Porque a pesar del peligro me encantan tus besos... porque la adrenalina que cubre mi alma me deja con ganas de ti.... porque por años me pediste que accediera a las fuertes peticiones que hacía mi cuerpo.... porque por años me peso la importancia de los apellidos... porque no me frenaban las ganas si no la cordura.... hasta que un día me hiciste perderla... hasta que un día te mire a los ojos... hasta que un día desnudaste tu alma... hasta que decidí que era el momento .... hasta que me convenciste que no había peligro... hasta que me di cuenta que lo deseaba.... hasta que me hiciste caer en tus garras.
Lo preocupante no fue entonces los peligros a los que ambos nos ateníamos, el único peligro que yo reconocí fue el placer, la alegría, la inevitable sensación de pedir más, las irremediables ganas de volver a experimentar....