Capítulo 10: La calma después de la Tormenta... ¿Nueva integrante?

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(POV Leysha)

Aquella noche fue... simplemente increíble, mágica quizás; pero como todo lo bueno, eso siempre acaba...

Hoy es el día... hoy es la maldita batalla. Los minutos y segundos pasan tan rápido... aun no le cuento a Edward una parte de mi, de mi gente, de donde nacieron realmente los Lubgaru, el cómo se formaron...

Quizás... ya sea hora de hacer.

- ¿Te sucede algo? – me saca de mis pensamientos justamente mi persona favorita.

- Nada nuevo Eddy – le contesto. Ciertamente eh bloqueado mi mente.

- La cara que tenías antes decía todo lo contrario – me dice, mientras ya llegamos al claro en donde se daría la batalla final.

- Por su puesto ese bicho-rastrero-imán-de-los-mil-y-un-problemas indeseados debería de estar aquí y morir como es debido – suspira resignado. No es del todo mentira lo que le digo.

- Sin duda ¿Qué hare contigo? – vuelve a suspirar llevando su mano a la nuca.

- Cariño, a las lobas no se les entiende se les quiere – le digo besándole la mejilla.

- Es aun más problemático – se queja de forma falsa dando un gemidito como una queja.

Nuestra conversación pareció bajar la tención en los demás Cullen, quienes rieron un poco.

- ¿Trajiste la ropa de la alimaña? – le pregunto y me enseña un pequeño bolso con las cosas – Waah que lindo novio tengo – digo con una voz melosa, volviendo hacer reír a los demás y a él por supuesto.

- Llegaron – dice Edward viendo entre la maleza donde están los lobitos.

- Bien – empiezo a quitarme la ropa, pasándosela a Eddy que rueda los ojos murmurando: tan desvergonzada como siemprecariño no es nada de lo que no hayas visto – le pico un poco.

Él pone esa cara de "enojo" que más bien es bochorno; saco con repulsión la ropa de la alimaña esa y con ganas de vomitar me la pongo, los quileutes, los Cullen y Eddy se ríen de mi refunfuño por ponerme la ropa.

¡¿Por qué tengo que ponérmela?! ¡¿No puede Edward simplemente llevársela y ya?!

- Ya te lo explique, y no lo volveré a repetir – me dice cargándome como a una princesa.

- Lo dejare pasar por esta vez – le digo haciendo puchero y rodeando su cuello con mis brazos.

- Yes my Lady – me dice él con esa sonrisa, que él jura y re-jura que no es coqueta.

- Manipulador tramposo – digo en el momento en que empieza a correr.

- Mira quién habla – le saco la lengua y se ríe.

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La blanca y espesa nieve cubre toda la montaña; es de esperarse, después de aquella tormenta en la noche.

Este lugar me hace acordarme una vez que viaje con mi familia, cuando era más pequeña; fuimos a polo sur a ver una manada de Lubgaru aislados en esas tierras frías y olvidadas. Me acuclille para recoger un puñado de nieve entre mis manos.

Una Loba para Un VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora