Londres, una familia de cuatro damas, integrada por la abuela Joahnna, la tía Fredderina, la madre Brianna y la joven hija, Rogerina. Todas ellas se verán amenazadas por el amor de cuatro hombres, ¿Quién de ellas se podrá casar nuevamente?
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"Yo me opongo"
Freddie y los chicos se quedaron en completo silencio, esperando a que alguno de los cuatro corriera a abrir la puerta. Sammy se desesperó y comenzó a llorar, lo que hacía imposible que ellos se escondieran.
-¿Quién se atreve a abrir? — Susurro Roger
-Yo no quiero ir a la cárcel — lamento Brian
-Chicos, antes de abrir pregunten quién es — dijo Freddie, antes de que John caminará para abrir
-¿Quién es? — pregunto John, justo frente a la puerta y con Sammy en brazos
-El pan — gritaron del otro lado de la puerta
Todos suspiraron aliviados, pensaron lo peor en ese momento y casi morían de nervios. Todos se acercaron a escoger su pan y próximamente se sentarían a cenar.
-Abuela — dijo Rogerina al bajar las escaleras con sus libros en manos - ¿Has visto a mi tía Fredderina?
-No, no la he visto — respondió la abuela sin despegar los ojos de su periódico
-No la he visto desde que llegue del colegio y no quiero preguntarle a mi madre — dijo ella al rodear los ojos
-Tú madre no tiene la culpa de nada, ¿Entiendes? — Joahnna se puso de pie y miro a su nieta — Fue Brian quien se aprovechó de ella y la abandono. Te puedo jurar que a tu madre no le importó eso, porque siempre serás lo mejor que le ha pasado
Rogerina miro a su abuela bastante sorprendida, bajo la mirada y se fue directo a la cocina, sin decir alguna otra palabra más. Mientras Joahnna también se preguntaba dónde podría estar su hija, desde la tarde que no la miraba y eso estaba preocupando demasiado a la abuela.
-Mamá, es hora de la cena y no he visto a mi hermana — dijo Brianna también
-Exactamente me estaba preguntando por ella — la abuela Joahnna se puso de pie — ¿Dónde podrá estar?
Freddie abrió la puerta de su habitación y se adentró a ella con varias charolas de platos. Fredderina estaba sentada en la cama y muerta de enojo, miraba a Freddie con cierto odio y lo maldecía por dentro.
-Mi terroncito de miel — canto Freddie — Te traje la cena, esta vez la preparó Roger
-No quiero comer — ella se negó — Déjame ir
-No, no, no. Te he dicho que si no te casas conmigo, no hay libertad — Freddie se encogió de hombros
-¡Ayuda! — comenzó a gritar Fredderina, al ver la puerta abierta — ¡John ayúdame! ¡Te prometo que mi madre se casa contigo si me ayudas a escapar! — gritó aún más fuerte ella
-¡No te van a ayudar! — río Freddie
En ese momento John entró corriendo a la habitación y tomó a Fredderina de la mano, estaba muerto en ansias.
