Caminamos por los pasillos de la escuela, y la actitud de Catherine había cambiado, ahora parecía entusiasmada, había tomado confianza demasiado rápido. Visitamos distintas partes de la institución hasta que la campana sonó. La primera clase estaba dedicada a hacer actividades físicas, pero no contaba con el uniforme correcto, así decidí no asistir a esa clase, no quería observar como los demás entrenaban desde lo lejos de una banca, además que no me dejarían entrar al gimnasio.
—¿Entraras a clase? —Pregunto Rex.
—No, ¿puedes avisarle al maestro? —Hice un puchero.
—¿Podrías hacer lo mismo por mí?, por favor —Dijo Catherine. Le habían otorgado un permiso para no asistir a esa clase, ya que era peligroso que practicara algún deporte con los zapatos que traía.
—Esta bien —Se fue.
—¿Te apetece ir al salón? —Pregunte a mi única compañía ahí.
—Sí, claro.
(...)
Para distraernos y pasar el tiempo nos pusimos a conversar.
—¿De dónde eres? —Pregunté.
—De Canadá.
—¡¿En serio?! —Dije exaltada.
—Sí, mi padre fue asignado para trabajar aquí, así que nos mudamos... Pero no soy tan interesante, así que cuéntame de tu vida. —Me miró un tanto interesada.
—¿Qué quieres saber? —Sonreí.
—¿En serio esa chica se llama Rex? —Reímos.
—No, ella en realidad se llama Cristina, pero no le gusta ese nombre. Por cierto, no le digas que te lo dije. —Sonreí, pero instantáneamente mi sonrisa de borro.
—¿Por qué no le gusta su nombre? —Preguntó interesada.
—Yo... No lo sé, desde que su padre murió por culpa del cáncer, odia ese nombre. —Respondí un poco inquietante.
—¡Oh!... Lo siento. —Dijo apenada.
—No importa.
Hubo un silencio muy incómodo en ese entonces, nadie sabía que decir y eso me incomodaba aún más. Así pasaron cada uno de los minutos restantes, por suerte no fueron muchos. La campana sonó nuevamente, me salvo de más momentos incómodos. Rex llegó en un instante, lo cual me alegro, ella me salvaría de más momentos así.
—¿Qué pasa? —Dijo Rex mientras entraba por la puerta.
—Nada interesante, ¿qué tal la clase sin mí? —Pregunté levantándome de mi asiento.
—Más aburrida de lo usual. —Comentó apoyándose de mí.
Entró al aula el profesor de química, una de mis peores materias, por lo que me aburría con mayor facilidad de lo normal. Cuando estábamos a la mitad de la clase empezó un viento muy fuerte, movía los árboles de un lado a otro, pareciendo que sus hojas se caerían en cualquier momento. Ese clima me recordó a mi infancia junto a Rex, ella venía a casa para tomar un chocolate caliente. Ambas somos vecinas, nos conocemos desde que tenemos un año, nadie podía ganarle el puesto de mejor amiga. Después de tomar el chocolate, esperábamos a que lloviera, nos poníamos los impermeables, salíamos a la calle tomadas de la mano y corríamos por todos lados, brincando por los charcos. Sin darme cuenta me perdí en muchos recuerdos, e incluso perdí la noción del tiempo... Hasta que sentí a alguien moviéndome y hablándome.
—¿Qué pasa? —Pregunté un poco confundida.
—Hora de almorzar. —Respondió Rex burlándose.
—¡Ah! sí claro. Catherine, ¿quieres venir? —Pregunté levantándome de mi asiento.
—Por supuesto. —Respondió con una gran sonrisa.
Caminamos hacia los comedores que estaban en el patio trasero de la escuela. Catherine se dirigió a comprar su almuerzo y junto con Rex nos quedamos esperando recargadas de la pared. Y de la nada... Sentí agua caer sobre mí, empapándome por completo. Rex y yo miramos hacia arriba, queríamos ver a los responsables. Pudimos observar a los chicos que habían tirado el agua con una cubeta, eran los típicos chicos que intentaban llamar la atención burlándose de los demás.
—¡¿Qué les pasa?! ¡Idiotas! —Gritó Rex muy molesta.
Ellos salieron corriendo. Estaba empapada, hacia frío, empecé a temblar gracias al helado aire de esa época, Rex al verme se quitó su chaqueta y me la dio.
—Vamos a tú casillero, tienes ropa de repuesto ¿no? —Dudo de mí.
—Eso espero. —Caminamos hasta mi casillero.
La institución otorgaba permiso para poder portar ropa casual después de actividades físicas, así que al menos ya no tendría más problemas por mi imagen. Cuando abrí mi casillero, mi surte siguió reinando: no tenía ropa.
—No me queda ropa aquí. —Dije con un poco de vergüenza.
—Eres jugadora de fútbol ¿y no tienes ropa en tu casillero? Incluso yo tengo de repuesto después de que me hicieron lo mismo hace un año.—Me tomo del brazo y me llevo hacia su casillero, el cual estaba justo en frente del mio.
—Aquí tienes. —Dijo mientras ponía ropa en mis brazos.
—Me cambiare en los baños. —Caminamos hasta ellos, y entre al primero que se desocupó.
La ropa que me había dado era una camisa de cuadros azul, unos jeans, unos calzoncillos limpios... espero, y un sujetador. Me los puse lo más rápido que pude y salí, me veía muy varonilmente pero sabia que era la ropa de Rex, y de cierta manera sabia que su estilo de vestir era bueno. Cuando salí de la taquilla del baño, Rex no dejaba de mirarme sorprendida ¿En serio me veía mal?
—¿Cómo me veo? —Pregunté un poco avergonzada.
—Bien. —Respondió con una linda sonrisa en su rostro.
Salimos de los baños, y antes de poder comprar algo de comida, la campana sonó. Definitivamente no fue un buen día para no desayunar.
—Entra al aula, iré por algo. —Dijo Rex mientras corría hacia el área de comedores.
Apenas crucé la puerta para entrar a clase, todos me miraron, parecían no creer que era yo. Siempre vestía lo mejor que podía, y definitivamente el estilo de Rex no era parecido al mio, aunque me sentía cómoda a diferencia de las miradas que sin duda volvían el ambiente incomodo.
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Siempre Juntas [Editando]
RomanceDos amigas de la infancia se dan cuenta de los sentimientos que tienen la una por la otra. Nada sera fácil, pero ambas están comprometidas a amarse de la manera más pura posible, ¿serán la una para la otra? Entra en el punto de vista de Max. [AVISO...