Un adolescente de cabello azabache, entró a su hogar con las comisuras de sus labios en una pequeña sonrisa. Pensando qué eran bastante raros los vecinos rubios y vírgenes, hablando por el menor de ellos. Dejó su chaqueta en uno de los sillones, para oír a su hermano mayor tocar el piano, después de todo era maestro de eso. Algo que el azabache consideraba aburrido. La música no lo era, su hermano sí.
—¿Sasuke, ya has vuelto? —Preguntó el azabache mayor, mientras dejaba de tocar. Para concentrarse con quién acaba de llegar.
—¿Yo? Oh, no. Para nada, aún sigo comprando los tomates —contestó Sasuke con sarcasmo.
—¿Y los tomates? —elevó una de sus cejas Itachi.
—¿Los tomates? —Murmuró mas para si mismo—. Maldición, los olvidé por la culpa del dobe.
—De seguro otra vez te los comiste. No lo puedo creer, ya es la tercera vez. Para Sasuke con la obsesión con los tomates —Itachi contuvo una risa burlona que amenazaba con salir.
—Maldición, que no. El dobe rubio me distrajo —se defendió Sasuke.
—¿Qué dobe rubio? ¿Sai se tiñó el cabello?
—No, no. Yo hablo del vecino.
Hubo un silencio por unos largos minutos. El rostro de Itachi demostraba sorpresa. Algo inusual en él.
—¿Cuándo llegaron? —volvió su mirada al piano.
—Hoy, es una familia de rubios; padre y hijo, también un peliblanco —alzó sus hombros sin interés.
—¿Una familia gay? —cuestionó Itachi.
—No lo sé.
Después de aquella breve conversación. El menor de los Uchiha se retiró al estudio diciendo que dentro de unas horas vendría su grupo a ensayar, que aprovecharía para descansar. El mayor se quedó pensativo.
—Así que uno de ellos es el de la voz hermosa. Fantástico, lo descubriré dentro de poco.
—¡Itachi deja de hablar solo! —gritó Sasuke, mientras subía las escaleras.
—¡Lo siento, pero yo también vivo aquí!
Soltó una sonrisa el mayor de los azabaches, para continuar con el piano. Realmente descubriría quien era el que poseía tan buena voz, ahora que lo pensaba bien su hermano menor la semana pasada le había dicho que necesitaba un vocalista en su banda, ya que el anterior se había mudado al extranjero a estudiar, podría con esto incluso ayudarlo. Así fue como siguió tocando con la esperanza de oír una voz que no fuera la de su hermano.
El pequeño "pueblo" de Kohoha, como le llamaba Kakashi era perfecto para encontrar inspiración. De hecho, él decía que era pequeño porque las casas estaban una en frente de la otra y así sucesivamente. Las tiendas se encontraban después de todas las casas, debería ser un verdadero problema para la casa número uno. Lo único bueno, era que las calles eran libres, con esto se refería a que no pasaban carros. Los niños más pequeños jugaban allí con la pelota sin temor a que un carro se los llevase, como en la ciudad. Kakashi pensó que sería un excelente escenario para su historia. Así que sacó un cuaderno y un bolígrafo de su maletín. Porque sí, el peliblanco siempre llevaba consigo su maletín, incluso en fiestas o citas. Tomó asiento en la acera, mientras miraba jugar a los niños, así que veía a los niños y empezaba a escribir. Fue de esa forma la mayor parte del tiempo, hasta que sintió una mano en su hombro.
—¿Qué crees que haces, pedofilio? —Preguntó con molestia un azabache que aparentaba la misma edad de Kakashi, aunque un poco más bajo.
—¿Qué? Oh, no. Esto no es lo que parece... —trató de explicar Kakashi.
—¿Entonces qué es? Porque miras a los niños y de pronto escribes. Mira que no es algo normal.
—No, no. Disculpa, soy escritor y te aseguro que no lo hacía con malas intenciones, ve.
Para estos momentos Kakashi ya se encontraba parado dándole explicaciones al azabache, así que simplemente le pasó su cuadernillo para que viese que no era un pedofill o algo así.
—Ya veo, mhn —el azabache se sentía como un estúpido, sus mejillas empezaban a adquirir un color rojizo por la vergüenza.
—No te preocupes, supongo hubiese pensado lo mismo.
—Espera, ¿quieres ir por ramen? Yo invito. Realmente me siento mal por haberte culpado.
—Vale, por cierto, soy Kakashi —se presentó.
—¡Eres el estudiante de Jiraya! Como no me he dado cuenta. Soy Obito Uchiha.