Capítulo 3: Mujer Gigante

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NA: Es momento de hacer nuestro primer salto en lo que respecta a los capítulos canónicos. Como dije, hay cosas que no han cambiado mucho en esta línea de tiempo, por lo que no veo sentido en mencionarlas. Solo asuman que aquello que no se mencione ya ha sucedido "pero con las Homeworld Gems en lugar de las Crystal Gems".

En esta ocasión, Steven conocerá lo que es la fusión de gemas. Y nosotros, algunas cosas más.

NE: ¡Diantres! Han pasado semanas desde que redacté esta nota al principio del capítulo. Les ofrezco mis más sinceras disculpas por ello, he tenido un mes bastante agitado y particularmente las semanas recientes se han caracterizado por traer un cargamontón de problemas que ni se imaginan. Y que me diera un ataque de depresión en medio de todo eso no me sirvió de ayuda en lo absoluto.

Al menos ahora puedo tomarme un respiro y seguir con esto.

*****

- ¿Listo? Bien, ahora ¡abre los ojos!

Un par de manos azules se apartaron de los ojos de Steven, permitiéndole ver a su alrededor. El paisaje con el que se encontró lo dejó sorprendido.

- ¡Wow!... - respondió con asombro, volteándose hacia su compañera - Es... ¿Es una playa tropical?

- De hecho, es toda una isla. - le respondió Lapis.

- ¿Toda una isla? ¡De lujo! - prosiguió Steven - ¿Y cómo conociste este lugar? - preguntó con un tono más calmado, pero no menos alegre.

- Pues este sitio solía servir de refugio para algunas gemas durante los primeros años de la rebelión, - le explicó la ninfa de agua - pero de ahí decidimos alejarnos de este lugar para evitar que se viera afectado en la guerra. Es realmente un sitio hermoso, y tu madre insistió en que permanecer en él solo ponía en riesgo a éste y a las criaturas que aquí viven.

- Vaya, mi mamá siempre pensaba en todo, ¿no es así?

- Ella siempre hizo lo posible por buscar el bien de la mayoría, gemas y demás seres por igual. - respondió Lapis con un aire nostálgico.

La gema se acercó más hacia el mar, hasta que sus pies pisaron la arena mojada por las olas, las cuales los acariciaron tras unos momentos. Sentándose en su lugar, Lapis pudo sentir el calor del sol del mediodía, y esa sensación reconfortante de su gema expuesta ante la vital luz. La recordaba mucho más intensa hace varios siglos. Una sonrisa apagada se dejó ver debajo de sus ojos azules, ligeramente opacados por los años encima. Las gemas no eran precisamente seres inmortales, y Lapis lo sabía. Quizá le quedasen aún muchos milenios por delante, pero la ninfa de agua comenzaba a sentir que se añejaba junto con el astro rey del cielo. Ella no era precisamente una guerrera, y sin embargo había tenido que pasar por mucho más de lo que cualquier semejante suyo habría sido capaz de soportar. Todo en nombre de su líder, y por el bien del planeta que era actualmente su único hogar.

Pero no siempre fue así.

Alguna vez, ella fue libre. Completa y absolutamente. Una miembro honorable de la facción Sur del mundo natal de las gemas, bajo la sabia dirección de Blue Diamond. La diamante más sabia, la maestra indiscutible en el arte de las palabras y el silencio. De hecho, Lapis era una de las gemas más antiguas, habiendo sido testigo de tantas cosas, como la consolidación de la Autoridad de Diamante y la organización del entonces único Planeta Hogar en cuatro facciones: Norte, a cargo de Pink Diamond; Sur, a cago de Blue Diamond; Este, a cargo de Yellow Diamond; y Oeste, a cargo de White Diamond. También pudo ver a su sociedad crecer rápidamente, bajo la dirección de sus sabias matriarcas, superando los confines de su planeta de origen y los de su propia especie. Una vez fueron descifrados y comprendidos a la perfección los secretos de la luz, así como los de aquella semilla que les otorgaba conciencia a las gemas y la facultad de existir como tales, nuevas clases de gemas fueron desarrolladas. Se establecieron colonias en planetas cercanos, con nuevos minerales a su disposición, los que dieron como resultados nuevos y fascinantes seres como no se habían visto antes. Aquellos fueron años en los que, lentamente, aquella comunidad de gemas se fue convirtiendo en un magnífico y glorioso imperio. Un imperio organizado y gestionado sabiamente por sus cuatro soberanas, donde el arte, la belleza y la fortaleza resplandecían por doquier. Cada planeta ocupado era transformado, para bien, en algo totalmente nuevo, único y hermoso.

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