Draco Malfoy aún no tenía el alta médica, a pesar de él mismo haberla solicitado, pues sentía que estaba en condiciones de regresar al trabajo. No obstante, el médico de cabecera no lo había autorizado y por lo mismo, luego de cerciorarse de que él se quedaría un día más en San Mungo, Hermione Granger se había retirado al recibir una lechuza por parte de los Weasley. Él hubiese deseado que se quedara junto a él, pero ¿para qué? Ni idea, tal vez solo para mirarla o para discutir cualquier tontería. Esa pequeña arruga que se formaba entre las cejas de ella y el movimiento extraño de su boca, pequeños detalles que cada minuto que transcurría los admiraba más...
¿Qué había ocurrido en la vida de Granger para que aún estuviera sola? Tal vez lo mismo que a él. Privilegiar su profesión por sobre su vida personal, lo había enajenado de una real y duradera relación sentimental, eso sumado al repudio popular al que fue expuesto una vez que se libró de la cárcel.
Quizá por eso estuvo tanto tiempo agazapado en Hogwarts como profesor, confinado en la oficina que antes fuese de su padrino. Oculto al común de la sociedad y evitando que su nombre fuese sacado a relucir en alguna reunión o publicado en el periódico. Ya bastante había tenido con la mediática mala propaganda que por causa de su padre había vivido, como para buscar ser famoso, o como él mismo se autodenominaba: «in-fame», ante el resto de los magos. Era mejor el silencio, la oscuridad, el anonimato que verse humillado recordando a cada instante que su apellido rodaba por las alcantarillas a causa de malas elecciones familiares.
¿Quién lo diría? Él, que tuvo un pergamino interminable de admiradoras esperándolo y suspirando por él... que siempre lució seductor para el género femenino, hoy pensara en solo una mujer. Una que conocía desde hacía muchos años y que solo ahora, luego de haber compartido tan solo unas horas con ella, podría decir que le interesaba más de lo que pudiese alguna vez haber imaginado. Porque a decir verdad, si bien muchas veces en su infancia la sentenció de boba y fea, hoy de solo recordar esos vocablos, le daba risa y la vez, contradicción. Quizá el hecho de sojuzgarla y de burlarse, era simplemente el deseo reprimido de negarse a que Granger le interesaba. Hipótesis que solo hoy, después de años, podía a analizar a cabalidad, luego de haber ejercido la docencia, en donde había sido testigo de cómo los adolescentes, utilizaban las riñas como medio de aproximación a quien le gustaba. Tal vez eso le sucedió a él... tal vez no...
Lo único que ahora le importaba era que como compañera de trabajo —que esperaba mantener— tenía a Hermione Granger, una mujer inteligente y que , lejos de lo que pensó en muchas ocasiones, era interesante y totalmente cautivadora, a pesar de su origen... ¡origen! ¿Cómo a estas alturas aún pensara en esas estupideces de la sangre? Tan Malfoy era que sin querer volvía a remembrar las arcaicas y xenófobas enseñanzas de su padre. Hoy todo era retrógrado y él mismo se recriminaba esas ideas que sin querer se cruzaban por su mente.
Dio un fuerte respiro, en su mente no había más espacio que para esos ojos marrones y para una duda que le calaba los huesos. ¿Qué había ocurrido con ese ataque de Dementor? ¿Por qué ese engendro se había ido con tan solo girar su cabeza hacia él? Un vuelco dio su corazón al presentir que la respuesta estaba en él y que temía que eso volviese a ocurrir.
Granger era inteligente y astuta, ella lo podía ayudar. Debía confiar y decirle lo que en su mente estaba y debía ser pronto. ¡Ahora mismo! No tenía por qué esperar a que un medimago le dijera lo que pudiera o no hacer. El tiempo transcurría y era irrecuperable si perdía en una cama de hospital a sabiendas que podría estar trabajando, buscando a los hacedores de tanta desventura y por sobre todo indagar qué papel jugaba él en todo esa mañana urdida por quien sabe qué mente retorcida.
Se puso de pie y luego de un par de movimientos estaba listo para largarse de ese lugar, pero no lo haría sin ella.
—Entrar en tu mente, es querer escalar el Everest sin saber nada de alpinismo o sin magia... Es pensar que el hielo eterno se diluye solo con la mirada. Pero debo hacerlo, necesito que veas por mí. Hay cosas que ni yo entiendo y que no soy capaz de confiarle a nadie. Quise hacerlo antes, pero era imposible. Granger, ven, es necesario. Deja lo que estás haciendo, todo puede esperar, esto no. Granger, ven...
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El Secreto de tu Mirada
RandomAutoras: Laura Lunática / Ginger Lestrange Queridos lectores, les presento la nueva historia en colaboración a mi amiga Laura Lunática quien tiene una loca imaginación al igual que la mía. Esperamos les guste leerla, tanto como a nosotra...