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- Señorita, cierre la ventana, por favor.

Stefanie. tomó una última foto del paisaje londinense que se veía desde el auto y subió la ventanilla de mala gana. Tuvo que aguantar ocho horas de vuelo sentada en un asiento, sin poder levantarse o siquiera sentarse en forma hindú, y aunque tuvo la paciencia para aguantar el estirado viaje ya no podía contenerse más. Solamente había aceptado

aquel viaje por la experiencia cultural; no por la tonta idea que tenían sus padres de hacerla estudiar en una de las Universidades más prestigiosas de Londres; no, ella ya sabía que quería ser, de que quería vivir, y era ser fotógrafa.

Toda su vida le había interesado el arte en todo tipo de sus expresiones. Música, pintura, baile, escultura, tatuajes, lo que fuese, a ella le encantaba. Su alma era libre, y nada lo expresaba mejor que todo eso.
Se acomodó nuevamente en el asiento, sentándose de forma hindú antes de tomarle una foto a la calva prominente del chofer y reír por la ironía de la vida.
Sus padres, burócratas estadounidenses, siempre habían soñado que su hija se convertiría en algún tipo de Senadora o algo por el estilo, siempre soñaron en que su pequeña dulzura de cuatro años que solía bailar ballet fuera una mujer con un cargo político digno, y ese viaje formaba parte de los grandes sueños de sus papás. Sí; sueños de sus padres, no de ella.
La imagen de una joven de 19 años con traje ejecutivo, cabello virgen y piel inmaculada que sus padres se habían hecho de ella se había ido al caño el día en que ella llegó con el cabello teñido de un bonito rojo oscuro. Sus padres estuvieron a punto de matarla, pero poco a poco simplemente se acostumbraron a verla teñida de un color diferente todos los meses. No era rebeldía; era libertad.

- Gordon -Murmuró con un exagerado tono británico al tiempo que se reclinaba sobre el asiento- ¿Cuánto falta para llegar? Me muero del hambre, Gordon... -Stefanie. sonrió y le desordenado el poco cabello que le quedaba- ¡A ver, dime algo!

- Llegaremos en pocos minutos, señorita. Haga el favor de sentarse -Dijo con tono calmado, sin inmutarse ante su desordenado cabello.

Stefanie. soltó un suspiro y le sacó la lengua antes de dejarse caer boca arriba en el asiento nuevamente. Sabía a la perfección que a Gordon no le gustaba su aspecto, ¿Y cómo culparlo? El pobre hombre tenía instrucciones de recoger en el aeropuerto a una linda chica de 19, ojos café y cabello oscuro , y se encontró con ella. Una chica de 19, antes cabello oscuro de nacimiento y gracias al más reciente químico colocado en su cabeza lucía en ese preciso instante una cabellera verde que hacía contraste con su blanca piel. Su pircing en el ombligo, una linda piedra verde sobresalía gracias a la camisa holgada y remangada sobre el abdomen que llevaba, por no mencionar unos jeans demasiado ajustados. Sí; el pobre hombre debió de llevarse un buen susto cuando la recibió; pero estaba acostumbrada a eso.
Se mordió el labio inferior, iba a ser inmensamente divertido ver el rostro contraído de la mejor amiga de su madre cuando viese a la que sería su huésped por los próximos tres meses.

- Oh, Gordon... Tú alma debe ser increíblemente vieja -Le dedicó una sonrisa burlona, sacó el Ipod de su bolso y colocó Reincarnate de Motionless in white a todo volumen- ¡Vamos, hay que darle sabor al viaje!

Meneó su cabellera de un lado a otro al ritmo de la canción y al ver que el chofer ni siquiera se molestaba en dar señales de enojo dejó de hacerlo. Se recostó sobre el asiento y dejó que el Ipod descansara sobre su descubierto abdomen mientras se imaginaba el estrago que causaría en su próxima casa temporal.
Sería divertido, sin dudas.

Su Ipod se había quedado sin baterías, su celular estaba completamente sin señal y el silencio sepulcral de Gordon la estaba asfixiando. Necesitaba hacer algo, no podía quedarse quieta y encerrada en un lugar por mucho tiempo; la consumía.
Soltó un grito de desespero, que al parecer, llamó la atención del calvo chofer que con una sonrisa la miró por el retrovisor para encontrarse con la figura de Stefanie. hecha un ovillo en el asiento.

DarkGirl in Troubles -James Sullivan-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora