¿Por qué me gusta tanto ese élfo engreido?

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Me despierto bruscamente al escuchar el tintineo de las campanas. Todas las tardes las hacen sonar para indicar la hora de la comida.
Suelto un suspiro, y tranquilizo mi corazón, intentando oír el viento y los pájaros cercanos. Me he espantado.
Llevo un par de semanas aquí, desde que llegué no he ido a la comida, siempre como alguna fruta o lo que encuentre. Al principio se preocupaban, ahora todos saben que soy anti-social, y me dejan mi espacio. Excepto un elfo.
He observado que Legolas es famoso entre las elfas, y que se divierte al molestarme. La semana pasada hubo un concurso de tiro de arco. Quedé en segundo lugar...Legolas ganó el primero.
-¿No comerás?-pregunta una voz desde la base del árbol que... no es necesario voltear para saber.
-No tengo hambre.-contesto desde lo alto de la rama. Legolas me sonríe.
-¿Por qué no bajas?-me pregunta.- Conversemos un poco.
Pongo los ojos en blanco.
-No quiero convivir con un elfo como tú...-le explico. Legolas suelta una risa.


Cierro los ojos, para darle entender que la charla se ha acabado. Sin embargo, a los pocos minutos, escucho una respiración cerca.

Abro los ojos rápidamente para encontrarme con el elfo, sentado en la misma rama que yo.
Frunzo el ceño.
¿Cómo lo hace? Tendré que estar más atenta la próxima vez.
-Mi padre me ha explicado que odias a los elfos...-me dice. Resoplo... ¿Tengo que darle explicaciones?
-¿Ah sí?-pregunto fingiendo interés.- ¿Qué más ha dicho tu padre sobre mí?
Legolas me sonríe.
-Que tu padre, Elrond, jefe de los elfo en Rivendel, te ha desterrado...-dice sin delicadeza. Aprieto los labios con algo de rencor.
-Pues creo que tu padre ha dicho muchas cosas....
-No las suficientes.-aclara el elfo.- aún siento curiosidad por ti...
Abro la boca sorprendida ¿Curiosidad por mí?
-Lamento decirte que lo que tu padre te dijo, será lo único que sabrás de mi...-le respondo. Y por más que le contesto seco, sigue sonriendo.
-¿Por qué odias a nuestra raza?-pregunta. ¿Realmente le debo contar?
-Se me hace una raza exagerada con su belleza exterior, y falsos con sus sentimientos, e ideas... .-le digo sin más.
-¿Por eso nos odias?-pregunta como si hubiera esperado más. Yo lo miro confusa. ¿Qué se le hace tan raro? Asiento con la cabeza.- Pero.. si te estás describiendo a ti misma.
¿Qué? Este elfo quiere hacerme enojar... Mi boca se abre sorprendida.
-¿Qué estas queriendo decirme? Elfo...-le pregunto ofendida. Legolas se ríe.
-Eres mitad elfo, tu belleza es impresionante, y aún más cuando tienes ese toque rebelde en ti...-explica Legolas, haciendo que me sonroje un poco.- Pero también eres falsa, y me refiero a que no estás siendo sincera con tus sentimientos, ni tus ideas...
Iba a responder algo, pero nada salió de mi boca.
>>Es cierto que algunos elfos creen que nuestra raza es superior, pero no todos...Yo creo que deberías pensarlo, y después platicarlo con tu padre, después de todo son familia...
-¡Mi padre dice que los hombres son débiles! No debería referirse así a ellos...-digo en algún modo de excusa. Legolas suspira.
-El rey Elrond ha vivido muchos más años que tu, si él los llama así, es porque tuvo alguna experiencia con ellos...¿Lo pensaste?...
Las palabras de Legolas retumban en mi cabeza... Mi padre debió tener alguna razón para llamarlos así...
-Yo...-no sabía que decir. ¿En verdad estaba enojada con los elfos por ser perfectos? O simplemente por ser la única imperfecta de toda la raza élfica.
-Ven...-me dice Legolas, mientras baja del árbol de un salto. Yo suspiro y salto también.
-¿A dónde vamos?-pregunto. Legolas me sonríe.
-Te enseñaré el Bosque Negro...-dice con orgullo.
Y así es como comienza nuestra amistad.

3 años después.
-¡Legolas!- grito desde lo alto de un árbol mientras corro. Una araña gigante, se acercaba con agilidad. Tomo impulso, y salto hacia otro árbol, cayendo perfectamente. No puedo detenerme a celebrar, ya que la araña salta también.
>>¡Legolas! ¿Dónde te has metido? ¡Se me han caído mis armas!-grito hacia la nada. Al no prestar atención sobre donde piso, resbalo de la rama y caigo del árbol hacia una telaraña. "Genial, Legolas, si salgo viva morirás." La araña baja colgada de una telaraña, mientras puedo sentir como se burla de mí. Antes de que pudiera acercarse, es atravesada por dos flechas que le dan justo en el abdomen, haciendo que muera. Me muevo desesperada, odio sentirme impotente. Logro ver a Legolas con una sonrisa, mientras se acerca para sacarme de la enorme trampa blanca.Legolas me toma de la cintura y me baja al piso. Logro verlo reír, así que le doy un leve golpe en el hombro, haciendo que se ría más.
-¡No es gracioso!-le exclamo, mientras despeino el chongo para poder quitar la telaraña de mi cabello.
-Desde mi punto de vista si lo es.-dice burlón. Suelto un bufido y camino enojada hacia no sé donde, para alejarme de él.
-¡Hey! No te enojes... ¿De quién fue la culpa de que se le cayeran las armas?-pregunta. Yo volteo sorprendida.
-"Aleissa, vamos al bosque negro, solo es un paseo, prometo salvarte de las arañas y los monstruos que se acerquen"-digo imitando la voz de Legolas hace unas horas.- ¿Dónde estabas cuando me perseguía la enorme araña?
Legolas ríe más. Debo admitir que me encanta su risa.
-Ya... lo siento.-dice mientras pasa un brazo alrededor de mis hombros. Pongo los ojos en blanco, le encanta coquetear. Comenzamos a caminar de regreso al palacio. Al acercarnos, los guardias hacen una reverencia. ¿Cómo no? Legolas es el príncipe...
Estos tres años he convivido demasiado con los elfos, y no todos son tan malos como parecen. Aprendí que así como hay elfos buenos, hay elfos malos, aunque aún así, no son del todo mi agrado.
Por otra parte, el elfo que me tiene bajo su brazo es mi socio, si se podría decir. Legolas es muy guapo, y es famoso entre las chicas. Todas ellas me odian... El que pase más tiempo con Legolas, que todas ellas juntas, las hace enfadar. ¡No es mi culpa!
En fin, ah.. también he querido hablar con mi padre... pero el se negó, creyendo que querría reclamar. Así que no lo he visto durante 3 largos años.
-¡Hey chicos!-Tauriel se acerca hacia nosotros.- El rey los espera, no le avisaron de nuevo a dónde iban y...¿Evana, qué te pasó?
Tauriel era una elfa Silvana de cabello largo, de color castaño rojizo, sus ojos son de color verde claro, y siempre lleva sus armas con ella.Sobre mi aspecto... ah... ¿Cómo lo describo? Ya no tenía telarañas en mi cabello, pero toda mi ropa sí.Legolas no lo puede evitar y suelta una carcajada. Yo pongo los ojos en blanco.
-Te cuento después...vamos a ver a tu padre.-digo jalando de la manga a Legolas.
Thandruil caminaba de un lado a otro, con esa expresión seria que tiene. Antes era amable conmigo, pero cuando se dio cuenta de que la amistad entre Legolas y mía iba creciendo, dejé de agradarle un poco.
-¿Padre?-Habló Legolas en élfico. Thandruil dejó de caminar para darnos una mirada desaprobadora a los dos. Iba a decir algo pero su mirada se posó en mí, y en mi atuendo.
-¿Habéis estado en el bosque?-preguntó con seriedad el rey.
-Padre...-legolas fue interrumpido.
-¡Legolas! Debes tener más cuidado de a dónde llevas a la jovencita... ¡Mírala! Llena de telaraña...¿Qué pensaría su padre si viera esta escena? ¡Seguro que no volvería a hablarme nunca!-Regañó el rey. Giré mi cabeza para ver a Legolas, tenía la cabeza un poco inclinada hacia abajo, recibiendo su castigo... siempre por mi culpa.
-Señor...-interrumpo al rey, que inmediatamente pone su mirada en mí.- Fue mi culpa realmente, yo le pedí a Legolas que me acompañara, y a la mitad del camino se me cayeron las armas. Yo creo que si no hubiera sido por Legolas, habría muerto...-comento echándome toda la culpa a mí.
El rey me mira detenidamente. Sé que no duda lo que le dije, ya que yo suelo actuar así. De modo que asiente con la cabeza.
-Entonces el castigo será para usted...-dice. Yo suspiro.- Retírense, y la próxima vez que salgan, avisen a donde van.
Tomo a Legolas del brazo para jalarlo y salir de ahí. Una vez fuera suelto una risita.
-¿De qué te ríes?-pregunta Legolas. Yo lo miro risueña mientras lo abrazo más fuerte del brazo.
-¿Tantas veces te has metido en problemas?-pregunto divertida. El sonríe.- ¡Me debes una por salvarte de este castigo!
-¡Claro!-me dice y luego sonríe coqueto.- ¿Quieres que te bese ahora?
Inmediatamente suelto a Legolas del brazo y lo empujo. Detesto cuando hace esas bromas porque me sonrojo. Camino rápidamente para mantenerlo lejos, pero solo dura unos segundos antes de que vuelva a estar a mi lado pidiéndome disculpas.
-¡Enserio! Es broma, Aleissa...-me dice. ¡Que hermoso suena mi nombre en su boca! Legolas me toma de la muñeca y me detiene.- ¿Aleissa?
-¿Qué?-pregunto mientras me cruzo de brazos. El me sonríe como niño elfo inocente.
-¿Me perdonas?-me pregunta. Yo lo miro detenidamente, no puedo evitar sonreír.
-Tendrás que invitarme al baile especial, dentro de dos días...-le digo. Legolas sonríe abiertamente.
-Trato echo.-me dice estirándome la mano. Yo la tomo, pero el me acera de un jalón y me sostiene entre sus brazos.
-¿Qué haces?-pregunto. El sonríe.
-Yo ya tenía planeado invitarte...-me susurra.
-¡Tramposo! Entonces otra cosa...-exijo mientras me alejo, el ríe.
-Una promesa es una promesa... nos vemos en el baile...-dice Legolas mientras se aleja, y me manda un beso en el aire.
Suelto un suspiro. ¿Por qué me gusta tanto ese elfo engreído?

Como una estrella inalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora