Capítulo Uno

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Cómo una chica de mi edad,debería estar estudiando en una universidad, de fiesta con mis amigos, o en reuniones familiares, pero no, son las ocho de la mañana y me encuentro caminando hacia la panadería en la que trabajo. Trabajo allí atendiendo la barra desde que tengo dieciocho años, justo cuando Jason se fue a Australia y dejo de pagarme por la limpieza del departamento y por lavar su ropa.

Cruzo la esquina para quedar frente a la entrada de la panadería y al llegar y abrir la puerta un sonido de campanas me da la bienvenida. Un delicioso aroma a pan recién horneado se apodera de mi sentido del olfato.

"Buenos días" Digo al entrar. Pero ninguno de los tantos clientes que habían en las mesas respondió.

Me encaminé hacia la barra y al entrar al otro lado me encontre con Daisy, una compañera de trabajo.

"Hey Chris, que tal?" pregunto al verme.

Yo solo me límite a sonreír. Y luego fui hacia la sala de trabajadores para colocar mi cartera en mi casillero y tomar mi uniforme que consistía en una gorra para recoger el cabello, unos guantes verdes y un delantal blanco como la gorra.

Fui hacia mi lugar. Los desayunos.

había una fila larga, Seth atendía a los clientes y se notaba estresado. ¡Claro¡ ¿Cómo no?, él sólo atendiendo a esa cantidad de personas.

"¡Al fin llegas!" Exclamó algo molesto "tengo quince minutos atendiendo a esta gente que viene a comer y a quejarse de lo mala que es la comida. ¿Si es tan mala por qué siguen comprándola?" dijo alto para que los clientes logren escuchar.

Seth puede ser tranquilo, como a la vez tan enojón. Solo espero que no intente arruinarme el día como muchas veces lo ha hecho.

Tome la orden del primer cliente de la fila. Tres pastelitos y un jugo de naranja.

"¿Algo más?" pregunté al joven de no más de Veintitrés años de edad que llevaba una niña de tres años en sus brazos.

"Y una paleta" dice la niña señalando hacía las paletas de mi lado "¡por favor papi!" suplica la pequeña.

"Bien cariño" cede el chico "y una paleta por favor"

"Claro, como no" sonreí, o eso intente.

Anoté la cuenta en una de las tarjetas y se la entregué junto a lo que pidió anteriormente.

El chico se dirigió a su mesa en donde se encontraba una chica de casi mi edad con un bebé de meses en brazos.

Esta es la parte que mas odio de mi día a día. Ver a las personas felices y pensar si algún día lograré ser igual de feliz que esas personas.

Seguí con mi trabajo toda la mañana. Ya cuando el reloj marcó la una de la tarde mi horario se había cumplido.

Era hora de irme a casa.

Fui por mis cosas y al salir me despedí de Seth. Ya que aparte de el jefe, Seth es la única persona con la que no me llevo mal. Porque ciertamente Daisy es muy irritante.

Me encaminé a la parada de autobús y me senté a esperar. Justo en el banco en el cual estaba sentada había una niña llorando. No me importa lo que le haya pasado, pero sus chillidos son algo molestos. Mire hacia sus pies y pude notar que había un helado completo en el piso. ¿Lloraba solo por eso?.

Luego de un rato de solo escuchar a la irritante niña, llego su madre con un nuevo helado. ¿Cómo fue capaz de dejarla sola con tanto loco suelto aquí en Caracas?.

llegó el autobús y subí en el sentándome al final de esté. Miraba por la ventana sintiendo el aire golpear mi cabello. El camino se convirtió en un ambiente de puros edificios iguales y justo aquí me quedaba yo.

Conociendo La FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora