Parte 6

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Deseaba verlo sufrir, implorando de dolor por una muerte rápida. Más no deseaba arrancarle la vida, al menos no la física. Quería verlo en su misma situación, agonizando de eterno sufrimiento, que lo mantuviera vivo por lo agudo de su naturaleza.

Quería que todos vieran lo que le presenció aquella noche, la forma de su verdadero ser; pero no sabía cómo lograr esa parte. Anhelaba que todos conocieran lo falto de hombría y caballerosidad, que lo caracterizaba. Quería herirlo, en su ser, su ego y su ánimo. Con un cuchillo de doble filo, bastaría para lo primero. Debía asegurarse de que Nobri viera su rostro.

Debía cuidar y buscar un lugar para que se iluminara con luz en el ángulo correcto, ser reconocido sólo por él, por nadie más.

Tenía que conocer la casa, con exactitud saber, cómo había quedado después de las restauraciones, mas sabía qué lugar sería perfecto.

Aún existía ese pedazo oscuro, debajo de lo que años atrás sirvió como escalera, era preciso, podría esconderse, y a la luz de la luna llena, acometer a su víctima.

Qué más bien, actuaba con todos como victimario. Fijó el día más cercano en que la luna estaría en su plenitud. El cuchillo, no sabía dónde lo conseguiría para no verse involucrado. No podría mandar a alguien, no debían existir testigos de su acto. Ni debían existir datos escritos.

Llegó a un punto muerto, tendría que improvisar, robaría uno de su cocina. Permanecería escondido hasta la noche, esperaría. Atraería a su víctima con alguna distracción, lo tomaría de la mano derecha, para obligarlo a tomar el arma, sacada de su propia casa.

Con movimiento veloz o brusco, lo obligaría a encajárselo en el hombro izquierdo, luego en la pierna derecha, y por último en el abdomen.

Ese punto final, debía ser estudiado bien. Había hecho esquemas, dibujos y practicado varios días, para dar en el punto exacto. El punto para dañarlo e impedir que pidiera ayuda, el preciso lugar para no matarlo. Lo miraría agudamente, se aseguraría de que su completo rostro fuera visto por Nobri, que supiera que fue él, y huir.

El crimen perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora