Respiro

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-¡SHOT! ¡SHOT! ¡SHOT!

Santiago reía sin parar mientras bebía vaso tras vaso de tequila, animado por el coro que le hacía compañía. Globos de colores, serpentinas y alcohol volaban por todos lados. Santiago estaba rodeado de chicos y chicas que le incitaban a seguir y a seguir bebiendo, y ni hablar de la música que se vivía al 100% de volumen. Él estaba feliz, era un parranda como pocas. Habían chicas, alcohol, chicas...¡Y alcohol!

Eso...no lo cambiaría por nada. 

-¡QUE LA FIESTA SE ACABE CUANDO DEJE DE LLOVER ALCOHOL!- Gritó Santiago mientras abría otra botella y tiraba la vacía al suelo. 

-¡SIIIIIII!- Gritaron en contestación los chicos que formaban parte del círculo de Santiago, abriendo otras botellas que habían hecho aparición. 


¿Dónde habían quedado las 4 muchachas que iban a celebrar su entrada a la Universidad tranquilamente? Nadie sabía. Bueno...en realidad sí, pero estas estaban ocupadas en controlar a las personas que bailaban sin parar, manoteando y gritando, rozando de vez en cuando artículos valiosos de los padres de Anya, haciéndoles pegar terribles sustos.

-¡Te dije que no, Miranda! ¡Que no!- Gritó Anya molesta mientras alejaba a un chico que estaba por vomitar en uno de los jarrones favoritos de su madre.

-¡No creí que fueran tantos! ¡Sólo eran unos cuantos amigos!- Se defendió Miranda.

-Y los amigos de los amigos de tus amigos- Agregó Galia mientras recogía múltiples envases de cervezas. Miranda la fulminó con la mirada.

-Ahora el problema va a ser sacar a todos de aquí- Dijo Loreley barriendo- No queremos que venga la policía, ¿o sí?

-La policía seguro va a venir si tu amiguito ese sigue de escandaloso... ¡Mira cuantos tequilas lleva! ¡Le va a pasar algo!

Loreley al escuchar a Anya volteó de inmediato hacia Santiago. Este reía sin parar con dos chicas que se le encimaban con botellas en la mano.

Santiago no había tardado tanto en llegar a la casa de Anya. Lo primero que hizo al entrar fue saludar a Loreley...y a sus amigas, sin embargo minutos más tarde la casa se llenó repentinamente de jóvenes alocados, cortesía de Miranda. Los muchachos le subieron a la música e hicieron de la tranquila reunión un desastre. Santiago primero se negó a la invitación que le hacían varios chicos a tomar, pero después de tanta insistencia, aceptó tomar "unos cuantos tragos" y a unirse a la fiesta.

Después de eso el alcohol se le subió a la cabeza y ya no había manera de pararlo... porque Santiago era el rey de la botella. De la nada, el joven comenzó a entonar una extraña melodía.

-Loreley, será mejor que le digas a tu amigo que ya es hora de irse...- Dijo Galia un tanto preocupada.

-Iré en seguida- Contestó Loreley nerviosa.

Pero no hizo falta que Loreley calmara a Santiago, pues de la nada, el chico paró de bailar, cantar y beber, hizo una mueca de asco mezclada con dolor y cayó al suelo.

-¡Santiago!- Gritó Loreley mientras corría a auxiliarlo. Detrás de ella fueron sus amigas.

Los jóvenes que bailaban a su alrededor no parecieron percatarse de lo que estaba sucediendo, a excepción de Loreley, Anya, Miranda y Galia.

-¡Oh por Dios! ¡Le está dando una congestión etílica!- Gritó alarmada Anya.

-¡No! ¡Tranquilízate! Debe...debe ser que sólo se excedió- Dijo Miranda tratando de no entrar en pánico- ¿Verdad?

Bajo LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora