Habiéndose hundido el reloj
en las pupilas del mar;
cuando la memoria se entierra,
y se hunde, y se arraiga.
Nada para el errante que dejar
su flor a la mitad del campo,
porque la travesía es larga,
corta en distancia, ancha de tiempo.
Y tú, que cabalgas haciendo círculos,
rodeando un árbol, ¿Qué tan pesada
es la alforja de lágrimas que llevas en la espalda,
si tan pequeña es, que ocultarla no hace falta?
En espera están las noches y los sueños,
las aves y los cuentos;
los trenes y los mares.
Y tú, ave de fuego que en el cielo se otoña,
te habéis confundido por el
resplandor de los amores,
tantos, que sólo caben en uno.
Entre ramas se corre una voz:
«Tú y ese amor por siempre».
Dejo para ti mi voz, mi sombrero
y los espejuelos; en la mesa tinta,
papel y una dirección.
Ah, y bajo la mesa, un puñal.
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Destierros
PoesiaDestierros Sólo cuando nos alejamos de lo que somos, de lo que sentimos, y nuestra vida se divide en muchas, tantas que nos somos capaces de reconocernos. Nuestra mente cambia, nuestro corazón también, y eso, en esencia, son los destierros...