Una Vez... ¿Ceniciento? [AUTO EDITANDO]

8. "Tragedia"

Alterado, el padre, colgó el teléfono y miró a su hijo mayor.

—¡No te quedes ahí anda a vestirte!- le gritó

—¿Qué carajos te pasa?

—¡Callate y ve a vestirte!- el castaño se levanto y fue a su habitación 

—¿Qué pasa? - pregunto el rubio con extrañeza

—¡Tu también ve a vestirte!

—Dime que ha pasado, ¡Es mi madre, tengo derecho a saberlo!- el mayor trago saliva con dificultad.

—Elisse... Tuvo un accidente de transito... E-esta muy grave en un hospital de Vancouver.

Los ojos del menor se cristalizaron... No podía perder lo único que tenia.

—Pero no te quedes ahí, ¡ve por tu ropa!

El menor obedeció y corrio escaleras arriba intentando no tropezar. Las lagrimas inundaban sus bellos ojos.

Escucho la puerta abrirse y bajo casi corriendo las escaleras.

–Esto parece un funeral, ¿Qué pasa?- Gabriel sonrío irónicamente y recibió por respuesta una mirada asesina por parte de su padre.

–Callate...

El rubio tragó saliva con dificultad al observar la escena frente a sus ojos; Isaac estaba por golpear a su hijo menor.

–Basta...- Zedd bajó por las escaleras antes de que el rubio pudiera decir palabra.

–Vamonos... Nos esperan en el aeropuerto.

Subieron a un deportivo rojo estacionado en la entrada de la casa. Nadie dijo una palabra y una atmósfera incómoda se formó en él interior del auto.

El padre arrancó y condujo lo más rápido que pudo hacia al aeropuerto.
De pronto una patrulla de policía hizo que se detuviera.

–Ah... Isaac... Rebasaste él límite de velocidad.

–No jodas Frank... Tengo una emergencia.- sin pensarlo dos veces arrancó el auto y siguió conduciendo lo más rápido que los nervios le permitían.

Al llegar, el mayor de los cuatro corrió a recepción empujando a todos los que se le atravesaban. Cuando llegó con la recepcionista le mostró una credencial, ella sólo asintió y presionó un botón. El castaño fue a donde dejó a los chicos y los jaló hasta una puerta.

La puerta los llevaba a un jet privado que estaba listo para despegar.

El chico rubio no quitaba la mirada del mayor, nunca lo había visto así de preocupado.

Pero claro, se trataba de la mujer que amaba.

Nadie supo cuanto tiempo pasaron en el avión. Nadie decía nada, se limitaban a intercambiar miradas.

Alexander trataba de asimilar todo lo que había pasado. ¿Como es que había pasado de "la follada de su vida" a "la posible muerte de quien más amaba"?

–Llegamos...- anunció él hermanastro mayor al rubio perdido en el "paisaje".

Subieron nuevamente a un auto esta vez con chofer, las manos de Isaac temblaban y su rostro empalideció.