El viejo Cholo

138 6 0
                                    

(Primera persona-Sora-)

-¡Sora! Me voy a trabajar.

Oí la voz de mi madre mientras daba un portazo contundente.
Abrí los ojos y al mirar el reloj  ví que llegaba tarde al instituto, como de costumbre, pero ese día decidí saltarme las clases e ir a visitar a Cholo.
Cholo era como un padre para mí, es uno de los legendarios Bilis, sus poderes mentales son inimaginables y siempre lo he admirado por ello, ya que es de lo más humilde y a la vez con una fuerza inmensa.
Ese bajito barbudo de pelo blanco y ropajes desgastados siempre ha sido un ejemplo a seguir para mí, pese a que la gente lo llame el loco sin escrúpulos, por su forma de pensar y por vivir en una cabaña vieja que parece abandonada.
Mis padres nunca vieron bien que yo visitara a Cholo ya que según la gente era la cría escéntrica e hiperactiva que nunca tuvo.
Siempre ayudaba a Cholo a enseñar a futuros guerreros aptos para un clan (Ya que necesitaban el poder que solo un Bili podría darles) pero pese a que todos tenían unas mentes brillantes para desarrollar el poder, la mayoría siempre acababan renunciando por falta de voluntad.
Siempre quise que Cholo me enseñara sus poderes, dignos de un clan, pero nunca fui apta para ello, ya que, según Cholo, yo represento la fuerza bruta, y no puedo usar tal poder. Por ello, desde muy pequeña siempre ha querido desarroyar mi potencial.

Mis días son normales, voy al instituto, hago mis deberes, salgo con mis amigos... Pero todas las noches, me escapo de casa para poder seguir con mi entrenamiento, aunque no me gusta llamarlo así, porque para mí es lo mejor de mi día a día.
Así pasaron los años desde mis 8 años hasta hoy, que tengo 16.
Fue muy frustrante no poder utilizar aquellos poderes que elogiaba, por ello decidí entrenarme sin descanso para poder ser tan fuerte como cualquier guerrero poderoso.

Hace una semana que no voy a ver a Cholo, ya que estaba en su descanso espiritual, que suele realizar una vez al año.
Me puse algo de ropa fresca (Para aguantar el calor de todo el día), salté desde mi ventana y heche a correr en dirección a su casa.
Llegué y estaba la puerta abierta. Aquella casa siempre me pareció muy acojedora, aunque lo único que había en ella era humedad, un colchón viejo, muchos libros y recipientes con cosas que, según Cholo, nunca debo romper, ni tocar siquiera.
Me adentré en la cabaña y me acerqué a la puerta trasera, pero derrepente oí una voz detrás de mí.
-¿Por qué no has ido a clase hoy?
Me giré de un salto y lo ví, sentado, descalzo sobre la mesa, con una mirada espectante.

-Quería ver que tal estabas viejo loco. Dije con una sonrisa.

Cholo frunció el ceño. Y trás una larga y absurda conversación me dijo:

-¿Vás a ir mañana al instituto?
-Sí.
-Si son las fiestas de las hogueras.

-No me lo puedo permitir, este año solo van a pasar el día allí los nobles.

-Lleva cuidado, Sora. Según me han contado, el gobernador quiere acabar con todos los del clan Andu y nada bueno debe pasarle por la cabeza a ese mounstro.

-Tranquilo maestro, no creo que haga nada a las personas que no tengan nada que ver con el clan.

-Los aldeanos se están empezando a rebelar, y todos estamos involucrados...-Dijo con seriedad.

De pronto escuché una voz que procedía de fuera.

-Son ya las dos de la tarde, será Mei.- Dijo Cholo.

-Ya ves, había quedado con ella para volver andando juntas.- Dije mientras recogía mi bolsa y salí corriendo.

-¡Hasta mañana viejo! Grité.

Y le oí decir dos palabras que no entendí bien y que por desgracia para mí, no me molesté en descifrar.

DesidiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora