Capítulo 6: Te quiero.

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LEER LA NOTA DEL FINAL, ES IMPORTANTE.

(...)

Los ojos me pesaban, pero un delicioso olor me despertó.

Comida. Oh, el gran amor de mi vida. (#PorqueGorda).

Moví mi cabeza a un costado y al abrir mis ojos vi dos pares de hermosos ojos observándome. Una sábana me cubría, intente levantarme en mis codos pero la sábana se movió de más y lo sentí. ¡Lo sentí! Era una sábana suave. Al moverse me dejo al descubierto mi hombro desnudo. Esta desnuda bajo esas sábanas, no me dolía nada, no había sangre en mi hombro pero eso era lo de menos. ¡Estaba desnuda de la cintura para arriba y habían dos hombres observándome! Nathan tuvo la decencia de bajar la mirada al piso. Pero el peliazul se me quedó mirando, sus ojos me recorrían. Desde mi cara, mis hombros descubiertos, mis pechos y volvían a subir. Instintivamente me tape con las sábanas, no me sonrojé, porque bueno... ¿La serpiente ya había entrado a la cueva? Fácil, no hay porque temer que alguien te vea... Algunas veces.

-¿Podrías... Ver a otro lado?

Una pequeña sonrísa se instaló en los labios del peliazul, sacudió la cabeza mientras negaba y miró a otro lado. Rápidamente busque con la mirada mi sujetador y mi camiseta, pero no las encontré, suspire y me aferre a las sabanas.

-¿Por qué tú cabello es azul? - pregunté mirando al desconocido. - ¿por qué no te lo pintaste de verde? ¿O de morado?

Nathan me fulminó con la mirada como si yo hubiera dicho la mayor atrocidad del mundo y merecía morir, por otro lado el peliazul me miró con una sonrísa y con ojos divertidos.

-Porque con el azul me hace mantener la línea.

Lo mire desconcertada, pero eso no me preocupaba. Me preocupaba no encontrar mi sostén y mi blusa. Nathan me veía con furia y no entendía porque. El peliazul notó que recorría con mi mirada la habitación y sonrío acercándose más. El lugar era pequeño, un sofá hecho con ¿plantas? Una pequeña mesa con dos sillas, una ventana pequeña sin cristales, una puerta improvisada negra, no tengo idea de dónde salió. No tengo idea ni dónde estoy. La única cama era en donde yo estaba, era grande y cómoda pero eso no resolvía el saber dónde estaba.

-Estamos en una cabaña.
Mire al peliazul de cerca, tenía un aspecto enigmático, parecía leer lo que pensaba o tal vez mi expresión me delató.

-¿Y mi sostén?

-Destruido, tal vez colgado en un árbol. Nathan se lo llevó él debe saber.

Mire a Nathan el cual reprimía una sonrisa, me miraba fijamente y su mirada reflejaba lujuria.

Pervertido.

¿Qué le habrá hecho a mi pobre e inocente sostén? ¿Y mi blusa? Era mi favorita, tenía un unicornio rasurándose las chispas de las axilas con una donita a su lado.

-Debes de tener hambre, espera aquí.

Nathan se paró y abrió la puerta improvisada y salió. No sin antes darle una mirada de advertencia al peliazul.

-¿Cómo te llamas?-Algo en mi quizo saber sobre él.

-Alexy. Me puedes decir Alex. Te pareces tanto a ella.-Tenía una mirada de nostalgia al verme- Era tan pequeña, tan frágil cuando ocurrió, ella no debió de pasar por eso, él no lo hubiera querido. Él la amaba. Eran almas gemelas o por lo menos eso dijeron los guar...

-¿Estás bien? No entiendo de qué hablas y sin ofender no me interesa. Tengo que regresar a mi casa, me esperan. Además necesito una blusa y un sujetador.

The Dark Side Of HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora