Capítulo 5: Sombras vs reales.

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Una gran sombra se alzo sobre mí cuando creí que Nathan iba a obligarme a abandonar el lago. Nathan miró detrás de mí y trago en seco, sus perfectas facciones de volvieron se contrajeron por la sorpresa y el horror.

—¿Qué...?

Me volví bruscamente sintiendo cada uno de los vellos de mi nuca erizarse.

—Mille, no... — fue demasiado tarde, yo ya había volteado, y sinceramente deseé no haberlo hecho.

Delante de mí se alzaba la figura de un oso, un gran oso, lo curioso era que ese oso era de un color completamente negro, con ojos que derivaban entre azul brillante, y amarillo, ¿lo inexplicable? El oso no parecía... Estable, parecía más un conjunto de sombras que tomaban la forma de un oso, ¿lo aterrador? Me estaba viendo fijamente.

Quise correr, pero estaba inmóvil. Mis piernas estaban pegadas al piso. La mirada de Nathan viajaba del oso-sombra a mi. Era una gran sombra, me veía fijamente y lo escuche. Sus palabras tan claras que me hicieron ahogar un grito.

«Siglos esperando a tal descendiente»

Tenía miedo, mucho miedo. Me aterraba el hecho de que aquel animal no me miraba de la manera en que un cazador mira a su presa. Tenía una mirada de admiración y por un momento me perdí en sus ojos. Vi tantas cosas, niños, familias, guerras, danzas, naturaleza, vi tanto que no me di cuenta en qué momento caí de rodilla al césped y aquel oso seguido ahí observándome...

—Nathan...

—Mille, no te muevas, puede ser peligroso — yo no lo escuchaba, aún seguía perdida en los hermosos ojos del oso, veía tanto, que hasta sentí que lo estaba viviendo. Eran tres niños; uno rubio, uno castaño y una niña de cabellos color fuego (🔥) los tres estaban en un muelle, tenían sus manos al frente y estaban haciendo... ¿Qué estaban haciendo? Lo único que lograba ver era tres lanchas flotando, luego todo fue oscuridad, no me había dado cuenta de que estaba caminando hacia el oso y ahora la mano de Nathan me sostenía la muñeca.

—No, Mille... — Junte las cejas pero no despegue mi mirada de aquellos ojos azulados.

«Siglos, siglos en espera... Para que al fin llegarás...»

Sus palabras eran como aguijones en mí cabeza, quizá gritar o al menos decirle que parara, pero las palabras parecían estar atrancadas en mi garganta.

—Mille...

Apreté mis labios al oír el tono de advertencia de Nathan, ¿acaso él no oía lo que el oso decía? Un momento... ¿El Oso había hablado? Definitivamente tenía que rogarle a mi madre de que me llevara a un psicólogo, me estaba volviendo loca. El animal seguía mirándome, parecía estar cautivado por mis ojos tanto como yo lo estába por los suyos.

Con un movimiento rápido deshice el agarre de Nathan y camine unos metros más cerca del oso. Cuando por fin pude tenerlo cara a cara escuche como más ramas se rompían, a Nathan maldecir, y ¿gruñidos? No estaba segura, en lo único que estaba consciente era en los grandes ojos azulinos que me miraban con total atención, como si fuera una estrella de cine.

«Ellos no saben, no deben enterarse...»

En ese preciso momento el gigantesco oso fue derribado por algo aún más grande, y Nathan me apartó de un empujón haciendo que cayera a la laguna.

Caí. Pero ni siquiera sentí el impacto, no me dolió. Seguía aturdida por aquellas palabras que retumbaban en mi cabeza. Cuando salí a la superficie. Nathan estaba enfrente de mi, me inspeccionaba. No había lujuria en su mirada, tenía esa mirada protectora.

—¿Mille? ¡Reacciona, por favor!
Supongo que escuchar su voz un tanto lejana me hizo verlo fijamente. Sus manos acuñaron mi rostro y limpiaron ¿lágrimas? Estaba llorando. Aquel oso estaba ahí, había más animales, no sabía de dónde salieron tantos. Gruñían y balbucean palabras que me erizaban la piel. A lado del oso había un tigre, con el pelaje tan sedoso que me recordaba a un peluche, a este le seguía un lobo gris y negro era hermoso, pero me traía recuerdos de algo... Yo lo había visto... Mucho antes. No ahora... ¡Por todos los Planetas! Era él. Siempre había sido él, abrí los ojos de la sorpresa. Habían más animales, gruñían. Balbuceaban. Aullaban. No entendía cómo pero algo pasó, los animales que estaban al otro lado de los árboles hicieron aparecieron y se tiraron encima de aquellos tres magníficos animalitos. Aquellos tres animales parecían desorientados de algún modo, miraban hacia arriba en busca o espera de algo, como si estuvieran buscando a alguien... Tal vez así es.

Escuchaba siseos...

'No es ella'

'Es mujer, debe ser un error'

'Sus ojos'

'El cabello'

'Tiene su esencia'

'Yo la vi todo el tiempo'

'¡No es!'

'¡Miradla un segundo'

'No miraría a aquel atrocidad'

'El cambio ya comenzó'

'Llego la hora'

'No es ella'

'Los Salieruss se enteraran'

'Jamás'.

No pude escuchar más, Nathan lo escuchaba también pero prefiero tapar mis oídos y susurrarme otras palabras antes de que todo aquello me volviera loca.

—¡BASTA YA! — Un joven de cabellos negros y azulados salió de entre las hojas de los árboles, parecía desprender un brillo irreal. Era hermoso y aterrador, sus ojos parecían desprender llamas, sus pies apenas y tocaban el piso. Su atuendo era algo inusual para lo joven que se ve.
Aquellas bestias hechas de sombras y reales pararon; aquel oso-sombra me dedico una mirada y con eso sus palabras se adentraron a mi mente «Conocerte fue un gran honor. No encontraremos muy pronto, My R»

Y con eso se esfumó junto con sus otros dos colegas. Los animales huyeron, corrieron llenos de terror. Colas abajo, cabeza gacha al pasar a lado de aquel joven de cabellos negros y azules.

—Nathan, tanto tiempo de verte. ¿Sigues con las gallinas y los puercos? — Una sonrisa aprecio en aquel rostro, no lo decía con maliciosa era como si fuera un chiste privado, algo personal.

Nathan se relajó, sus brazos perdieron la tensión y me dejó ir. Corrí a mis prendas, mis manos temblaban, me puse mis jeans rápidamente y mi blusa como pude. Sabía que mis prendas interiores estaban húmedas pero tenía frío. Un frío que calaba los huesos. Una mano cálida se posicionó en mi hombro. Automáticamente me tense aquella mano me dio un calor inmediato. Un susurro despejo mis pensamientos.

—¿Rosie? — Su voz era tan mágica, gruesa y llena de sentimiento. Me volteé y vi su mirada, sus ojos ya no eran llamas eran de un gris tan claro que parecían plata, su cabello antes al reflejo de la luz parecía negro azulado, ahora se veía de un azul profundo, lacio y un tanto largo. Sus ojos reflejaban admiración y una sonrisa brillaba en aquel rostro. Esa sonrisa...

Flashback

Corría, era lenta a comparación de las otras tres pequeñas cabezas: rubia, castaña y... Azul. Reían y al llegar a la cima voltearon con sonrisas adornaban el rostro de aquellos querubines. Gritaron al mismo tiempo un nombre: 'Rose'
Y se sentaron en el césped dejando un lugar el cual ocupe. Me sonreían, el castaño me susurró con su voz tan inocente la cual era obvia para un niño tan pequeño como él. El rubio veía el río con admiración y apuntaba a las ranas que croaban y les ponía nombres. El peliazul reía cada que escuchaba los nombres ridículos y metía los dedos en el río.

—Si cierras los ojos escucharas como la brisa canta tu nombre, My R...

Fin de flashback

La visión se me hizo borrosa, el respirar se me dificultaba, algo húmedo cubría el hombro derecho de mi blusa, pasé mi mano y al regresarla vi sangre, tan roja y fresca que asustaba. Mis piernas fallaron, mis rodillas se hicieron gelatinas y me sentí caer más no tocar en piso.
Me desmayé o eso creo...

The Dark Side Of HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora