Phil tenía 15 años y sabía que su familia no iba ayudarlos de todo. Claro, agradecía que ellos pagaran todo el funeral entre otros costos que pueden haber en esos casos y juraban que les ayudarían todo lo que podía pero no era ningún tonto para saber que eso no era verdad. O al menos no iba a durar lo suficiente. Tampoco tuvo nada del seguro de vida; no soltarían ningún billete por un suicida.
Ahora tenía que alistar a sus hermanos para el funeral. Will parecía muy distante y cada vez que quería hablar con él solo se echaba a llorar; su culpaba de la muerte de su padre y aunque el intentaba hacerle ver que no era cierto no había modo de convencerlo; Bill por otra parte parecía muy calmado entre toda la conmoción y parecía no separarse de su gemelo. Al menos le ayudaba un poco a calmarlo.
—No entiendo porque hacen esto, papá ya no está, eso es solo su cadáver— se quejaba el pequeño rubio mientras trataba de quitarse el moño del traje que le habían puesto hacer. Él estaba con su hermano en la sala de su casa, esperando a su hermano para ir a la iglesia donde se efectuaría el funeral y próximamente el entierro en un cementerio en unos diez kilómetros de distancia.
—No digas eso Bill, eso es una forma de despedirse de él— susurro el chico de cabellos azules a su hermano menor que estaba decaído, algo que no debía ser una gran sorpresa.
—Pero es la verdad— reprocho frunciendo el ceño— solo es un cuerpo sin vida— bufo un poco al ver como Will comenzaba a llorar— todos se toman tan a pecho esto— dijo logrando quitarse la prenda.
—Bill ¿puedes dejar de ser así?— apareció el pelirrojo. Le sorprendió el hecho de que Will corriera para abrazarlo de la cintura.
—Yo no quiero ir— se negaba— todos los demás son unos mentirosos, a nadie le importo papá hasta que se murió...no le importamos a nadie— bajo la mirada.
Phil se quedó callado mientras abrazaba a su otro hermano que poco a poco comenzaba a calmarse. No podía negar lo que decía el pequeño Bill, tenía razón. Su padre había tenidos grandes problemas económicos y nadie se había atrevido a darle la mano. Ahora que estaba muerto se suponía que lo querían. Malditos hipócritas.
—Tenemos que ir, Bill. Si no es por él, vamos como los hermanos que somos— dijo Will, que separándose de su hermano mayor extendió su pequeña mano. El rubio solo le miro confundido, sin embargo no tardó mucho en tomar su mano, resignado— ¿ya nos podemos ir, hermano?— pregunto dirigiéndose al pelirrojo.
—Si vámonos— asintió apenas.
...
Las iglesias no eran del agrado de Bill. Sus grandes construcciones, y sus figuras donde mostraban el tormento de los santos- en especial esta, donde su centro estaba una estatua gigante de Jesucristo crucificado. Se suponía que el miedoso era Will, pero él estaba muy tranquilo, sentando a su lado ¿Cómo podía estar tan calmado en ese lugar tan oscuro? Es más ¿Por qué no estaba llorando como siempre? No es que fuera un ejemplo de la tristeza, pero Will era muy depresivo y ahora estaba como si nada.
Por supuesto que él no quería ir porque no le encontraba sentido. Aquel cuerpo que estaba en el ataúd ya no era su padre. Era solo un cadáver. Pero también debía de admitir que había otra razón: no soportaba ese lugar.
No pudo soportar estar más de veinte minutos para abandonar el recinto. Nadie lo detuvo, ni siquiera sus hermanos. Pudo ver como algunos incluso lo miraban con compasión. El pobre niño que negaba la muerte de su padre. No podían estar más equivocados. O tal vez sí, no estaba seguro.
Respiro hondo cuando estuvo afuera y se sentó en la banca. No se atrevía a voltear, se sentía nervioso. Sin poder ser capaz de controlar sus movimientos, se agarró de sus cabellos rubios y empezó a jalarlos con desesperación.
—Oye ¿estás bien?— escucho una voz a sus espaldas.
—Vete— gruño pero el sujeto en lugar en lugar de hacerle caso, se sentó a su lado. Lentamente volteo a verlo.
Era un adolescente de más o menos la edad de Phil. Vestía completamente de blanco, de hecho era una especie de túnica; alguien cercano de la iglesia, pensó vagamente. Era de estatura media, piel pálida y una cabellera rebelde castaña que cubría parte de su frente. Sus ojos del mismo color que su cabello le miraban con calma; de hecho lo hizo sentir como tal que dejo en paz sus cabellos.
— ¿Quién eres?— pregunto el niño— ¿Por qué estás aquí?— pregunto.
—Me puedes llamar Dipper— dijo el joven dejando confundido a Bill— no es mi nombre, pero como todos me dicen así, me familiarice con eso— explico para reír un poco nervioso.
— ¿Bien? Pero ¿Por qué estás aquí?
—Te vi salir, y me preocupo— admitió.
— ¿Te preocupo?
—No pensé que estuvieras bien para salir así— dijo — ¿te duele la muerte de tu padre, no?
—Yo...si— susurro— pero ahora no está, no quiero estar ahí.
—Los funerales no son tan malos. Son como la última fiesta que le damos a un ser querido— su voz sonaba melancólica y el pequeño se preguntaba si él también había tenido que vivir algún funeral.
—Pero ¿Qué sentido tiene si no están?
—Tengo fe que pueden verlo— dijo viendo al cielo— y eso les gusta.
—Eso es extraño— hizo una pequeña mueca— pero suena lindo— sonrió triste— ojala nos viera, no quería que nos dejara solo— su voz poco a poco se iba quebrando— por nuestra culpa se murió. No nos quiso y se fue— empezó a sollozar. Tal vez guardar todo para si no había sido tan buena idea. Extrañaba mucho a su padre, igual que Will, pero a diferencia de su hermano que lo demostraba a cada momento, para él era la primera vez.
Pero pronto su llanto ceso cuando sintió como unos brazos lo envolvían. Abrió sus ojos viendo como Dipper le tenía abrazado. Cerro de nuevo sus ojos sintiendo como más lagrimas caían para abrazarlo igual. Cálido, ese abrazo la sentía cálido.
—Bill— se separó del castaño para ver como sus hermanos estaban ahí— ¿Por qué saliste? ¿Por qué estas llorando?— rápidamente Phil tomo a su pequeño hermano para mirar mal al castaño.
—Yo no le hice nada— negó, de hecho el pelirrojo no era el único que le miraba con desconfianza. También estaba el pequeño que era idéntico a Bill a diferencia de sus cabellos azules. Algo muy raro, pero a sus 18 años eso podía verlo como algo normal—Lo juro.
—Él tiene razón— dijo apenas Bill que se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.
—Ya tenemos que ir al entierro, vámonos— sin darle tiempo de responder Phil le jalo para adentrarse de nuevo a la iglesia, siendo seguidos de Will. Bill solo pudo voltear y despedirse con la mano de Dipper. Le había consolado y escuchado, casi nadie eso por él que siempre lo tomaban como alguien molesto y fastidioso. Sentía que había encontrado un amigo.
Continuara.
Bien, aquí tienen el segundo capítulo y aparece Dipper.
¿Alguien más aparte de yo ve la gran pedofilia que va haber? Dipper tiene 18 y Bill solo tiene 6 :v
En fin, realmente esperen el siguiente capítulo pronto, nos vemos.
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Demonios.
Fanfic¿Quien no puede confiar en la inocencia de un niño? Advertencia: Este fic tocara temas que pueden dañar la sensibilidad por la crudeza de sus escenas, si crees que esto puede ir mas alla de ti, se recomienda discreción.