Lento

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—Pásame la mermelada.

—Podrías perdirla por favor.

—Ya te la pedí.

—No, lo que quiero decir es que podrías pedir las cosas por favor.

Ah... no.

Tobías le aventó la mermelada a Santiago y se levantó para servirse zumo de naranja. Santiago rió y comenzó a untar su tostada.

—¿Dónde están tus padres?

—Erick no es...

—Bueno, tu madre y Erick —Interrumpió Santiago dándole una gran mordida a la tostada —Es lo mismo.

—Para ti es lo mismo... tú no tienes padres —Se defendió Tobías —Y no lo sé.

—¿Qué hay de Daniel?

De pronto una música terrible comenzó a sonar por toda la casa; era tan mala que hasta los cristales de las ventanas de la cocina cimbraban sin pudor alguno.

—¡VOY A MATARLO!

Santiago supo que su pregunta ya había sido contestada.

Tobías salió como una fiera de la cocina y se enfrentó con Daniel, quien estaba en la sala fumando mientras escuchaba su música favorita.

—¡Apaga esa porquería antes de que te apague el cerebro! —gritó Tobías, pero Daniel lo ignoró —¡Perro infeliz!

—¡Oblígame! —Respondió retador Daniel, mirando a Tobías mientras le sacaba el dedo de en medio.

Nadie supo como, pero de un momento a otro, los dos chicos comenzaron a rodar en el piso entre puñetazos y patadas. Santiago llegó algo tarde para ver el comienzo de la pelea, pero aún así no hizo nada por impedirla.

—¡Dale en la cara, Daniel! ¡Dale en la cara! —gritó entusiasmado Santiago, escupiendo la mermelada que aún no terminaba de degustar.

La pelea continuó durante unos minutos más, y acabó gracias a que Tobías comenzó a gritar.

—¡Me fracturaste la muñeca, imbécil!

—¿Nada más eso?

—¡Maldito indocumentado infértil! —Tobías se levantó y corrió a su habitación a encerrarse, mientras que Daniel apagó la música y se arregló el peinado.

—¿Quieres unas cervezas? —le preguntó a Santiago, quien no terminaba de analizar lo que había pasado.

—Yo... —Santiago se quedó pensativo unos momentos. Tenía dos opciones: ir a ayudar a su mejor amigo y consolarlo porque probablemente no volvería a tocar el chelo o irse con Daniel y disfrutar de unas buenas porciones de alcohol sin medida. Obviamente optó por la más razonable —¡Vamos!

***

Tobías se aventó a la cama y se echó a llorar como nunca. No le importó parecer un marica (bueno, su físico decía que ya parecía uno desde hace tiempo, pero era culpa de la genética), el pobre muchacho estaba muy devastado como para preocuparse por eso.

—¡¿Qué voy a hacer?! —se preguntó mientras veía su mano torcida —¡VOY A MATARLO!

Tobías nunca tuvo un carácter muy bueno que digamos. A veces, llegaba a ser muy impulsivo, y eso le traía consecuencias de vez en cuando en situaciones que aún no se han narrado por aquí.

Nadie podía con Tobías Villancur hecho una furia, ¿qué pasaría ahora?

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2017 ⏰

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