Indicios

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En una espaciosa habitación, con apenas un par de sillones y una mesita de centro, Vegeta barría energéticamente. Hacía ya tres meses que entrenaba en el planeta del gran Bills y cada día tenía que limpiar todo el lugar como parte de las condiciones que le permitían estar ahí.

Cuando terminó de barrer, se encaminó a la cocina para continuar con la limpieza, pero cuando entró encontró a Wiss.

El hombre de más de dos metros de altura, disfrutaba de un pequeño empaque de yoghurt de fresas que le había regalado Bulma, junto con otros postres, en su ultima vuelta a la tierra.

-Oh, señor Vegeta.- Dijo cuando hubo notado su presencia.- ¿Le gustaría comer uno de estos yoghurts? La verdad es que están deliciosos.- Ofreció mientras movía la cabeza alegremente.

-Gracias, pero no. Debo terminar con el aseo.- Hizo una pequeña reverencia e inició a limpiar en el lado contrario de la cocina, para evitar molestar a su maestro.

"Maestro", pensó repetidamente esa palabra. Aun no podía creer que estuviera recibiendo entrenamiento de alguien con el poder de un dios. El gran Vegeta estaba un paso más cerca de convertirse en el más poderoso, pensó. Y aun así, nunca había visto a su maestro utilizar su poder; el entrenamiento se había basado en levantamiento de pesas y mejora de la habilidad, pero lo había estado haciendo el solo, con ayuda de herramientas.

Imaginó que sería porque aun no tenía el nivel necesario para enfrentarse a Wiss, y se emocionó al pensar en lo que pasaría cuando lo tuviera. ¿Qué grandes habilidades mostraría en una pelea? ¿Qué sería capaz de hacer con ese cuerpo tan elegante? Seguro que aun sin mostrar todo su poder, sería impresionante verle.

-Parece estar disfrutando de sus pensamientos.-

El repentino habla de Wiss le asustó.

-¿Disculpe?-

-Justo ahora, sus ojos estaban llenos de emoción y no creo que sea por lavar trastos.- Wiss había terminado de comer y observaba a Vegeta mientras descansaba sus brazos sobre la barra alta que estaba al centro de la cocina.

-Yo... Solo pensaba que me gustaría empezar pronto con el entrenamiento de hoy.-

Le costaba trabajo contestarle, pues sentía que podía ver a travez de el. Seguro sería fácil para ese hombre el saber cuando le mentían, por lo que Vegeta siempre procuraba decir la verdad, dentro de lo que cabía.

-¿En serio? Es bueno ver que no pierde su entusiasmo con el paso del tiempo. Estaba en lo correcto al pensar que usted y Son Goku pueden llegar a un nivel mucho mayor.-

-Kakarotto...- Casi no había pensado en su rival desde que había llegado ahí, salvo cuando imaginaba como lograría vencerle de una vez y por todas al terminar su entrenamiento.

-¿Le extraña?- Preguntó Wiss, con mirada divertida.

-¿A quién?-

-A Son Goku, por supuesto.-

-Claro que no. Ese gusano seguro está perdiendo su tiempo sin entrenar como es debido.-

-Usted dedica mucho de su tiempo en preocuparse por el.-

-¡No es así! Es solo que si voy a ganarle, quiero que sea cuando ambos estemos en mejor forma.- Vegeta ahora observaba su puño con recelo.

Tantas veces había quedado demostrado que Kakarotto era más fuerte que el, que ahora no podía evitar sentir cierto rencor hacia sí mismo por no poder mejorar más rápido. Pero ahora será diferente, pensó, ahora le demostraré quien es el gran Vegeta.

-¡Ah, ahí está de nuevo esa mirada tan llena de emoción!- Exclamó Wiss, con cierto orgullo ante su propia percepsión.- Usted, señor Vegeta, es una de las personas con el mayor deseo de poder que he visto en mi existencia.- Agregó, recargando su barbilla en su mano derecha.

-Imagino que otro será el señor Bills.-

-Ciertamente, y en ese aspecto se parecen mucho. Buscar el poder solo con la meta de demostrar que son los mejores.- Comentó, dejando salir una risa ligera.

-¿Y tu? Si ya tienes el poder, ¿qué es lo que buscas?- Cuestionó Vegeta, olvidando todo formalismo.

Si había algo que le molestaba en ese momento, era el no saber las intenciones de su adversario, o en este caso, de su maestro.

-Yo estoy aquí para servir al dios de la destrucción, no requiero de más objetivos; aun que me encanta probar platillos nuevos, si eso cuenta.- Contestó sonriendo.

A Vegeta le fastidiaba que una persona tan despreocupada fuera el ser más poderoso del que sabia, pero era incapaz de decir algo al respecto. A decir verdad, estaba constantemente tentado a provocarlo, con tal de verlo cambiar de actitud.

-Excitante, ¿no es cierto?- Preguntó Wiss, y al ver que Vegeta no comprendía, continuó. -El poseer todo ese poder debe ser realmente excitante para ustedes, deseosos de pelear sin restricciones y poder sentirse bien.-

Se levantó de su asiento y avanzó hacía Vegeta, emanando un aura de superioridad.

-Seguro que lo que más desea en este momento es liberar todo su poder contra mi, pero sabe que no tendría ninguna posibilidad.- Prosiguió cuando estuvo a escasos centímetros del otro.

Vegeta se había paralizado y solo podía observar la cara de Wiss, que quedaba muy por encima de el. La posición empezaba a cansarle, pues tenía que mantener el cuello hacía atras para poder verle.

Notandó esto, Wiss se agachó un poco, recargando una mano en la barra detras de Vegeta y acercó su cara hasta quedar mas a su nivel.

-¿Quiére que se lo muestre? Todo mi poder...- Le susurró cerca de la oreja, provocando que las piernas de Vegeta flaquearan y terminara apoyandose contra la misma barra.

Pasaron algunos segundos donde parecía que el aire se había congelado y el joven príncipe no alcanzaba a entender lo que pasaba. Aunque le costaba reconocerlo, estaba aterrorizado, más de lo que había sentido con Bills.

-Ah...- Intentaba hablar, aunque no había pensado siquiera en que decir; era lo que quedaba de su orgullo lo que le hacía abrir la boca.

-No necesita forzarse, señor Vegeta, al fin y al cabo, no hay razones verdaderas para que nos enfrentemos de tal manera.- Sonrió de nuevo, enderezandose y regresando a donde había estado sentado antes. -Su mejoría es evidente, pero aun tiene un largo camino por recorrer.- Agarró el empaque vacío de yoghurt y lo llevo hasta el bote de basura.

Vegeta observó como avanzaba hacía la puerta. En cuanto saliera de la habitación, el podría relajarse, pero justo antes de salir, Wiss volvió a dirigirle la mirada.

-Por cierto, - Dijo con voz dulce.- ese delantal se le ve muy bien.- Sonrió y desapareció tras el arco de la puerta.

Pasaron los minutos, o lo que podrían haber sido horas, sin que Vegeta se moviera. ¿Cómo era posible que alguien cambiara de actitud así sin más? Eso le asustaba más que su poder.

Cuando se tranquilizó, se arrancó el delantal de un solo movimiento y lo arrojó a un rincón. Perturbado por todas las ideas que habían surcado su cabeza en tan poco tiempo, se enjuagó la cara y trató de continuar con sus quehaceres; pero constantemente volvía pensar en ello, en esa sensación que le causó, la emoción conbinada con terror.

Sentía alívio de que la situación pasara sin nada más grave, pero al mismo tiempo, había un anhelo de volverse a sentir acorralado.

Esto no tenía sentido alguno para el. ¿Cómo era posible que el gran Vegeta quisiera ser controlado de esa manera? ¿Acaso era este el efecto que causaba el enfrentarse a un dios?

-Alguna especie de devoción...- Susurró para sí. -Eso debe ser.-

Conforme con su conclusión, continuó con sus labores hasta que hubo terminado en la cocina. Antes de salir, recogió el delantal y lo observó un momento antes de ponerselo.

-Solo es un uniforme...- Dijo tratando de convencerse y salió de la cocina.

Fin...

Luces bien en rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora