CAPITULO XVI ALGUNAS HORAS MÁS

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¡Qué efecto produce en mí esta noticia, y qué indefinible emoción causa en mi alma!

Conozco que el desenlace de esta situación se aproxima. ¡Tal vez es el que reclaman la

civilización y la humanidad!

Hasta el presente he redactado mis notas día por día. Es preciso que las tenga al corriente hora

por hora, minuto por minuto. ¿Quién sabe si el último secreto de Tomás Roch no va a serme revelado,

y si no tendré tiempo de consignarle aquí? Si perezco en el ataque, ¡quiera Dios que sobre mi

cadáver se encuentre la relación de los cinco meses que he pasado en la caverna de Back-Cup!

Ker Karraje, el ingeniero Serko, el capitán Spada y algunos otros de sus compañeros se han

colocado en la base exterior del islote. ¡Qué no daría yo porque me fuera posible seguirlos,

agazaparme entre las rocas y observar los navíos señalados!

Una hora después todos vuelven a Bee-Hive, después de haber dejado unos veinte hombres

vigi-lando. Como en esta época los días son ya de corta duración, nada hay que temer hasta el

siguiente día.

Desde el momento que no se trata de un desembarco, y en el estado de defensa en que los

asaltantes deben suponer a Back-Cup, es inadmisible que puedan pensar en un ataque por la noche.

Hasta ésta se ha trabajado en disponer los caballetes sobre diversos puntos del litoral. Hay seis,

que han sido transportados por el pasadizo a los lugares elegidos de antemano.

Hecho esto, el ingeniero Serko se reúne con To-más Roch en el laboratorio. ¿Quiere, pues,

ponerle al corriente de lo que pasa..., hacerle saber que una escuadra a la vista de Back-Cup, decirle

que su Fulgurador va a servir para defender el islote?

Lo cierto es que unas cincuenta piezas cargadas con varios kilogramos del explosivo y de la

materia que les asegura una trayectoria superior a la de todo otro proyectil, están prestos a hacer su

obra de destrucción.

Respecto al líquido del deflagrador, Tomás Roch ha fabricado cierto número de tubos, y

demasiado sé que no rehusará su concurso a los piratas de Ker Karraje.

Durante estos preparativos llega la noche. Una semiobscuridad reina en el interior de la

caverna, pues no se han encendido más lámparas que las de Bee-Hive.

Vuelvo a mi celda, pues tengo interés en mos-trarme lo menos posible.

¿No revivirán las sospechas que he inspirado al ingeniero Serko con la aproximación de la

escuadra a Back-Cup?

Pero los navíos, ¿conservarán esta dirección?

¿No van a pasar a lo largo de las Bermudas y a desaparecer en el horizonte? Esta duda se ha

presen-tado a mí espíritu por un momento... No...No. Se-gún dice el capitán Spada, los barcos han

quedado a la vista del islote.

¿A qué nación pertenecen? Los ingleses, deseo-sos de vengar la destrucción del Sword, ¿han

tomado sobre sí toda la carga de la expedición? ¿Se han unido a ellos cruceros de otras naciones?

Julio Verne
 Ante La BanderaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora