Y el domador con el látigo salía a presentar su acto,
con las piernas temblando y con el león enjaulado.
Con miedo de morir
por el león haber sido tragado.Con miedo de que no se rían
de su depravado espectáculo.
Y acercándose al león,
un golpe le dio y esperó su reacción.Sin embargo nada pasó,
o por lo menos eso pensó.
El león gruñó,
y el público gritó (de terror).(Y me contaron una vez
que el domador jamás quiso maltratar a su amigo.
Pero con el tiempo le obligaron
a ser un cruel asesino.A hacer sangrar al pobre felino,
que mordiendo a su dueño se desquitaba del conflicto.
Es por eso que ves al domador con una pierna sangrante,
con piel putrefacta... ¡León, mira lo que haces!).Una mordida:
estás perdida.Dos mordidas:
mira como el león le da a su dueño una lamida.Tres mordidas:
los gritos de los suicidas te tienen rendida.Cuatro mordidas:
el domador está muerto y se oyen las risas.El presentador debe suspender el show,
un participante menos en este circo de horror.
Al pobre león un enorme castigo se le condena,
¡cuidado! Más sangre te espera.