CAPÍTULO 8 MI QUERIDA TABLA DE EJERCICIO

14 0 0
                                    

Amanece el día con un sol radiante y una mañana un poco fresca. Estoy sentada en el borde de la ventana observando el cielo y los edificios de enfrente de mi ventana. ¿Qué le pasará a Rubén? Ayer no me contestó...
Mientras en casa del príncipe de la sirenita o también llamado Rubén...
-Piiii.
-¿Vaya ese es mi móvil?¿Qué hora es?
Observé mi teléfono y resultó ser Mérida, la alumna de intercambio que había venido a pasar unas semanas aquí cambiándose por Sofía. Esta chica está tremenda, ayer fue un día aburrido en casa de mi abuela, no pude salir pero al menos le hice compañía. ¿Qué querrá Ella? Abrí mi chat y leí los mensajes.
-Hola Rubén, me gustaría quedar contigo a solas hoy a la hora que quieras. Contesta cuando puedas.
Con qué quiere quedar... Estaría genial pero ¿Y Julia? No puedo engañarla. Quedaré con la estudiante de intercambio para decirle en persona que no puedo empezar una relación.
-Vale quedemos a las 17:00 a la entrada de la Rivera.
Me contestó al instante.
-De acuerdo, allí estaré.
Mientras tanto en casa de Julia...
Bueno ahora que ya he desayunado voy a empezar una tabla de ejercicio, más cuarenta y cinco minutos de resistencia. ¡Yo puedo con todo!
Y así fue comencé haciendo ejercicios en casa hasta que llegó la hora de salir a correr.
Bajé al rellano de mi casa calenté y empecé despacio pero concentrada en mi música y en llevar un buen ritmo.
Veía a la gente pasar por mi lado, en una de las personas que se hacían a un lado para que pasara vi su cara era preciosa, sus ojos marrones y su pelo corto. Yo le miraba y él a mí también.
¡Pumm!
O Dios... Que daño. Resulta que había un bordillo. Que mal he quedado...
-¿Estás bien?
-Si, no te preocupes...
-Me llamo Sergio.
-Yo Julia.
-Ven te ayudaré a curarte la herida.
¡Todo parecía como al principio con Rubén! ¿Cuántos hombres me tendrán que curar las heridas de torpeza que tengo?
Me ayudó a mantenerme en pie hasta que yo me pude valer por mí misma, (cuestión de segundos), entonces me propuso algo.
-¿Quieres subir a mi casa y te la curo?
-Pues...
-Tranquila soy inofensivo.
-De acuerdo.
Subimos a su casa y me sanó el golpe. Entonces empezamos a hablar olvidándome totalmente de Rubén por un rato.

LA CHICA DEL PELO ROJO {En proceso de corrección/actualización}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora