Parte 1. Capitulo 7

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En la foto Dacota en forma humana y lobuna

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En la foto Dacota en forma humana y lobuna.

El suelo crujía bajo mis patas delanteras al aterrizar con cuidado. Mis sentidos se agudizaron mientras caminaba de regreso a la cabaña. La conexión con mi loba se sentía más fuerte y, a pesar de los problemas que se avecinaban, me sentía más en paz que antes.

Al acercarme a la cabaña, percibí un inusual silencio en el aire. El viento traía un aura densa de emociones, como si el ambiente estuviera impregnado de sentimientos. Fue entonces cuando noté un movimiento en el rabillo del ojo, y mi loba interior se puso en alerta.

Susurré el nombre en mi mente, y la pequeña loba Calisto se volvió hacia mí, con lágrimas en los ojos. Corrió hacia mis brazos, y la abracé con fuerza, ambas habíamos cambiado a nuestra forma humana antes de este gesto. Sus sollozos eran desgarradores, y me sentí impotente al no saber cómo consolarla.

—Calisto, cálmate y mírame —le pedí suavemente, apartándola un poco de mí. Ella, aún llorando, finalmente me miró, y ahí fue cuando lo vi: una marca de mordisco en su cuello, un claro signo de reclamo. Había sido marcada, y tenía todas las señales de que había sido contra su voluntad.

El enojo que me inundó fue avasallador. Calisto solo tenía quince años, y no había pasado ni un año desde su primera transformación. Era prohibido reclamar a alguien tan joven. Mis palabras salieron llenas de furia.

—Lo mataré —murmuré, furiosa, mientras la abrazaba de nuevo—. Te juro que lo encontraré y lo mataré.

Calisto rompió a llorar nuevamente, y una parte de mí se rompió al ver su sufrimiento. La envolví con una manta y me cubrí con una camiseta de emergencia mientras intentaba comprender la situación.

—Necesito que me digas quién fue, Calisto —le dije con suavidad, aunque mi mandíbula estaba tensa—. No te hará daño, lo juro. Si alguien intenta tocarte, lo mataré.

Calisto pareció asustada, pero finalmente habló.

—Fue Mickael —jadeó, sorprendida por mi reacción. Mickael, uno de los mejores amigos de Carpo y un lobo de gran influencia en la manada. Mencionó que él era su Mate, lo cual me sorprendió. Mickael había sido mi inspiración, un lobo apenas un año mayor que yo, y el futuro alfa de los Crescendo. Apreté los dientes con fuerza, sintiendo una avalancha de emociones.

La pequeña loba continuó, con la voz entrecortada.

—Yo quería estar con él. No me obligó. Él era... era mi Mate —jadeó, y supe que lo que venía iba a ser aún peor—. Pero decidió que necesitaba demostrar que era mejor. Ya había elegido a su pareja, una alfa, no una beta como yo. Además, ella es hermosa, y yo solo soy... —empezó a sollozar de nuevo—. Y yo solo era una imposición. Una inútil. —Terminó, y su llanto se volvió incontrolable.

Mi loba gruñó de rabia en mi interior mientras abrazaba a Calisto con fuerza. Sentí la furia y la desolación de mi hermana, y aunque sabía que con el tiempo se recuperaría, en ese momento solo podía ofrecerle consuelo. Nuestra hermandad estaba forjada en la misma sangre y marcada por el linaje de las Lunas de Júpiter. La fortaleza y la resistencia ante la adversidad estaban impresas en nuestro ser, y no nos rendiríamos fácilmente. Sin embargo, mi determinación de vengar lo que le habían hecho a Calisto era igual de feroz. Las emociones en la habitación se acumulaban como una tormenta creciente, y el ambiente se cargaba con una tensión palpable.

El mundo exterior parecía silencioso, como si la naturaleza misma estuviera en espera, expectante, observando cómo dos hermanas se aferraban a la única certeza que tenían: que el amor y la sangre siempre prevalecerían. En ese momento, nuestra hermandad se fortaleció, y juré en silencio que nadie más se atrevería a lastimar a una de las nuestras sin enfrentar las consecuencias. Las ramificaciones de esta traición recorrerían toda la manada, y no habría paz hasta que la justicia se hiciera sentir.

Luz de Elara. Saga lunas de Jupiter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora