Fuimos al cuarto de armas. No iba a perder tiempo, iría tan pronto como fuese posible. Me arme con mi cuchillo favorito, era suficiente. También me dieron unas cápsulas de humo que se esconden como pulseras de fantasía, se ven feas, por eso nunca las quitan cuando te atrapan y apenas tienes oportunidad las usas, nunca han averiguado donde las guardamos así que son un buen invento.
Gracias al trabajo de los espías tenemos cada ronda del M.I. registrada. Por la noche, rastrean las casas de los Sectores altos, eso son los tres primeros días de la semana, los dos días que siguen los lugares bajos y luego las villas fuera de la ciudad, entonces vuelven hacer lo mismo. Era día martes, ya sabíamos en donde iban a estar.
Me vestí de negro y comencé a llamar su atención, prendí fuego en una casa vacía y escribí: "Abajo la Tiranía" en los muros. Tres soldados me encontraron y me detuvieron. La única cárcel cercana era la de Fernández, mi plan funcionaba a la perfección...
Llegamos allí como a las 7 p.m. estaba tranquila al saber que estaba en el lugar correcto.
Tal vez se pregunten por qué Terry y yo tenemos un apellido diferente, incluso Bruce lo tiene. En realidad no somos hermanos de sangre. Durante las revueltas de hace dos décadas el padre de Bruce lo dejó a cargo de nosotros mientras iba a las líneas de batalla. No nos dejó durante los tres meses que duraron las confrontaciones y tampoco nos dejó cuando bajamos al subterráneo para sobrevivir. Bruce tenía once, Terry tenía ocho y yo tenía cinco. Éramos huérfanos pero nos teníamos para fortalecernos. No nos dejó desde ese entonces y tampoco nos dejaría hoy... como yo no dejaría a Terry.
Ya habíamos llegado a la cárcel, y lo primero que hicieron fue revisarme, las pulseras apenas las miraron, luego me llevaron a una celda y me dejaron allí. Era de noche y no veía nada fuera de las rejas de la celda, preferí dormir algo, para estar fresca y lucida en la mañana.
Los guardias despertaban a todos a las seis de la mañana para el desayuno, era mi oportunidad de ver a Terry. Las cárceles eran mixtas, a ninguno de los generales le importaba el orden de las masas, así que les daba lo mismo si los prisioneros hombres estaban con las mujeres, según ellos tenían menos problemas con esas "necesidades" que surgen en el encierro. Pero sabíamos que era también una forma más de promover el horror entre las personas. Porque muchas mujeres que eran capturadas y que sabían que no tenían posibilidad de escapar se suicidaban el primer día. También los matrimonios o los jóvenes capturados, muchos optaban por lo mismo. Era una de las cosas que más odiaba del M.I.
Al desayuno alcancé a ver a Terry desde lejos. Terry me ganaba media cabeza, era de crespos grandes y ojos ámbar. Se veía algo delgado pero no demasiado demacrado. Me alivió verlo vivo, aunque un poco cojo. Dos miradas bastaron para saber el lugar de reunión y el momento. Dos horas después nos juntamos en el patio de la cárcel. Caminamos hasta estar a un metro de distancia y tratamos de no mirarnos.
- ¿Estás bien? ¿no te han hecho daño?
- No esperes milagros, Crespa. Pero tú qué haces aquí, cómo lograron atraparte
- Yo los dejé, fue intencional. Vine a sacarte de aquí.
- ¡Estás loca! No podemos salir, la cárcel de Fernández cambió. Ahora cambian constantemente el horario de recorridos y no deja de vigilar a los revolucionarios. Los guardias tienen permiso de matar bajo cualquier sospecha, ahora mismo hablar entre los dos es peligroso. Tienes que salir de aquí. No podrás hacerlo conmigo.
- No voy a dejarte solo.
- Por qué tienes que ser tan testaruda Crespa. Mi vida no vale la tuya.
- No quiero perderte, he perdido a muchas personas desde que nací y no voy a perderte a ti si puedo evitarlo.
- Con razón traes loco a ese Kart. Femme fatal.
- Sí, claro – dije rodando los ojos.
- Cuidado, viene un guardia – un hombre tremendo se nos acerca con actitud amenazante nos dimos la vuelta al sentido contrario para no mirarnos pero de cualquier modo el guardia me gritó.
- ¡No te le acerques! ¡A caso no sabes que está prohibido acercarse a un revolucionario!
- No, no Señor.
- Que no se vuelva a repetir, o te mataré junto a él.
- Sí, señor. – el guardia se va.
- Te lo dije, Crespa. Es peligroso que hablemos.
- Pero no saben quién soy.
- Pero me conocen a mí, y basta con eso para que sea peligroso.
- Bruce planea atacar la cárcel en cinco días. Será algo pequeño pero ideal para nuestro escape. Te mandaré notas en la comida. Adiós hermano.
- Adiós, Crespa. Cuídate.
Espero que nadie se entere de quien soy, sino todo el plan se va por la borda. De seguro nada de que lo me pase será agradable. Pero no hay que pensar negativamente porque hasta ahora todo ha salido a la perfección... sólo espero que siga así.
oOo
Han pasado tres días desde que pude comunicarme con Terry durante las comidas, soborné al tipo que las reparte para que le diera mis mensajes. Ayer fue la última vez que nos reunimos en las duchas, terrible experiencia, no se la recomiendo a nadie... en serio.
- Faltan 45 horas para el asalto, debemos estar preparados, el único lugar en donde podremos estar juntos y a salvo es en enfermería.
- Lo sé, pero cómo hacemos para estar allí juntos. Es difícil Crespa.
- Si piensas así lo será. No seas pesimista, tengo el plan perfecto para lograr juntarnos allí sin sospechas.
- No me lo digas, ya sé en lo que piensas.
- Como cuando éramos niños.
- El juego del miedo.
- Fingimos que fue la comida y nos volvemos locos.
Me senté a propósito frente a él en el almuerzo... un poco de desarreglo cabelludo, una mirada de odio y bastó para comenzar el show. Me le tiré encima esparciendo la comida por toda la mesa, lo agarré del cabello y Terry me siguió el juego gritando como si lo estuviera descuartizando, en menos de dos segundos estábamos de camino a enfermería.
Los guardias nos miraban con aterro, y los dos éramos como un par de esquizofrénicos descompensados, nunca nadie pensaría que fuera una mentira. Pero fuimos muy crédulos, estábamos tan seguros de nosotros mismos que nunca pensamos que nos descubrirían.
Los guardias recibieron órdenes de vigilarnos tan pronto llegamos a enfermería. En parte fue mi culpa, porque no me preparé por si acaso algo salía mal, oí demasiado tarde las noticias. Fernández estaba preparándose para recibir a un alto oficial de la zona 20.
No habia escuchado de él más que en las habladurías nocturnas de Bruce. Siempre gritaba algo de él cuando dormía profundamente. Ni Terry ni yo nos metimos en sus asuntos, por eso nunca preguntamos acerca de él. Algunos de nuestros compañeros decían que sólo era un mito urbano inventado por Bruce para estar alerta a los ataques más horribles de los M.I. De alguna forma les encontramos la razón, pero luego de oír esto, yo perdí cualquier duda de que fuera realidad.
En realidad, Bruce solo era cuidadoso con dos hombres: primero, el General Croes. Algo que deben saber de este hombre, o al menos les cuento lo único que conozco de él, es que es el primer oficial nombrado por el M.I. para manejar el actual sistema que se implantó hace unos seis años. Es el más cruel y despiadado de todos los generales, incluso sus subordinados le temen en grado sumo.
Segundo. El único que puede igualarlo en crueldad: su oficial más cercano. Se dice que es su hijo, otros comentan que es su clon. Lo llamaban El Cuervo Azul. Nunca lo vimos, nunca peleamos contra él y nunca supimos de alguna derrota, pero Bruce lo conocía y había peleado con él.
Era casi una leyenda urbana, pero justamente ese día... al maldito se le ocurre hacer acto de presencia.
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PRISIONERA
قصص عامةLa Mayor Esperanza McAvoy a peleado toda su vida contra el opresivo gobierno militar... ha jurado proteger a la resistencia y luchar hasta la muerte para lograr la libertad de su gente... su oportunidad ha llegado... ¿se dejara seducir por el enemig...