Y una última vez aquí.
Caminando como era de costumbre a las cinco menos dos minutos de la madrugada por las calladas y apacibles calles de San Francisco, me preguntaba el sentido de mi vida, el sentido de mi existencia, ¿realmente valía la pena quedarme y ver como sufría sin poder hacer algo al respecto?, No creía esa situación posible.
Simplemente, no veía la capacidad en mi misma de aguantar tanto, tampoco es que quisiera seguir intentando aguantar el dolor.¿Quién en su sano juicio, le gustaría soportar un dolor que lo ha perseguido durante casi toda su vida?, sencillamente, nadie tiene los estribos y la poca lógica de querer que algo que lo ha estado atormentado, lo siga haciendo.
Eran ahora las cinco menos veinte minutos cuando comencé a pensar si realmente importaba mi vida en este mundo, si realmente importaba si desaparecia o no, si realmente valía la pena quedarme a sufrir.
Meditaba con perspicacia, debía tomar una decisión, definitivamente no quería seguir sufriendo y tampoco quería quedarme a ver como y cuanto sufría.A lo lejos divisé un puente, se veía algo antiguo y olvidado, me pregunté dónde estaba en ese entonces, ¿había caminado ya, mucho tiempo como para haber llegado a este lugar tan poco visitado?
Seguí el paso insegura, con mi pulso un poco acelerado, pero a la misma vez me encontraba en una calma regular, sabía que no había nada aquí que me pudiera hacer daño, a menos claro esta, de que el daño me lo hicera yo misma. Cuando llegué al dicho puente, el otro lado se veía ya demasiado oscuro, incluso cuando ya estaba comenzando a amanecer, me dio curiosidad pero sin embargo, decidí no continuar y quedarme en el lado en el que me encontraba.Caminé hacia la orilla del puente, hacia las barras que evitaban la caída, cuidadosamente miré hacia abajo y me sorprendí al no ver fondo, era como un pozo sin fin, no podía ver que tan alto era, o que tan profundo podía llegar a ser, se veía oscuro y se sentía como el frío se incorporaba en mis entrañas, sentía una presión y un ambiente tenso, irregular, todo eso me llevó a pensar que posiblemente aquí pudieron haber llegado personas y simplemente... "haber caído". Por no decir la palabra vulgar, y algo mal sonante "se suicidaron" me acerqué un poco mas al llamado precipicio, a una baranda rota, si daba un paso en falso podía caer al lugar sin retorno.
Retrocedi unos pasos y detenidamente, me imaginé cayendo, me imaginé a mi, sin pesos en mi memoria, me imaginé siendo libre, sin ataduras, sin problemas con que lidiar, me imaginé cerrando mis ojos con una sonrisa esperando el golpe, esperando mi muerte, esperando el tiempo en que por casi primera vez, pudiera ser feliz de nuevo, me veía distinta, otra yo, diferente, con más agallas, con fuerza, me veía desde el más allá, siendo invencible.
Sonreí pesadamente y poco a poco acortaba la distancia entre la vida y la muerte, acortaba la distancia entre poder escapar y caer, acortaba el tiempo de indecisión y aumentaba el ya decidido paso hacia la venidera muerte, hacia la caída, hacia el lugar sin retorno, sin regreso, sin vuelta atrás, sin decisiones que volver a tomar, por que para ese entonces ya no sería algo palpable, algo vivo.
Habia decidido caer al vacío e ir al lugar sin fondo, me sentía libre cada que daba un paso hacia el final de mi vida y de mis problemas.
Di el último paso y caí. Cerré los ojos con fuerza, solté una lagrima, al fin me sentía libre, sin cadenas o camisas de fuerza que pudieran atarme al sufrimiento, libre.
Me sentía como un pájaro que había aprendido a volar por primera vez, se siente como si te quitaras un peso de encima, claro, si estas acabando con tu vida.
Esperé a que la muerte viniera por mi, el golpe fue rápido, inconciente caí al lugar desconocido y luego todo se convirtió negro, me había ido para siempre y sin duda ya no había marcha atrás.Había decidido acabar con mi vida, aquel dia, a las cinco menos cuarenta y seis minutos de la madrugada.
Y por primera vez me sentí feliz.