¿Has tenido alguna vez la opresiva sensación de estar impuro?, ¿manchado?, ¿adulterado?, ¿corrompido...? ¿Sintiendo el asfixiante temor de mirar sólo de soslayo tu vomitivo reflejo en el espejo porque te destruiría enterarte lo sucio que te encuentras? Yo sí, es una vergüenza tan grande, tan humillante, que luchas por evitar el contemplarte asqueado. Recordaba mis traumas tan vívidos que no me abandonaban en ningún momento, ahí estaban, me miraban, me saludaban... Se reían de mí. Hasta que lo vi, hasta que le conocí... Hasta que ese adorable matojo de cabellos negros me dedicó la más profunda de sus miradas. Elle me hizo olvidar, mejorar, y, eso, era lo que yo necesitaba para estar mejor.
-Tranquilo, Light... respira –musitó recorriendo mi oreja con su repulsiva lengua—, si te relajas, no dolerá nada.
-Tío... Por favor... No más... –supliqué forcejeando inútilmente—. No me siento bien... Yaaaa... No, pare... ¡PARE!
-¡¿Por qué mierda chillas tanto?! –bramó escupiendo su densa saliva en mi rostro—. ¡¿Acaso no me dijiste que eras un hombre?!
-Sí, pero...
-¡¿Es que eres un maldito marica?!, ¡¿es eso?! –me temblaban las piernas, me sudaban las manos, sentía mis ojos rojos y a punto de salir de sus orbitas. Dolor, mucho dolor, en los brazos, la cara, la garganta y las piernas por estar aplastadas mucho tiempo.
-Tío... –musité ya gimoteando por la tosca forma de agarrarme las muñecas.
-¡¿Eres un cobarde?!
-No...
-Sííí, sí que lo eres puto cagón –rugió en mi oído acompañada de una sonrisa desquiciante—. Por esto es que tu padre no te quiere, porque eres un achantado, un cobarde...
-¡No! –clamé desesperado removiéndome incómodo sin poder agitar las piernas por su peso en ellas.
-¡No te ama porque no eres un hombre!
-¡Sí, sí lo soy, sí soy un hombre!
-¡Mientes!
-¡No miento!
-¡Demuéstralo y deja el llanterío!, ¡un hombre de verdad no llora, no muestra debilidad! –cuando tienes ocho años no eres bueno debatiendo, ni mucho menos defendiendo, te tragas todo lo que dice un adulto. Era ingenuo, fácil de manipular—. Si pudieses hacer esto, tu padre notaría en ti un cambio, se daría cuenta del macho que estás hecho... –y me calmé. Dejé de zarandearme, mis lágrimas no descendieron más por mis mejillas. Sonrió. Me desconecté emocionalmente. Se relamió los labios con ademán degenerado y me arrancó los pantalones de un tirón. No me quejé. Quería ser un hombre. Me levantó la pelvis. Me esforcé por dejar mi mente en blanco. Fue tan fuerte. Me metió su grande y mugrienta polla de una estocada, solté un bramido y me aferré a sus brazos. Mi respiración se atascaba, me agobiaba, era irregular y no se coordinaba con el brusco vaivén de mi tío.
-Sí, Oh Dios Mío, y Eso se siente tan bien –algo se había roto, lo sentía, sangraba y escurría por mis piernas. Cambió la posición sentándose en la cama y estrujando mi trasero con sus dedos me atrajo a su cuerpo.
-¡Hmm! T... tío...
Pero, de repente, dejé de ahogar bramidos de dolor. Sin esperarlo, ni mucho menos desearlo, algo empezó a cambiar en mí, se sentía bien... Me gustaba, se me nublaba la vista, tenía un cosquilleo en el vientre y me transpiraba el cuerpo completo. El pecho me latía fuerte, la sensación me sobrepasaba.
-Estás tan estrechó –rugió aumentando la velocidad. Estaba caliente en mi interior, su pene me quemaba las entrañas y no me era desagradable, ¿será que me estaba transformando en un hombre?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-Después empezó a repetirse esa conducta... Me gustaba... Me asustaba, me daba náuseas, tenía miedo –dijo Light sin desviar la mirada del techo con el rostro ensombrecido. Con lentitud aproximé mis dedos a sus brazos desnudos y, con la yema de mis dedos, le acaricié—. Lo peor es que... eso no acabó allí, fue empeorando... Todos los amigos de mi padre son... Yo jamás... jamás podré escapar de esto –su vello se erizó y sus ojos se volvieron acuosos en instantes.
Aún no era capaz de asimilar esa información, Light... mi Light fue violado cuando apenas era un niño. No sólo eso... Al parecer la historia es más larga de lo que él quisiera. Supongo que su aura misteriosa era provocada por su indiscutible introspección e incapacidad de relacionarse con la naturalidad que debería.
-Te doy asco, ¿verdad? –sonrió mientras me daba la espalda y se encogía bajo las cobijas. Temblaba— Ahora te soy repulsivo... ¿no?, ¿no?
-Light, tú no... -titubeé y repentinamente quedé flotando en la nada. Asco era una palabra lejana a lo que sentía por él. Endureció los músculos notoriamente molesto por mi ambigua respuesta. Deslicé mis dedos con más
-Suéltame –sacudió su brazo de mi mano para evitar el mimo y yo, alterado, aturdido y agobiado, me levanté de la cama sin expresión alguna Eso lo sorprendió—, ¿ya te vas? –preguntó sin voltear.
¿Qué si me voy?, ¿debería marchar?
-No lo sé, quiero vivir –admití abrazándome—, pero... no creo querer hacerlo sin ti a mi lado. Quiero... necesito escucharte, ¿vale? Porque estoy locamente enamorado de ti, ¿comprendes?
-Nadie nunca podrá amarme, Elle...
-¿Y yo?, ¿yo no soy nadie?
-No me conoces... no sabes de las cosas que soy capaz...
-Me encerraste en tu sótano días, accedo a quedarme, te escucho, no te juzgo ¿y aún dudas?
-Eso que te hice no es ni lo mínimo que puedo hacer. Huye mientras no te miro, es la única forma de que escapes sin que yo corra tras de ti para encerrarte.
No me das miedo, Light. Puedes insultarme y tu voz, tu cuerpo, tus manos me impiden odiarte.
-Te amo.
-Cállate –gruñó.
-Te amo.
-Guarda silencio... --suspiró con pesadez.
-¿Lo recuerdas, Light?, ¿la forma en la que me pediste ser tu novio?
-Elle, lo haces más difícil.
-Parecías normal, lo eras, ambos podremos recuperarte. Yo lo sé, yo te ayudaré, y...
-¿Tú? ¡Por favor, Elle! –liberó una muy sonora carcajada para luego suplantarla por un silencio sepulcral—. Tienes veinticuatro horas para salir de esta casa. Conozco tu masoquismo, así que preparé un juego para ti –un juego... eso no se escuchaba bien del ángulo que se mirase. No pude evitar sentir que mi sangre se heló— y, si, no corres... Si no encuentras las llaves... iré a por ti... y... voy a matarte. Morirás en mis brazos, Julieta.