Parte 1. Capítulo 10

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Erala y Mikael, en forma humana y lobuna

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Erala y Mikael, en forma humana y lobuna.

Corrí a toda velocidad, sin permitirme ni un solo instante de descanso. Cuando llegué a casa, todos los presentes parecían sorprendidos por mi retorno anticipado. Aunque aún desconocía la razón de su asombro, pronto comprendí que nadie en la manada estaba al tanto de la historia completa que había tenido lugar entre Calisto y Mikael. Sin embargo, yo sí sabía la verdad y estaba repleta de ira. Mi madre me abrazó efusivamente al verme, y aunque su alegría en ese momento era genuina, pronto se vería eclipsada por la tormenta que traía conmigo.

Habían pasado unos diez días desde mi partida, y mi cuerpo estaba exhausto, pero nada comparado con la devastación emocional que sentía. Durante la travesía, no pude evitar escuchar el angustiado aullido de mi Mate, pero me alejé lo suficiente para que el sonido no llegara a mis oídos. Sin embargo, el eco de su dolor seguía retumbando en mi mente. Nunca había enfrentado una decisión tan compleja en mi vida, y ese aullido se había grabado en mi alma como una cicatriz imborrable.

Aún sin haber transcurrido ni siquiera un día desde mi regreso, me enteré de que Calisto se había ido mucho antes de mi llegada, al inicio de su época de apareamiento. Aunque había decidido mantenerlo en secreto, mi madre me había confiado que Calisto parecía feliz durante los días previos a su partida. Pero aún no le había relatado toda la historia a mi madre. El peso de la verdad recaía sobre mis hombros, y no estaba segura de si podía cargar con él por mucho más tiempo, mientras esperaba la llegada de Mikael y Carpo de su partida de caza

Escuché risas en el pasillo, comprendí que el momento había llegado. Reflexioné sobre las posibles consecuencias de lo que estaba a punto de suceder, mi enfrentamiento con Mikael, el mejor amigo de mi hermano y mi antiguo amigo y mentor. Mikael había sido como un hermano mayor para mí desde que tenía edad suficiente para entrenar y convertirme en la loba que soy. Lo había admirado profundamente, por lo que no entendía qué lo había llevado a cometer el acto más vil y cruel que se podía cometer en nuestra sociedad: el abuso de una loba menor de 16 años y, aún más trascendental, el rechazo de su propia luna.

La tensión en la habitación era palpable, y mi rostro expresaba una mezcla de dolor, enojo y desesperación. Mikael estaba abrazando a Tiye, la alfa de los lobos del Nilo, una hermosa loba de piel oliva, ojos verdes como el follaje primaveral y una melena lisa y larga que reflejaba destellos azules como la medianoche. Ante esa imagen, no pude evitar un gruñido de furia, lo que obligó a Carpo a mirar en mi dirección. Su rostro reflejaba sorpresa, aunque no comprendía completamente la razón de mi reacción.

—Elara —me saludó, con un toque de sorpresa en su voz, y comenzó a subir las escaleras. Sin embargo, lo detuve con un gesto de la mano y continué bajando las escaleras hasta situarme frente a Mikael y Tiye, quienes parecían ser el epítome de la felicidad.

—¿Por qué, Mikael? —exhalé, permitiendo que una lágrima solitaria resbalara por mi mejilla—. Yo, Elara de Santos- le corte ante su mirada atonita- alfa solitaria de la manada de las Lunas de Júpiter, te declaro culpable de abuso hacia una loba menor de 16 años y de rechazar a tu propia luna.

El tono de mi voz dejó en claro que no habría lugar para la negociación. Aunque Mikael gruñó en respuesta, su rostro dejó de reflejar alegría, y los presentes en la sala dejaron de sonreír. Sin embargo, Mikael intentó ofrecer una explicación.

—Elara —susurró, con una mezcla de enojo y súplica en su voz—, no conoces toda la historia, por favor, no lo hagas.

—Cállate —espeté, con los ojos centelleando en cólera, y un cambio notorio ocurrió en mi mirada— Te reto, Mikael —anuncié, alzando la voz para que todos en la sala escucharan—. Te reto a un duelo de honor para restaurar el honor eprdido de mi familia.

—Elara —murmuró, abatido, y su gruñido perdió fuerza—, por favor.

—TE RETO —repeti, clara y decidida, para que quedara constancia de mi desafío, mientras la mirada de todos en la sala se volvía hacia nosotros—. Te reto a muerte o a destierro.

El eco de mis palabras reverberó en la sala, y una tensión insoportable llenó el ambiente. La sombra de la inevitable confrontación se cernía sobre todos nosotros, y aún con los sentimientos encontrados que me atormentaban, estaba decidida a buscar justicia. No sabía a qué desafíos me enfrentaría, pero no podía permitir que Mikael quedara impune. Las miradas de expectación y ansiedad seguían posadas sobre nosotros mientras aguardábamos la respuesta de Mikael.

Luz de Elara. Saga lunas de Jupiter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora