-Tenía dos opciones, venir aquí o estar exento de sangre fresca-responde Eros con un guiño-. Y ya sabes como es mi relación con la sangre.
Suelto una risita que se ve interrumpida por la tos del director.
-Tomad asiento, por favor -nos invita.
Me separo de Eros haciendo un mohín y vuelvo a sentarme en mi sitio al lado del director. Me doy cuenta de que Eros toma asiento en una mesa bastante lejana a la mía. Pasa por mi cabeza el pensamiento de que esta separación la han hecho a propósito, ya que Eros es, seguramente, la única persona a la que puedo considerar amiga en este lugar hostil.
Tras pensarlo mejor llego a la conclusión de que seguramente lleva sentándose allí durante mucho tiempo antes de que decidieran que debía "hospedarme" aquí.
En cuanto la cena termina se nos permite abandonar la estancia y discurrir libremente. Tengo la intención de ir a mi habitación e intentar descansar un rato pero me veo interceptada por Osbald.
-Señorita Treadhire, me gustaría hablar con usted.
Asiento levemente.
Coloca una mano en mi omóplato y me dirige a una sala que se encuentra a la derecha del comedor.
En ella hay varios sofás con aspecto de tener varios siglos de antigüedad. Se mueve con elegancia y gallardía hasta uno de ellos. Me indica que me siente en el que se encuentra en frente.
-¿Qué deseaba director? -pregunto intentando sonar gentil.
-Preferiría que nos tuteáramos, sino te parece descortés Olivia. -La hipocresía de sus palabras es palpable, e incluso si me esforzaba podría hasta saborearla.
-Por supuesto, Osbald.
-Para poder llevar acabo este proceso de la forma más eficiente posible me gustaría pedirte que te mantuvieras alejada del señor Bellini.
No estoy al tanto de quien es el portador de ese apellido, no obstante, puedo imaginármelo.
-¿No sólo tengo que permanecer aquí encerrada sino que no puedo acercarme a mis amigos? -inquiero en un tono frío.
-No te comportes como una adolescente colérica, ambos sabemos que ya eres mayorcita.
Nos mantenemos la mirada por un tiempo que me parece eterno hasta que rompo el contacto visual, cansada, agotada, sabiendo que si permanezco cinco minutos más aquí no va a salir nada bueno.
-Bien -digo y me marcho sin decir nada.
***
Una vez tumbada en la cama de mi habitación permanezco con los ojos abiertos y la mirada fija en el techo. El colgante de hueso emite calor al roce con mi piel. Lo toco con la mano y siento como una energía fluye de él.
Pienso en todo lo que me ha pasado durante el día mientras lo mantengo sujeto. La despedida de Shana, abandonar Brooklyn, la entrada a la Academia, mi desvanecimiento, el encuentro con aquel niño de ojos verdes, Noah; la bienvenida del director, volver a ver a Eros después de tanto tiempo. Ha sido un día bastante lleno de emociones y aunque me encuentro adormilada mis ojos son incapaces de cerrarse.
Pasados unos minutos decido que es hora de acostarse, no sé si mañana vendrán a despertarme o no, pero es mejor haber descansado.
Me quito el collar y cuando voy a depositarlo sobre la mesilla me doblo sobre mi misma. El descontrol de mi aura, la tirantez de mi piel, mi sangre convertida en plomo, la opresión en mi pecho han vuelto. Miro al colgante que mantengo en la palma de mi mano desconcertada.
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Eterna
FantasyLos seres humanos siempre han buscado alargar su vida, ser jóvenes eternamente, vivir para siempre. Lo que no saben es que la inmortalidad ha estado más cerca de ellos de lo que nunca podrían haber pensado. Lo que tampoco saben, es que la inmortalid...