Capítulo 3: Noche teñida en sangre.

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La noche había caído sobre París. Una lujosa limusina se aparcó frente a la casa de Marinette. Ella bajo apenas oír la bocina, se despidió de sus padres y subió al auto.

Usaba un bello vestido de corsé rojo, con una falda negra de puntos rojos top de corazón. Había optado por dejar su cabello suelto, el cual era coronado por una bella tiara dorada. Su antifaz era parecido al que usaba cuando era Ladybug, pero su fondo era negro y los puntos rojos, de su cuello colgaba aquél collar con forma de mariposa y en sus pies de hayaban zapatillas de cristal. Aunque ella lo veía como un gran cliché, no reprochó en absoluto.

Atado bajo su vestido, se encontraba la daga con la que le pondría fin a la vida de aquel gato.

Temblando de frío y miedo dentro de la carroza. No podía creer lo que iba a hacer. Él era su compañero, su mejor amigo, su casi hermano, y debía matarlo... ¿De verdad estaría bien hacerlo?

Vamos, ¿por qué dudas?, te daré lo que mas quieras, sólo debes seguir mis ordenes. Recuerda, si antes de las campanas de la media noche no lo matas por voluntad propia, yo me encargaré de que lo hagas.

La muchacha apretó puñados de su vestido y asintió, una débil sonrisa se dibujó en sus labios.

—ya estoy deseando que cumplas tu parte del trato, Hawk Moth.— Murmuró lo mas bajo posible.

El coche se detuvo, ya habían llegado. El chofer le abrió la puerta y extendió una mano para ayudarle a bajar, ella soltó un suave “gracias” y entró.

Una bella decoración al estilo victoriano la recibió. Decenas de personas se hayaban bailando en la pista, usando máscaras y antifaces. Los violines, violas y flautas se coordinaban a la perfección, formando con su sonido el tercer movimiento de Sonata claro de luna.

Varias personas al verla entrar, sonrieron y asintieron en forma de saludo. Ella hizo lo mismo.

Buscaba con la mirada, aunque no sabia a quien debía buscar o que debía hacer ahora.

Una suave voz le susurró al oído.

Busca a un hombre enmascarado entre la multitud, ata la daga bien bajo tu vestido y sigue el plan para arrebatarle todo lo que posee.

Asintió, mas cuando estaba dispuesta a empezar a buscar, se topó con un hombre de cabellera rubia, atada en una coleta baja y despeinado, orejas de gato negras en su cabeza y una mascara de igual color.

“Es él pensó.

—Hola, madame, ¿me concedería bailar esta pieza? —

—Será un placer.— Contestó suavemente y deslizó su mano entre la de él. Era un tacto cálido a pesar de él usar unos guantes blancos.—

[....]

Después de haber bailado toda la noche, la cual parecía un sueño, todo parecía que fuese a acabar con la campanada de la media noche.

Tambaleándose, y aun bailando, la peliazul no podía dejar de ver hacia el reloj.

Apartados de los demás invitados, bajo la luz de la luna, seguían bailando en el balcón al compás de la musica. Miró el reloj de nuevo, 23:56.

—Tengo que irme ya. — Dijo estremeciéndose.

Él miró de reojo el reloj, y luego enfocó sus ojos en la dama frente a él.

—Aun es temprano. — Se sorprendió al ver que los ojos de aquella muchacha estaban a punto de desbordarse en llano.

Ella dirigió con lentitud sus manos al cuello del rubio. Este con suavidad beso sus lágrimas que caían, y en ese mismo instante sintió un escalofrío recorrer su interior.

Se hizo la media noche, sin siquiera saber como lo hizo, sacó la daga de debajo de su vestido. Aquella figura de mariposa apareció, y él lo noto.

—¡Por favor no dejes que suene la campanada de medianoche!— Grito inclinándose ante él.

A pesar de que su cabeza gritaba “¡No lo hagas!” su mano se desbliza, perforando sin compasión alguna la piel de aquel chico, justo en su abdomen.

Con mirada anonadada, miró como aquella muchacha le había apuñalado, y de a poco, la mascara, las orejas y todo aquello iba desapareciendo.

Ella, que tenia el aire de una princesa, llevaba el humo de disparos en los ojos. Su fachada no fue rival para aquel fuego, y sintió como atravieso dolorosamente el hielo.

Ella rompió su vestido, y pisoteo aquella tiara de oro, en un disgusto de sus manos y pies por lo que le había hecho a él, a Adrien.

La sangre manchó aquel fino traje de seda negra, y él muchacho tosió, algunos hilos de sangre corrieron por su boca. Ahora ambos se encontraban unidos por aquel duro filo del cuchillo.

Con una débil sonrisa, él trató de detener las lágrimas de la chica, que parecían no tener fin, y con dulzura, besó su frente.

¡Cuantas ganas tenia de detener el tiempo en ese mismo instante! Estaba completamente atada a él, y no podía hacer mas que rezar para que aquel muchacho, el mismo que le había roto el corazón, el mismo que siempre había amado, sobreviviera.

“¡Dios, si tienes piedad, permiten quedarme aquí! ” rogó el chico en pensamiento antes de derrumbarse en el suelo. La ojiazul, llorando, no hacia mas que pedir disculpas y rogar su perdón.

Con dificultad, el rubio estiró su mano, pero logró coger lo que quería, aquél collar que colgaba del cuello de ella, se lo arrancó y lo tiró contra el suelo, rompiéndolo en mil fragmentos. De el collar salió una mariposa negra, la cual se desintegró.

La chica no podía entender nada, ¿como había descubierto donde se hayada el akuma? ¿y porque se había destruido de aquella manera?, eso no importaba ahora, lo único que importaba era aquél muchacho que se le moría en los brazos.

—Vete... Yo estaré.... Bien... Pero tú debes irte... —

—¡No! ¡No te dejaré aquí sólo! ¡Si tú mueres...!, si tú mueres yo... —

—No voy a morir... Pero si te atrapan... No quiero ni imaginarme lo que sucederá. —

—Adrien...— Ella juntó su frente con la de él. Adrien sujetó el rostro de la chica entre sus manos, y unió sus labios.

Aquel sabor, era tal cual como ella se lo había imaginado, a mandarina, pero aquel delicioso sabor se hayada combinado con la sangre.

Una ultima mirada seguida de un “te quierofue lo ultimo que hizo la muchacha antes de saltar por el balcón y perderse en la oscuridad.

Cendrillon [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora