Capitulo 9

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Narra Lexx

-Sé de su romance - me dijo Sara desafiante.

Quedé mudo. Mis manos comenzaron a temblar, seguido por mi labios que trataban en vano de decir algo, de desmentir la verdad. La había traicionado y me había enredado con su esposo, con el amor de su vida y la mía, pero que ella ya había aclamado como suyo (aunque nunca lo fue).
Ethan siempre me amó...
Siempre fue mío...
Y no lo supe aprovechar.

Quisiera volver en el tiempo, a la época de nuestra infancia, donde todos los días eran un atardecer, en el que solo estabamos Ethan y yo. Saltar a nuestra adolescencia, cuando nuestros cuerpo se desesperaban por el otro, luego volver a nuestra adultez, donde si hubieramos sido honestos con nosotros mismos, estaríamos juntos en este momento.

-¿Có...? - comencé a decir.
-¿Qué cómo lo supe? - escupiste la pregunta. Asentí. Apreté mis manos con gran fuerza sobre mi regazo. - ¿Ni si quiera piensas negarlo? - Preguntó indignada. Mis ojos se encontraron con los suyos.
-¿Cómo podría? - Bajé la cabeza avergonzado.
-Eso me pregunto yo, ¿cómo pudiste traicionarme a mí entre todas las personas? ¿A mí, tu hermana?
Una vez más, estaba mudo.
-Los vi... - dijo finalmente desviando la mirada y soltando una risa sarcástica.
-¿Qué? - ¿Nos vio? ¿Dónde?
-Fuera de tu apartamento... seguí a Ethan... y... luego vi como metiste tu lengua hasta su garganta frente a la puerta...
"Ethan... Sara llamó anoche...
Lo sé, voy a dejarla, sé que será duro... ¡pero! no puedo renunciar a ti Lexx, no pienso perderte. Te amo".- Pausó - ¿Recuerdas esas palabras?
-¿Cómo no recordarlas? - susurré.
-Ibas a apuñalarme por la espalda, ya era mío, ya habías perdido tu oportunidad en el momento en que me negaste que lo querías, debiste tragarte tus sentimientos Alexander.
-¿Lo sabías? - Respondí atónito, con el fragmento de voz que me quedaba. Te mordiste el labio, como si hubieras dicho algo que querías mantener oculto.
-Lo sabía... pensé que Ethan nunca te amaría, que era heterosexual. Que yo tenía la oportunidad que tú no... y yo no pensaba desperdiciarla - dijo firme. La miré indignado, herido.
-Creo que... - reí para mí - fuiste tu la primera en apuñalarme por la espalda, hermanita querida... - estaba vez fue Sara quien se quedó muda.
-Lo hecho... hecho está. Él es mío -. Fruncí el ceño.
-¿Te conformas con eso? ¿Con una persona que no te ama? ¿Con las sobras que YO dejé? - Pregunté. Frunció el ceño con gran fuerza.
-Sí... con el futuro padre de MI hijo.

Por un segundo, había olvidado la criatura dentro de su vientre. Me puse de pie, me quedé unos segundos mirando la mesa perdido en mis pensamientos.
-Ethan no debe enterarse de ésta conversación, así podré continuar con mi matrimonio y mi hijo... - le di la esplada. -¿A dónde vas? - preguntaste molesta y un poco asustada.
No respondí.
-¿Lexx? - caminé sin mirar atrás -. ¡Lexx! - la escuché exclamar a lo lejos, pero no miré.
Ya había tomado una decisión. Me iré, tal y como Sara me lo pidió, desapareceré de sus vidas.
Puedo mentir y seguir a su lado, pero si seguimos juntos, nada bueno saldrá de esa relación. Si no fuera por ese bebe, Ethan sería libre de rehacer su vida conmigo, pero la realidad no es tan sencilla.

Al regresar a la escuela, mi lugar de trabajo, el tiempo transcurrió de forma fugaz, como si mi cuerpo estuviera en el lugar pero mi mente en otra galaxia.
Miraba a los niños correr y reír. Que bueno es ser joven, sin preocupación, sin presiones.

No recuerdo cómo llegué a mi apartamento, simplemente aparecí allí entre un desastre físico y emocional. Mi hogar, nuestro nido de amor y traición estaba destrozado por mi persona; las cortinas estaban rasgadas y otras en el suelo, las sillas del comedor tiradas en el suelo y una estaba rota, los cogines de los sillones estaban en el suelo y en ciertas mesitas que fueron mis armas para destrozar los jarrones y lámparas sobre ellas, las sábanas de mi cuarto estaban revueltas en el suelo junto con restos de vidrio de la lampara de la mesa de noche y del televisor que se encontraba colgado en la pared. Mis lágrimas eran como el rocío expandido en mi alcoba, no quería comer, pensar, domir, solo quería dejar de respirar para poder liberar mi alma de este suplicio.

Muchos dirían: de amor nadie se muere.
Es cierto, no mueres pero deseas estarlo. Si lo nuestro no hubiese sucedido, creo que hubiese podido sonreír y seguir a su lado como el hermano de su esposa, su hermano legal, su mejor amigo... el tío de su hijo.
Pero el destino tiene otros planes para mí y quizás, es lo mejor.
Nos hemos lastimado demasido entre nostros, incluyendo a mi hermana. Lo que hizo, tal vez no haya sido la acción más leal pero ella luchó por su amor (algo que yo no hice) y por eso la admiro. Ethan al igual que yo, fue un cobarde y aunque lo ame más que nadie y nada em el éste mundo, él hizo algo imperdonable, fue la base de la traición y yo me encargué de forjar el imperio de dolor.

Lo mejor para todos es que yo me vaya, de esa manera, Ethan y Sara podrán comenzar de nuevo y críar a su hijo como una familia.
Las lágrimas caían desesperadamente de mis ojos empapando mi rostro, el aire que respiraba era tóxico, mi pecho se contraía con cada latido. Llevé mi mano a mi pecho, justo frente a mi corazón y apreté mi camisa con gran rabia tratando de diminuir el dolor que sentía en vano.

-Lexx...
-¡Qué te largues! ¡¿Acaso estás sordo?!

Eché a Ethan desesperado y sin piedad de mi apartamento.

-No desaparezcas...

Es exactamente lo que haré.

Los días pasaron y no había respondido ninguna de sus llamadas, ni mensajes. Renuncié a mi trabajo, saqué dinero de mis ahorros, tomé mi maleta y mis objetos de valor y supervivencia.
Luego, me marché.

-Hola Ian, ¿cómo estás? - saludaba a mi amigo por el teléfono.
-Bien, Lexx, ¿a qué debo el honor? - rio.
-Muy gracioso, estoy en medio de una fuga y me preguntaba si...
-Estaría encantado de verte y tenerte en mi casa - susurró de forma melosa, que sentí un leve cosquilleo y me estremesí.
-¿En serio? ¿No seré una molestia? - pregunté mientras mordía mi labio inferior con ansiedad.
-Lexx, para nada, ¿no recuerdas como nos divertiamos, especialmente en las noches? - reí y nuevamente, me estremecía con su juguetona voz en mi oido.
-Ay Ian - dije entre risas.
-¿Cuándo vienes? - me preguntó.
-Hoy mismo si te parece - dije con voz sombría.
-En ese caso, te espero, me llamas apenas llegues a la estación - no respondí - ¿hola? ¿Estás ahí? ¿Hola?
-Ya estoy aquí... - respondí avergonzado.
-Lexx... - rio - voy por ti.

Esperaba en los asientos frente a la plataforma, la brisa corría con gran fuerza revolviendo mis cabellos y levantando papeles y basuritas que estaban tirados en el suelo. Los minutos pasaban rápidamente pero mis latidos estaban aun acelerados por la reciente conversación con Ian.

Ian es mi ex novio.

Dejé a Ethan a un lado y me marché. Aún estaba conmocionado por ello, la pesadez de conocer la verdad pesa como una tonelada de ladrillos, y la repentina noticia me calló como un piano sobre la cabeza como en las antiguas cómicas que pasaban por la televisión, aquéllas notas sonaban como una trágica melodía en mi cabeza. Por momentos me sentía el protagonista de un video musical, uno con una suave y melancólica melodía en la que mi amor aparecería en cualquier momento, agitado de correr e mi búsqueda, donde una gota de sudor se deslizaría de su frente a su exquisita barbilla y una sonrisa adornaría su rostro al verme.
Pero la realidad es otra, no soy el protagonista de una historia, solo soy un desafortunado más víctima del mundo real, un mundo en que las cosas no aparecen por antojo del autor, uno en que debo luchar por lo que quiero y he demostrado un sin fin de veces el poco valor y la poca confianza que me tengo a mí y a mis actos.

-Lexx - una grave voz sonó a lo lejos, se acercaba moviendo alegremente su bien trabajado brazo saludándome.
Su cuerpo tonificado oculta bajo un suéter algo ajustado color azul a juego con un jeans chocolate, sus ojos rasgados y verdes como las hojas en plena primavera me miraban con gran asombro y alegría. Sus fuertes rasgos me robaban el aliento. Su grandes manos, siguen igual de impresionantes como yo laa recordaba. Sus labios igual de carnosos y seductores como en mis recuerdos.

Quizás, podamos darnos otra oportunidad.
Nadie puede predecir las vueltas que da la vida.

El esposo de mi hermana (Yaoi-gay) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora