Capítulo 8.- Letanía

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Su nombre...

Cada espacio entre sus letras le recordaban todo de ella. Se preguntaba como era posible que un desconocido impactará tanto en su vida.

¿Soledad?

No. La soledad ya era parte de su vida y se había acostumbrado tanto a ser independiente. Tan a gusto estaba con ella que siempre le era difícil relacionarse con las personas. Ella había olvidado hablar. Las palabras se había hecho torpes y muchas veces, se preguntó si su destino era estar sola.
Vivía en paz, su entorno era tranquilo y a su parecer el mejor que había tenido en su vida. Sin embargo, ahí estaba metiéndose de nuevo en la boca del lobo.

Tan tranquila y poco interesante era su vida, que la tomo con la Guardia baja el día que la conoció. Ella era diferente. Había algo en su ser que no podía dejar de sentir. Se metio tan adentro que de un momento a otro, todo fue confuso y lleno de temor.

Quería explicarse la razón. Y por más que buscó una, siempre volvía a la misma respuesta...

"La gustaba la mala vida".

Se sentó mirando hacia la ventana y suspiro al hecho de haber decidido quedar fuera del juego. Siempre en sus arranques locos hacia cosas que minutos después comprendía que era algo tonto y estúpido.

Su arrebato era tan inmaduro...

Le había tomado días comprender lo que aquellas palabras le habían dicho esa noche. No tenía un corazón partido, sin embargo, su orgullo y su voluntad, estaban siendo juzgados con gran dureza. Ella no era de dar pasos en falso, pero ahí estaba, por gusto propio, abriendo la caja de Pandora una vez más.

Cielo... su nombre.
Aire... su nombre.
Noche... su nombre.
Amanecer... su nombre.
Dios... su nombre.
Sueños... su nombre.
Súplicas... su nombre.
Deseo... su nombre.
Calor... su nombre.
Frío... su nombre.
Música... su nombre.
Películas... su nombre.
Versos, letras y oraciones... su nombre.

Su nombre... letanía.

Como la suave rima que invoca a la súplica de algo que no se puede describir.

¿Como el amor?

No. Más profundo.

Se estaba volviendo loca y así pasaron 14 días y lo único Que pudo hacer fue seguir escribiendo.

Esta historia aún no acaba...

Del otro lado del telefonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora