2.Winter

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Me tomé sólo un instante en cepillar mi largo cabello, y lo dejé al natural. Me consideraba una persona que odiaba la gente demasiado producida, me parecía algo superficial. De todas formas, como toda chica de 16 años un poco de maquillaje se hacía presente en mi cara, tampoco era culpa de la gente tener que ver mis desagradables granos. 

Tardaba lo más que podía en bajar, ya que siempre mis padres encontraban la palabra hiriente del día, aunque realmente ya me sentía un poco inmunizada con sus absurdas palabras y 'consejos' que no llegaban a ningún lado. 

Me coloqué la mochila en el hombro, y me dispuse a salir, si.. no desayuno, odiaba hacerlo, no sé si por el hecho de que nunca me gustó hacerlo, o más bien porque dejó de hacerse costumbre en mi desde que los comentarios de mis padres empezaron a llegar. 

Al tocar el último escalón toda esperanza de no toparme con ellos desapareció. Estaban cómodamente sentados en la mesa, uno en cada punta, cómo si tuvieran alguna enfermedad contagiosa 'patético' pensé. Ambos estaban con un té, ambos agarraban sus tazas sin tocarlas con el dedo meñique. Mi cara de asco se habrá sentido a distancia porque ambos voltearon a verme.

-¿Dónde vas?- Preguntó mi madre.

-A la escuela, como todos los días de mi vida desde hace 5 años.. Deberías saberlo.- Me dirigí a la puerta.

-Winter.-Dijo y me volteé a verla. -Cuida tus modales, no te avergüenzas a ti si no a nosotros.Ya vete- Se volteó y siguió bebiendo de su té. Mi padre ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia.

Salí de mi casa bastante enojada. Pero me ablandé un poco cuando vi a Mat junto a la entrada de mi casa. 

-¿Otra vez tu madre?- Preguntó mientras nos encaminábamos a la escuela. A veces agradecía que lo tuviera conmigo, él me conocía más que nadie. Y muy a mi pesar, también agradecía que haya repetido otra vez para que siga acompañándome. Si, es algo muy egoísta de mi parte,pero no soportaría estar sin el en ese maldito colegio lleno de estúpidas huecas y estúpidos huecos. Todos alardeaban su dinero, el Iphone que se compraron el día anterior, o incluso, cuánto les salió el Ferrari. 

Todos competían a ver quien tenía mas.. Muchos intentaron acercarse ami sólo por interés. Pero al conocer mi forma de ser, se alejaron, cosa que agradecía bastante. Menos Mat, ya que él es como yo, y lo aprecio muchísimo. 

-Otra vez.- Suspiré.

-¿Qué ha dicho ahora?-Apretó su mandíbula.

-Lo mismo de siempre, descuida. Ya no me afecta.- Sonreí. 

Y la verdad es que en parte era cierto, ya no me afectaba de la misma manera, tal vez podía afectarme cuando era más pequeña, y más vulnerable. Pero con el paso del tiempo, me hice más fuerte, tanto como una piedra, eso es lo único que le agradezco. El no poder sentir nada, porque ya nada me dolía, pero tampoco nada me hacía feliz. Es por eso que era un poco contradictoria nuestra relación.... Algo así como amor odio, aunque el odio reinaba muchísimo más. 

Cuando menos quisimos pensarlo, ya me encontraba en la puerta del instituto, rodeada de coches caros y gente sin neuronas. 

-Ojalá estuviéramos en el mismo curso.- Le dije

-Estaría bueno, pero tienes a Ashley, que tanto la amas.- Dijo sarcástico.

-Oh cállate.- Entre cerré los ojos. 

-¿No es así?- Rió a carcajadas. 

La verdad es que no, Ashley es una perra, cuando eramos más niñas cortó mi cabello, sólo porque no le gustaba. ¿A qué clase de ser humano se le ocurre cortarle un mechón de cabello a otra niña sólo porque no le gusta? Sólo a Ashley. Y así la guerra entre nosotras comenzó.

Intentó hacerme la vida imposible desde primer año, y sus fállidos intentos alimentaron más su ira. Lo cual la llevó a tirarme de las escaleras cuando bajábamos al receso.

Fractura de tobillo, sólo unos fajos de dinero por parte de los padres de ella hicieron que los administrativos de la escuela cerraran su boca y no hubiera detención para Ashley. 

Mis padres para no ocasionar disturbios accedieron a la oferta, y no les importó mi tobillo roto, ni mi humillación. Ni una maldita mierda. 




EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora