada y una malcriada!
Me estampaba contra la pared mientras me lo decía y me pegaba bofetadas. Yo lo aguantaba todo.
Luego era volver a llorar a mi cuarto pero allí estaba mi hermana pequeña, que me decía no te preocupes tata, yo te quiero.

LA CHICA DEL PELO ROJO {En proceso de corrección/actualización}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora