El edificio toma venganza.

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Capitulo dedicado a venicegxrl

Una persona de cabellos morados estaba comprando dulces en el supermercado, para su inesperada salida nunca pensó que se encontraría con aquel niño de poca presencia.

- ¿kuroko puedes venir a mi casa ahora?

- Claro que si cariño -lo mira con lascividad-.

Finalizada la compra de cada uno. Kuroko sigue a Murasakibara-kun a su casa. Entran a la vivienda del mayor, este le dice que vaya a su pieza y se ponga cómodo.

- ¿Kuroko puedo ser el seme por hoy día? -musita de la nada-

- Si, si puedes Murasakibara-kun -se sonroja-.

Se acerca a kuroko al escuchar su respuesta y le da un beso, insertando su lengua en la cavidad bucal del pequeño, juntando sus lenguas en una danza pervertida que estaba excitando a ambos por igual. El mayor se separa del menor, dedicándole una sonrisa amable.

Lo vuelve a besar con la misma intensidad, además, empieza a tocar la entrepierna del menor, manoseándola lentamente, logrando que emita gemidos de excitación.

Kuroko por instinto, también toca al mayor, probando que jadeara igual que él, las caricias y besos iban cada vez más en aumento, la lascividad de ambos era notable en la atmosfera.

Se desvistieron mutuamente, quedando únicamente en ropa interior, sucesivamente fueron a caer sobre un sofá bastante inmenso, en el cual optaron por la postura más conveniente, el 69.

Kuroko lamia la longitud del contario, lo miraba con intensidad, ya bastante levantada (duro), engullo el miembro, sintiendo en su cavidad la total intromisión. El mayor suspira por el placer que genera el contrario, y hace los mismo que él.

Minutos después, por la excitación del las acciones y gemidos de cada uno, ambos terminan eyaculando en las respectivas cavidades bucales, los dos retiran lentamente su boca de esa zona intima.

Kuroko se sienta encima del edificio, el cual comienza a besarlo suavemente, con ternura, paciencia y cariño, deleitándose con los labios del menor, tan suaves, esponjosos, blandos, eran como una droga para él.

El más alto dirige hábilmente su mano al trasero del adyacente, el cual aprieta, masajea y jala con ternura, segundos después inserta un dedo en el esfínter, para dilatarlo obviamente.

Se retuerce de dolor y placer al sentir aquel intruso en su interior, mira al mayor, le da besos en el cuello e intenta calmarse, sabe perfectamente que si no se relaja la dilatación se demorará.

Movimientos en círculos eran producidos por el intruso, el menor solo suspiraba, otro dedo era introducido y con ello movimientos en forma de tijera eran generados, se sentía como si en cualquier momento las paredes eran desgarradas, pero no fue así, solo se ensanchaban lentamente.

Retiro sus dedos, produciendo un sonido de succión al terminar de sacarlos, miro al pequeño y le da besos por su cuello, también por su pecho.

- Hazlo tú mismo pequeño -decía tiernamente, pero con un tono lujurioso-

El contrario solo asintió, levantando sus caderas un poco, agarro el miembro del mayor, posicionándolo justo en su entrada y fue bajando lentamente, percibiendo como la longitud corrompía sus paredes.

Brincaba sobre la inmensa virilidad, provocando que jadeara de placer y éxtasis, el mayor lo sujetaba de sus caderas, apreciando en su total esplendor el cuerpo del que estaba penetrando, es tan blanco, delicado, hermoso, "me dan ganas de quitarle su total inocencia", pensó.

Sus paredes apresaban su longitud, pero eso no lo detuvo en lo más mínimo, lo penetro con suavidad, y el ritmo iba en creciente, como retenerse con tal vista y sonidos producidos por su víctima.

Gemía de satisfacción, sentía como su miembro palpitaba por atención, lo cual fue cedido, el mayor lo masturbo sin haberle dicho nada, simplemente era exquisito, lo estaba embistiendo y masturbando, aquello solo generaba jadeos sonoros que resonaban entre las paredes.

Unas cuantas embestidas más y terminaron eyaculando, el menor en el estomago del mayor, el otro dentro, dejándolo repleto de semen, pero aquello no lo detuvo, no estaba satisfecho, necesitaba mayor éxtasis.

Murasakibara prosiguió embistiéndolo, esta vez con mayor brutalidad, parecía una bestia sumida en el pacer, claramente era eso o un adicto al sexo. El más bajo se aterro, gemía, pero de placer y dolor, a pesar de que su interior estuviese dilatado, aquello era demasiado, quería correr, escapar, le estaba doliendo.

- D-deten... -sus palabras quedaron en el aire al sentir una fuerte embestida, pero aquello le produjo un placer inexplicable-

Ignoro completamente a Kuroko, lo penetraba profundamente, llegando a sentir algo blando en la punta de su miembro, supuso que sería la próstata del menor, eso solo genero que sonriera macabramente, siguió sumergiéndose en su interior, estrellando el extremo de su virilidad contra el punto P de este.

Jadeaba, gemía, de deleite, era un placer muy diferente al que había sentido todas sus anteriores veces, le hacia perder la cordura, la paciencia y sobre todo su capacidad de sentir el dolor.

Entre varias embestidas más, termino corriéndose por segunda vez en su esfínter, llenándolo completamente con su esencia, el menor no se quedó atrás y había esparcido su liquido seminal de nuevo en el abdomen del agresor. Salió lentamente de aquel sector estrecho y semi-dañado.

30 MINUTOS DESPUES DE LO OCURRIDO.

- Murasakibara, eres un cruel e insensato, no puedo ni pararme me duele mucho el trasero, ¡¡estúpido!! -hace un puchero y una mueca de dolor-.

- Kuroko, te amo -le besa la frente-.

- Con que me amas, ¿no?, Soy un puto -le dice kuroko enojado-.

- Te seguiría amando lo fueras o no -le sonríe cálidamente-.

Fin

Quieres... tener... sexo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora