Eras tú.
Ahora sé que eras tú.
Aunque salieras corriendo, dejando la frase a medias, y no me dejaras verte.
¿Sabes por qué lo sé?
No sé si lo habrás hecho a propósito, o fue un despiste. Pero al final de este... curioso cuaderno, está nuestra frase.
Sí, ya la adjudico como nuestra.
Con la misma caligrafía y esos movimientos cansados.
Eres el olor que se queda después de la lluvia.
Acabaré sabiendo quién eres.
Espero hacerlo...