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  Me encaminé hacia mi casita, abatida. No había pensado en cómo se lo diría a Joah. De hecho, había un problema más. Cuando le transmitiera mi plan, diría que era una estupidez o bien insistiría en acompañarme.
  No lo podía permitir. Los humanos de Winchester se darían cuenta de sus orígenes y lo matarían. Sin embargo, mi pequeña conspiración para ocultarle el plan fracasó antes de dar sus primeros frutos.
  -¡Estás loca! -salió un Joah furibundo de nuestro hogar cuando ya estaba a unos metros de él-. ¿Involucrarte entre gente de la que ya no formas parte? Me niego.
  -Iré digas lo que digas.
  -Entonces iré contigo -lo que yo decía-.
  -No. Sabrán lo que eres y te matarán.
  -Y a ti -escupió mi prometido-.
  Nunca había visto tan enojado a Joah. Un par de venas en el cuello le sobresalían con voluptuosidad. Por unos instantes temí que le estallaran, pero no fue el caso.
  -Serás como un cordero en el matadero.
  -Joah, cariño. Si existe un lugar donde me sienta como un cordero es justamente aquí, entre lobos. Conozco a mis humanos. Recuerdo cómo interactuar con ellos. No te angusties.
  -¿Y durante la noche del robo? -no iba a ceder tan fácilmente-. ¿De verdad crees que te dejarán irte de rositas con veinte kilogramos de acero letalmente afilado?
  -El truco está en que no me descubran.
  Hizo una mueca y se preparó para contestarme con alguna respuesta desagradable, pero reprimió la ira y esas palabras murieron en su boca.
  -Vayamos a la cama.
  Sonreí ante mi pequeña victoria. Joah siguió tenso en lo que nos llevó entrar en casa y subir la estrecha escalera hasta la única habitación del primer piso. Luego, se relajó. Me atrajo hacia él y me regaló breves besitos desde la frente hasta el vientre. Se detuvo en esa zona.
  -Anya, no hemos pensado un nombre para el bebé aún -dijo tiernamente. Joah era capaz de hacerme enamorar más y más cada segundo que pasaba junto a él. Se hacía imposible extinguir un amor como el nuestro-.
  -Es pronto. Ni siquiera sabemos si será niña o niño -le contesté con una sonrisa, la cual me devolvió con creces-.
  -No importa. Elaboremos un listado de los nombres más bonitos. Nuestro bebé estará abastecido con lo mejor, empezando por el nombre.
  Su entusiasmo era pegadizo. Sus palabras eran imanes.
  -Está bien -acepté-. Primero los nombres femeninos.
  -Peyton.
  -¿Peyton? -reí sonoramente-. Es bonito, pero no me llama. ¿Qué tal Milena?
  -Es bonito, pero no me llama -se vengó-.
  -Aleksandra, Natasha, Jessica...
  -Esto va a ser complicado -emitió una carcajada-. Siento que todos esos nombres son preciosos, pero ninguno es el perfecto -meditó unos momentos-. ¿Y Anivia?
  Anivia. Un nombre que recordaba al invierno.
  -Sí, es perfecto.
  -Ahora solo nos queda elegir el masculino, en caso de que sea muchacho. Pero mejor en otra ocasión, ahora tenemos faena.
  No me dio tiempo a preguntarme cuál era ese quehacer que teníamos pendiente. Joah me cogió de la mano y me guió a la cama. Me tumbé y él se puso a horcajadas encima de mí.   Comenzó a mordisquearme la mandíbula mientras me desabrochaba los pantalones.   Prosiguió quitándome la camiseta, pero se detuvo con las manos en mi vientre.
  -Quiero que crezca sano y en un mundo sin guerras -me confió-.   Quiero que transcurran los seis meses restantes y tener ya al pequeño en mis brazos. Quizá te molestes, pero siento que voy a querer al pequeño con mi corazón entero, mucho más que a cualquier otra persona, puede que incluso más que a ti.
  Le sonreí, conmovida.
  -Vas a ser un buen padre.
  No me dejó hablar más. Nos entregamos a una pasión pura y salvaje. Me poseyó, e hizo que gritara su nombre gran parte de la noche. Fuimos incansables.
  Cuando acabamos, recorrí su espalda con mis finos dedos. Era robusta, digna de ver. La perfección de sus omóplatos me tenía hipnotizada.
  -Sigo negándome a que vayas -¡Vaya! Creí que estaría durmiendo-.
  -Debo ir. Si volvieran a atacarnos, nadie nos asegura que podamos salir vivos del conflicto.
  -Lo sé, y he estado dándole vueltas.
  -¿Mientras nos acostábamos? -solté una carcajada-.
  -Desde el mismo momento en que uno de los pequeños de Manley me informó acerca de tu locura.
  Así que eso era. Alguno de los dos mocosos habló más de la cuenta.
  -¿Y qué se te ha ocurrido?
  -Martin, Tom, Tarina, Heath, yo y algunos más podríamos acompañarte hasta donde los árboles nos escondan. Los humanos nunca se atreven a salir de su coraza, excepto para obtener alimento, así que no nos descubrirán en la oscuridad del bosque, y menos al anochecer. Así, si hubiera cualquier problema, nos harías una señal y entraríamos por la fuerza para cubrirte -La ocurrencia era prudente, pero no del todo-.
  -Si entrarais tan pocos nos matarían a todos.
  -El factor sorpresa está a nuestro favor.
Lo miré fijamente, luchando por dentro para proporcionarle la respuesta adecuada. ¿Y por qué no?, pensé. Si no accedo vendrá conmigo de todas formas.
  -Está bien.
  Sonrió triunfante.
  -Perfecto. Partamos mañana.
  -Vale.
  Nos acurrucamos, pegados el uno al otro. Ansiaba casarme con Joah. Él siempre me protegería.

La Reina De Las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora