Parte 8

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Tendría que haberlo meditado más, para no entrar en arrepentimientos. No lo haría ya, tomarías sus abundantes notas de su crimen perfecto...las quemaría, allá, lejos.

Prende fuego, lo mira una vez más como alguien que mira un anhelo. Se imagina la bodega en llamas, se deleita imaginando a Nobri detrás suyo...

...herido, viendo destrucción de lo único real que posee, dinero, le pesa más que su vida, que se le hace sangre en sus manos.

Zirem, mientras ve la imagen irreal, hace un movimiento, sin darse cuenta, estira su mano, tomas las notas...las arroja al fuego.

De pronto, percibe un terrible aroma cerca, a hierro, que le paraliza las emociones. No puede moverse, alguien tiene su rodilla en la espalda, sus manos inmovilizadas por detrás.

Recuerda, esa sería la posición que debía hacer con él, observa con pánico las notas en su memoria, ese alguien las leería, lo acusarían...todo terminaría.

Siente un trapo húmedo en su rostro, no puede respirar, intentan asfixiarlo, desaparecerlo; es su pago, su merecido castigo por desear el mal a otro. Lo aceptaría, pues no habría otra salida, se desvanecería sin fuerza, se perdería en el sueño de la muerte.

Respira profundo, como despidiéndose de toda noción, no recuerda nada por mucho tiempo, luego oye voces que se funden con otros ruidos que no conoce.

Le duelen los labios, la espalda, el brazo izquierdo, y la mente de pensar en aquellas quemadas notas. Ya ha pasado un día después de la noche marcada en su calendario de crueldad.

Piensa que todo escrito se hizo cenizas, espera con ansias que eso haya pasado. Observa con unos ojos cansados de dormir, que le duelen al ver la luz, está en una cama, no es su casa, ve gente de blanco caminar de un lado a otro.

Estará en un manicomio, no tampoco parece eso. Se acercan unas personas uniformadas, de un color tan azul que resalta entre lo blanco del lugar.

¿Médicos?-No policías-se responde a sí mismo, Zirem en voz baja...sólo eso faltaba. Llegan a su cama, ahora comprende que está en un hospital de la ciudad, le hablan, le explican tantas cosas que no presta atención....está cansado.

No sabe cómo responder, el color rojo de la línea en el pantalón azul oscuro lo distrae a cada momento. Se detiene su pensamiento, cuando oye aquel nombre Nobri. -¿Disculpe?-pregunta sin saber en qué parte de la conversación estaban.

Nobri fue atacado, si aquella noche, marcada en su calendario, presta atención, y con el terror más grande escucha con exactitud, los pasos en sus notas quemadas.

Será un error pensó, o una trampa que ellos le quieren tender, para que se inculpe, no habla de las notas, ni de su plan. No...eso sería declararse culpable.

Los mira inquietante, suspira, no sabe qué decir...de pronto la línea roja lo vuelve a distraer, se ve bien, elegante, les da un porte de imponencia.


El crimen perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora