Agridulce

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Como todos los días, Vegeta hacía limpieza en la mansión antes de entrenar. Mientras acomodaba algunas cosas en el jardín, recapitulaba todos sus entrenamientos hasta entonces: levantamiento de pesas, estabilidad de la energía, carreras contra el tiempo, y demás.

Agotaba cada gota de energía a diario con tal de cumplir con los ejercicios que le eran impuestos, pero aun así, se sentía insatisfecho por no poder aumentar su nivel más rápido.

"Seguro Kakarroto habría logrado mejorar en menos tiempo." Se sorprendía pensando aveces, cuando su energía se agotaba; de inmediato se reprendía asegurando que solo requería de más esfuerzo.

Estaba limpiando una de las estatuillas, cuando notó que su maestro se acercaba.

-Trabajando duro, como siempre, señor Vegeta.- Le saludó Wiss sonriendo.

-Buenas tardes.- Vegeta hizo una reverencia.

-Acabo de regresar de visitar a la señorita Bulma, y he traído conmigo unos platillos. ¿Le gustaría descansar y compartirlos conmigo?-

-Yo... Aun debo terminar con el jardín antes de la comida...- Se excusó ante la sorpresa de ser invitado por primera vez.

-Pero el jardín no irá a ninguna parte, y la comida se enfriará. Vamos.- Le insistió, al momento en que se daba la vuelta y avanzaba con rumbo a la mansión.

Sin otra opción más que acceder, Vegeta caminó detrás del otro.

Entraron al comedor, donde los esperaban un par de platos servidos con carne, verduras y arroz, acompañados de una salsa anaranjada.

-¿Agridulce?- Preguntó extrañado al ver el platillo.

-Imagino que usted ya lo habrá probado en otras ocasiones.-

-Si, a Bulma le gusta.-

-¿Y a usted le gusta?-

-Si, sabe bien.-

Vegeta se contenía al contestar, pues en realidad le encantaba el sabor del agridulce, como muchas comidas de la tierra.

Ambos tomaron asiento en uno de los extremos de la alargada mesa y empezaron a comer. El príncipe entonces fue consciente de que estaba muy hambriento y olvidó todos los modales que había mantenido hasta entonces.

Wiss a cambio, comía tranquilamente, intercalando pequeños sorbos de su taza de té. Observando discretamente como el otro devoraba todo de su plato, le parecía extraño y divertido lo mucho que ese saiyajin se parecida a su señor; un par de egocéntricos, amantes del poder, agresivos y con una pésima personalidad. La única gran diferencia a los ojos de Wiss, era que la seguridad del señor Vegeta se hacía añicos ante un oponente más fuerte, pero lo remendaba con renovadas ganas de superarse.

"Y yo me encargaré de aprovecharlo completamente." Pensó para sí, con una sonrisa fría.

A Vegeta no le pasó por alto ese pequeño gesto y sintió que se le helaba la sangre al verlo. Sabia que había visto esa sonrisa antes, pero algo le decía que no debía recordar cuando fue; para su desgracia, recordó ese día en la cocina dos semanas antes.

Sintió como se le atoraba la comida y se apresuró a beber todo el contenido de su taza.

-¿Se encuentra bien?- Le preguntó Wiss con un tono más divertido que preocupado. -Comer tan agresivamente hasta el punto de atragantarse, en verdad se parece al señor Bills.-

Después de decir eso, el asistente casi pudo escuchar una réplica de su señor sobre como el tenía mejores modales en la mesa.

-¿Parecernos? ¿Cómo?- Cuestionó Vegeta con pequeñas lagrimas en los ojos.

Luces bien en rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora