Al día siguiente, a eso de las ocho de la mañana, se encontraban los cuatro en la oficina del Jefe de Aurores de Londres, Harry Potter, listos para realizar una visita inspectiva a Azkaban, tal como lo habían acordado durante la reunión anterior.
El alcaide de mencionado recinto, el Auror Samuel Martin, los esperaría en la recepción de la prisión para acompañarlos en la inspección y guiarlos por las diferentes dependencias. Para ellos, ver ese lugar e indagar era primordial en la búsqueda de alguna pista sobre lo que estaba ocurriendo.
Cuando Voldemort fue derrotado y el nuevo ministerio asumió, una de las primeras medidas que adoptaron fue desterrar a los Dementores de Azkaban. Sin embargo, y para mal de muchos mortífagos, el nuevo ministerio mantuvo a algunos allí para dar el castigo que se merecían a los seguidores más acérrimos del «"Que-no-debe-ser-nombrado», quienes con el tiempo, también fueron desterrados.
Para Draco regresar a ese lugar no era muy alentador puesto que estuvo recluido allí durante algunas semanas después de la guerra a la espera de su juicio. Lo que vio y escuchó en ese lugar, no se lo daba ni a su peor enemigo. Además durante ese periodo su padre, quien había logrado escapar a la ley, había sido asesinado por otros mortífagos. Todo eso confabuló en la precaria salud de Narcisa Malfoy, su madre.
Hermione advirtió algo sombrío en la expresión de Draco. No era el mismo que tenía ganas de iniciar ya la cacería y que además, se le había insinuado el día anterior. Entendía... sabía qué le pasaba... Conocía esa expresión...
Cuando ella perdió a sus padres, luego de la guerra en manos de un grupo de mortífagos que dieron con el paradero de ellos, jamás pudo regresar a la casa que alguna vez llamó hogar. Sentía que el dolor y la esencia de esas dos personas que tanto la amaron, aún estaba allí y ella no podía hacer nada. Murieron sin saber por qué y sin recordarla a ella como hija. Eso le desgarraba el alma noche tras noche cuando a solas lloraba su ausencia, mientras se maldecía a sí misma por no haberles hablado con la verdad; por haber determinado el futuro de ellos; por haber pensado por ellos. Quizá si ella no hubiese hecho nada, tal vez y solo "tal vez", habrían tenido una oportunidad para salvarse. Esa era su culpa.
Una mirada triste se cruzó con la de Malfoy, quien desvió el contacto visual al instante. Temía que sus defensas estuviesen disminuidas y que Granger, con los años, se hubiese convertido en legeremántica. Sin embargo, ese breve contacto bastó para que, lejos de lo que pensaba, le alcanzara a él para ingresar a la mente de ella y viera que recordaba a sus padres, muertos en manos de mortífagos.
Ahora se daba cuenta de que su vida, a pesar de haberla creído diferente a la del resto, no distaba mucho de la de Granger. Ambos habían sufrido la pérdida de sus padres. Él, por un lado, a su padre muerto en manos de quienes alguna vez compartieron su mesa o se reían de sus delitos: esos mismos mortífagos que eran su logia, fueron también sus verdugos.
Y por otro, su madre, a quien la muerte de Lucius, la caída en desgracia del apellido Malfoy y el miedo también de perder a su hijo, habían minado la entereza de Narcisa, dejándola sumida en un mundo de fantasía, en donde solo ella existía. Su madre ahora, con los años, estaba quieta... no hablaba, no se quejaba, solo se dedicaba a mirar el bosque cercano a la mansión, sentada en su mecedora a la orilla de la ventana del segundo piso. Rodeada de un par de elfos y sin recordar nada.
Una enfermedad tan muggle que ella jamás se lo hubiera imaginado, la había atacado. Su mente día a día se cubría de trazos color marrón, cerrando el paso a los recuerdos y marcando senda hacia la niñez. Sí, Narcisa sufría del mal de Alzheimer. Solo se mantenía con algunos medicamentos muggles y con ayuda de enfermeras y sanadores de San Mungo, pues ni la magia surtía efectos cuando la enfermedad era irreversible, o cuando el paciente no quería curarse. Quizá irse de la realidad para Narcisa era lo mejor, que vivir el horror de los recuerdos del tiempo al lado de Lucius, de las atrocidades que fue víctima por parte de Voldemort y de la despiadada de su hermana, Bellatrix Lestrange.
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El Secreto de tu Mirada
SonstigesAutoras: Laura Lunática / Ginger Lestrange Queridos lectores, les presento la nueva historia en colaboración a mi amiga Laura Lunática quien tiene una loca imaginación al igual que la mía. Esperamos les guste leerla, tanto como a nosotra...