Ananocrusa

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-Nada.

-Tobías, Daniel es muy... extraño, sólo no le hagas caso y ya -Comentó Santiago tratando de hacer sentir mejor a su amigo. Estaba de acuerdo en que quizás Daniel había sido bastante desagradable cuando llegó Tobías, pero antes de eso había mantenido con él una conversación muy amena.

-A veces pienso que mi madre lo quiere más a él... no es que yo la quiera, sino sólo me da esa impresión. Yo soy el primogénito aquí, no él.

Santiago negó con la cabeza y le indicó a Tobías que se sentara en la cama.

-Piensa en que ha convivido más con él en todo este tiempo, pero es tu madre y dudo mucho que lo ponga a él antes que a ti -Dijo Santiago -Deberías hablar más con ella... muchas veces necesitas contarle a alguien como te sientes y que mejor que con una figura materna. Muchas personas darían lo que fuera por estar con sus madres.

-Bueno, lo dices porque la tuya está muerta -Comentó Tobías como si nada, ignorando el dolor que ese comentario había causado en el de lentes.

-Bueno -Habló Santiago -No soy el único que ha perdido a su madre, ¿verdad? Hay quienes también han perdido a su padre en vez de a su madre -Santiago lo miró -Como tú, porque tu padre está muerto.

Tobías gruñó como perro rabioso, pero no dijo nada. Santiago se sintió tan bien regresandosela.

-En fin, no venía por eso.

-¿A qué venías entonces?

-Necesito que me acompañes a la universidad a entregar unos papeles -Tobías se levantó de la cama y caminó hacia la ventana.

-Pero... ¡Pero ya es tarde! Además, te recuerdo que estoy incapacitado -Se quejó Santiago.

-Pero para mí todo está disponible a cualquier hora -Tobías lo miró -Andando.

-¡Me diste vacaciones! ¡Cada palabra salió de tu boca prometiéndome que me ibas a dejar descansar!

-Bueno -Tobías se rascó una mejilla -Las palabras se las lleva el viento.

-Maldito -Dijo Santiago cuando Tobías salió de la habitación.

En pocos minutos se encontraban ya en las escaleras, pero debido a las muletas de Santiago, era un poco difícil realizar la tarea.

-Camina rápido, no quiero que Daniel nos vea- Apresuró Tobías empujándolo. Llevaba un sobre en mano.

-¿Me permites? No es fácil hacerlo con muletas... ayúdame.

-No, ya me lavé las manos- Contestó Tobías mientras bajaba las escaleras corriendo.

Pasada una eternidad, los chicos ya se encontraban en el auto. Tobías manejaba y Santiago iba de copiloto.

-No entiendo porque quieres que vaya- Dijo Santiago mirando por la ventana.

-Bueno, eres mi amigo ¿no?

-¿Ahora sí soy tu amigo? -Preguntó Santiago irónico -Esa ni tú te la crees.

-Ya, no empieces -Tobías aceleró -Además, te conviene venir.

Santiago no respondió. Pronto llegaron a la universidad y caminaron hacia la oficina del director. Cuando la hallaron, Tobías tocó la puerta tres veces.

-Adelante.

Tobías entró y luego detuvo la puerta para que Santiago entrara.

-Joven Villancur, que gusto -Saludó un hombre de mediana edad, estrechándole la mano.

-Lo mismo digo -Respondió Tobías -Él es Santiago, mi... -Dudó en que decir -Bueno, es de quién le hablé.

Santiago miró confundido a los otros dos. ¿Qué había sido eso?

-Joven Arango- El hombre le ofreció la mano también.

-Un placer -Santiago correspondió el gesto.

-Tomen asiento, por favor- Ofreció el director -¿Vienes a dejar los papeles, Tobías?

-Si- Tobías se sentó y le entregó el sobre -Ahí viene todo.

El hombre asintió y abrió el folder para leer su contenido. Después de unos minutos sacó un sello de un cajón y lo plasmó en los papeles.

-Las inscripciones están listas. Bienvenidos a su universidad -Dijo el director sonriente.

Santiago no le tomó importancia al comentario. Según él, seguro el señor se había confundido con que ambos entrarían a estudiar.
Se despidieron todos dándose la mano y salieron de la universidad. Tobías buscó el auto y luego subió nuevamente al asiento del conductor, seguido de Santiago, quien abordó también el mismo asiento del copiloto.

Tobías miraba de vez en cuando a Santiago durante el trayecto, buscando alguna pizca de emoción o algo por el estilo... pero nada. Eso lo molestó.

-Bien, llegamos -Tobías paró el coche.

-Genial.

-Santiago...

-¿Si?

-¿No dirás nada?

-¿Sobre qué? -Preguntó Santiago confundido.

-¡Sobre tu ingreso a la universidad, tarado!

Santiago no comprendió muy bien al principio, pero luego cayó en la cuenta de que el director no se había equivocado al decir que ambos estaban ya inscritos. ¿Pero cómo?

-¿Qué dices? -Preguntó Santiago pálido.

-¡Te inscribí a la universidad! -Gritó Tobías.

-¡¿Cómo lo hiciste?! ¡Yo no hice examen!-Santiago no podía creerlo.

-Yo lo pa... -Tobías se detuvo. Si le decía que había pagado para que entrara seguro que no aceptaría. Y la verdad, Tobías quería que Santiago estudiara algo para que así pudiera salir de la casa tan horrenda de su padre -Bueno, conseguí que te dieran una beca. No preguntes cómo, sólo lo hice, ¿okay?

Santiago no podía creerlo... ¡Iría a la universidad!

Bajo LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora