Tus ojos, Draco

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Ya no había Dementores en ese lugar pero el frío era espantoso. Sentían sus manos congeladas, como témpanos de hielo. Se las metían en sus bolsillos con el fin de capear un poco el hielo reinante. Tanto ella como Draco habían sido recibidos por el Alcaide de la cárcel, un Auror de aspecto severo, y de casi dos metros de altura, un hombre de piel oscura y de facciones no agradables. Ojoloco Moody era una Veela al lado de este hombre que mostraba más de una cicatriz en su rostro y su cabello se veía a trazos en su pelona cabeza.

Draco intentó no mirarlo directamente pero el hombre estaba acostumbrado a ser objeto de admiración y de burlas. Pero a sus años, eso ya nada le importaba.

—Joven Malfoy, la belleza es efímera. No me creerá, pero igual tuve lo mío en mis veinte... Vengan por acá. Síganme. Me dijeron que querían ver los aposentos de los Dementores y como les dije, ellos no tenía dormitorio... por llamarlo de algún modo. Ellos son entes muertos que vagan por el mundo buscando almas. El ministerio los mantuvo a raya por mucho tiempo, pero fieles a su maldad prefirieron obedecer las órdenes de ustedes sabe quién... —dijo mientras los guiaba hacia una escalera de piedra que se veía interminable desde abajo—. Pero bueno, como les decía ellos no tenía un lugar específico, solo pululaban por todas partes. Sin embargo en la torre más alta del vigía, que es a dónde vamos, era en dónde debía haber siempre uno o dos Dementores. Allí acostumbraban a juntarse y volar en círculos, sobre todo las noches más oscuras o cuando la mar estaba embravecida.

—¿Cree usted que hacían alguna especie de reunión? —preguntó Draco mientras se detenía frente a la escalera que llevaba hasta la torre más alta del vigía.

—Ellos no se comunican. Son individuales y no saben nada de vivir en comunidad. No piensan, no sienten... solo quieren devorar las alegrías de las personas... ese es su alimento.

—¿Sabe usted el origen de los Dementores?

—Creo que sé tanto como usted, señorita. Dicen que son seres del inframundo... otros dicen que antes fueron humanos y que al tener un alma oscura y sometidos a muertes trágicas, agónicas o tortuosas, su cuerpo muta y su mente se nubla.

Draco miró a Hermione para indicarle que eso sí era una pista importante, ella asintió

—¿Y usted sabe de alguien que se haya convertido en Dementor? —inquirió Hermione mientras comenzaban a subir los escalones.

—Puede que sí... puede que no... muchos mortífagos, tanto de la última guerra, como de la anterior, murieron. Muchos en circunstancias muy malas... torturados por sus iguales. No sería raro que muchas de esas almas anden por ahí, intentando matar o matando solo por instinto.

—¿Usted no cree que ellos piensen? —indagó Draco.

—¿Pensar? Pensar es una capacidad superior de los seres humanos, aunque también algunos animales lo hacen y algunos seres mágicos, por supuesto... pero un Dementor, no. Ellos solo obedecen a su instinto.

—Señor, el preso de la sala de aislamiento está pidiendo su presencia y dice que si no va, se ira a huelga —era otro Auror, un joven de no más de veinte años que lo llamaba desde el piso inferior. Al parecer tal información le había caído de maravillas al Alcaide, pues de inmediato comenzó a descender.

—Ustedes sigan. Busquen, revise... hagan lo que tengan que hacer.

Hermione solo miró a Draco y este con un gesto de su cabeza, le señaló que prosiguieran.

—Gracias. Le avisaremos cuando terminemos —dijo Hermione al Alcaide.

—No se molesten en buscarme, de seguro estaré ocupado —respondió el hombre saliendo presuroso del lugar.

El Secreto de tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora