Capítulo 25: Si tú me picas, yo te pico

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Narra Noelia

Había planeado este viaje hace dos meses, nunca pensé que tendría que hacer esto, pero, sacar el plan ahora, cuando pasó lo que pasó me parecía de lo más bonito. El Malecón del Puerto Vallarta en Jalisco, siempre me había parecido un sitio especial para visitar y, más me había llamado la atención cuando Blas se había autodenominado mexicano de corazón. De todas las formas posibles, acabaría llegando a este lugar tan emblemático.

Lo de la mini limusina, tuve que prepararlo a última hora con el sudor del esfuerzo y la constancia...

No sólo me había parado en ello, sino que, también tenía algo preparado para toda la semana, algo, que me devolvería a Blas.

Hablando de Blas, en cuanto habíamos llegado a la habitación se había tirado en la cama y, se había quedado frito sin apenas taparse.

Dejé la maleta a un lado y me aproximé a él.

-Descansa, chiqui... Te lo mereces...

Lo descalcé de un forma cariñosa para no despertarle, pero luego tuve que hacerlo para que se pusiera el pijama o, al menos, para que se tapara con las mantas.

-Bff... Tengo un cansancio... -Se me quejaba.

-Lo siento... Anda, duermete...

-¿Tú no vas a dormir? -Me preguntó metiéndose en la cama y tapándose con las mantas.

-No... Tranquilo, estoy bien...

Eso no le había parecido convincente, mis ojeras hablaban por sí solas, así que golpeó varias veces su lado contrario, hasta que terminé accediendo, no sin antes ponerme el pijama.

Me acosté a su lado, cosa que me hizo sentir por un lado incómoda pero por otro, realmente completa.

Blas me arropó, como si yo fuese una niña y, sin esperármelo, recibí un beso en mi mejilla de su parte. Me abrazó fuerte por mi cadera y, en apenas unos minutos, me quedé rendida.

(...)

Me desperté al lado de Blas, cara con cara. Y allí estaba esa sonrisa que me había enamorado hace practicamente siete años. Esa sonrisa tan comestible. Me entraban unas ganas atroces de despertarle con un beso, pero por desgracia, tendría que currarme para que esas mañanas volviesen a ser rutina.

Lo observé hasta que hizo el gesto de despertarse. Yo me hice la dormida, pero no me sirvió de mucho.

-No me gusta que me espíen mientras duermo... -Se reía.

-¿Ah, no? -Me uní a su risa.

-No.

-¿Y eso desde cuándo?

-Desde que me alejé de ti...

-Volveré a recuperarte, Blas... Lo haré... Ya verás...

-Lo dudo, te lo voy a poner difícil.

-No lo creo, ahora mismo, me estás sonriendo y, me estás abrazando...

-¿Y? Estoy acostumbrado a dormir abrazado a Alexia. ¿Te molesta? Es que tú también me estás abrazando.

-Pues te abrazo porque yo también duermo así con el pequeño Blas. Y no, no me molestas.

Nos quedamos en silencio. Me deshice de su abrazo en cuanto, golpearon a la puerta. Fui a abrir y, una señora más o menos de mediana edad nos trajo el desayuno...

-Servíos todo cuanto queráis...

-¿Enserio? -Dijimos Blas y yo al unísono. Nos miramos y empezamos a reírnos.

Las Sorpresas de La Vida (Auryn-Blas) 2ª TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora