II

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<Antes de conocerla yo solo gritaba a un vació que no llevaba a nada, diciendo lo débil que era. Ahora mismo, sigo siendo débil pero por lo menos ya no lo grito, dado que ahora es ella mi debilidad. Hago parecer que soy el mas fuerte, el rudo de la calle 29 que todos ven pasar sin ver a los costados, pero en cuanto la veo me vuelvo nada, un subnormal que camina por inercia, sin consciencia de si mismo, sin un norte, sin la señal del vapor a distancias de allí, sin ni siquiera saber porque lo está. Difícil detallarlo, porque a decir verdad, ni yo lo entiendo>

Camine por varias horas; exhausto, descanse a las orillas de una carretera bastante solitaria y de inmediato levante la mirada al frente... espeluznante! ¿Como carajos? El sol jamas te abandona en esta ciudad! Aunque no me quejo, me gustan los días grises, pero no era el día ni el momento. El caso es: Estas melancólico, quieres asolearte y reírte de algo y de repente, el día se hace noche y en tiempos de sequía, comienza a llover. ¡¿Que hace falta?! Pongan "Paralize" de fondo con altavoces al cien y que se caiga una estrella fugaz a la mitad de pedir mi deseo. Al predecir mi cortometraje en medio de esta escena mental, decidí coger un taxi hasta mi casa y dormir lo que mas pudiera, dormir te hace perder los peores momentos, los mejores siempre están en tus sueños.

Desperté y debía recoger mis trapos sucios e irme a la escuela. Si, lo se, la iba a ver, ¿con un peinado distinto? nose pero de todas formas estaría hermosa y sonriente. Al llegar a la entrada, me di cuenta de curiosidades que jamas imagine. Comencé a peinarme, planchaba mi uniforme, limpiaba mis zapatos, usaba perfume y lo mas inaudito: llegaba temprano a clase. todo esto, después de conocerla.

Me daban pánico los cambios, bastaba con saber que cada año tenía un número distinto y estaría aún más expuesto a crecer,madurar, reproducir, responsabilidades, responsabilidades, etc. No obstante las ironías de la vida hicieron que ella fuese la cambiante, la que se adaptó a mi; de mis palabras sin gracia, ella se reía. De mis letras aburridas, ella se sorprendía, de lo que yo llamé amistad, ella lo llamó aventura, de lo que yo ocultaba, ella siempre lo hallaba, de lo que nunca pasó, ella hizo que pasara.
Ella sigue siendo la pareja ideal de otra persona y yo un chico del común que sólo sabe hacer lo que no debe, amarla.

Una mesa para tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora