Elegía al hombre de las noches de insomnio.

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Qué sería de él sin mí.


Y si del día tuviese la lluvia oscura

de los fantasmales arrecifes lunares

que se desbordan en la órbita eclíptica

de la noche que carece de azul y carmesí;

y si por el sopor de mi candelabro

se le cayeran los ojos a mis paredes

de algodón que filtran la luz de las

estrellas por entre sus ramas musicales;

y si las ráfagas de luz de las antorchas

de los soles entraran en las orejas del

conejo que duerme y bebe de la pintura

de las flores que se encharca en los ríos...

¿Seguirías abriendo el libro frente al espejo

sabiendo la atrocidad de las horas que te esperan?

Yo sé que no. Te ocultarías en las entrañas

de una cama y te cortarías la boca y te

quemarías los ojos. O peor, buscarías

a los cupidos y te comerías sus alas y robarías

sus orejas. Pero volverías al árbol a tallar

tu rostro, a besar su tronco, a llorar en sus raíces.

Tranquilo, tu extinción es lejana, porque

la noche que deambula en el universo

se detuvo en tu boca para besar tu mundo.

Búscameen tu espejo. 

¡Quésería de mí sin ti!      

DestierrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora