Sentado entre el público fantasma del circo,
viendo como se presentan mis moribundos amigos.
Como se alejan lentamente de sus hijos,
y ponen en práctica el mismo sádico ejercicio.
Con cansancio, con miedo, observan a lo lejos al presentador,
el malabarista con dedos torcidos hace sus demostraciones con dolor.
El león en su jaula gruñe con odio y con rencor,
a ese hombre que la vida nos ha destrozado a todos.
Nuevamente al circo macabro debo entrar,
mirando como todos lloran e ignoran su malestar.
Al hombre con dos cabezas las heridas de su acompañante ha de vendar,
los castigos que el presentador nos da son para llorar.
Me guía a una habitación oscura [como todas],
me deja encerrado [por horas] en la triste penumbra.
Sin comida, sin aire,
veo como mis compañeros hacen de todo para ayudarme.
Pero todos estamos encerrados en una enorme jaula,
tratados como animales, como pájaros sin alas.
Como adefesios, como monstruos,
como títeres del público.
Como esclavos, como ratas.
Somos maltratados y nadie nos salva.
Somos aquellos personajes de circo que miedo siempre le tienes,
sin darte cuenta que somos nosotros los que te temen.
Somos esos personajes raros que se ven tan putrefactos,
esos que a todos le causan asco,
pero sin embargo, divierten y generan aplausos...
Porque día y noche ensayamos el mismo sangriento acto.
Alguien ayúdenos a escapar de aquí.
