Capítulo 2

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Ahora era yo la que estaba ansiosa por conocerlos, bueno... sólo a uno.

Mi mamá, como era de esperarse, se nos adelantó en el recibimiento de los vecinos. ¿Qué eso no es considerado grosería? ¿Pararte a presentarte, sin tu familia? Da igual, papá me tomó de la mano y logramos alcanzarla a tiempo para que él pudiera presentarnos a todos, JUNTOS.

Recuerdo cada palabra que dijeron ese día, o al menos lo primero. Recuerden que en ese entonces, yo era una niñita pequeña, no podía retener tanta información sin que me distrajera con algo, o alguien... Y vaya que alguien ya me estaba manteniendo muy distraída sin conocerlo. Punto para la biología y al equipo masculino.

*FLASHBACK*

—Hola, mucho gusto. Por lo visto son nuevos en el vecindario. —comentó mi padre, como si no fuera obvio—. Me presento. Me llamo Richard Anderson, esta hermosa mujer a mi lado es mi esposa Katia y ella— No les voy a mentir, ver a papá señalándome con su mano extendida de verdad me puso muy nerviosa— es mi preciosa hija Evelyn.

—Mucho gusto. Yo llamo Daniel Williams —dijo aquel hombre y nos presentó a su familia— Ella es mi esposa Elizabeth, mi hijo mayor Jacob y esta pequeña en brazos, se llama Clariss. Y sí, somos nuevos aquí, nos pareció un muy buen lugar para criar a los niños.

Intercambiaron más preguntas típicas de presentación, hasta que mi mamá se cansó de cargar el pastel. Me lo confesó.

—Me he tomado el atrevimiento de hornearles este pastel de chocolate. —Interrumpió mi madre y le entregó el pastel a la señora Elizabeth—. Espero que les guste.

—Gracias, no te hubieras molestado. —respondió la señora Elizabeth.

—Por favor, llámame Katia.

—Claro, gracias. Tú puedes llamarme Liz.

—Te agradezco igual. ¿Gustan pasar? —Preguntó mi mamá a los Williams—. Los niños pueden quedarse en el jardín. El lugar es totalmente seguro. Además de que podemos verlos desde la ventana.

Al escuchar eso mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal, eso quería decir que me quedaría con Jacob.

Y ahí estaba yo, con Jacob a solas. Había mucho silencio y era bastante incómodo. Es sorprendente que ya pueda existir tensión a tan corta edad. Agradecí que él lo rompiera.

—Evelyn ¿cierto?

¡Oh por Dios! ¡Se acordó! ¡No lo puedo creer!

Ya Evie, ya. Controla tus nervios y actúa normal, me repetía mi mente una y otra vez.

—Sí, y tú eres Jacob ¿verdad?

—Sí, y mmm... ¿quieres jugar?

Si lo sé... ¿jugar? ¿Que esperaban? Éramos niños chiquitos.

—Claro ¿qué jugamos?

—La traes tú. —dijo Jacob dándome un ligero toque en el brazo y echándose a correr.

Y así jugamos por horas hasta que terminamos rendidos en el sillón de mi casa, claro que sólo éramos dos pequeños niños de seis años.

*FIN DEL FLASHBACK*

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