3. Montmartre

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"Otra buena noticia: la estudiante desaparecida, Marinette Dupain Cheng, ha sido hallada hace pocos minutos a orillas del Sena. La joven, que ha sido encontrada inconsciente y descalza, vestía la misma ropa con la que fue vista por última vez el pasado sábado. Presentaba varias contusiones por todo el cuerpo y signos de hipotermia. Ha sido trasladada al hospital de Necker donde su diagnóstico es reservado. La policía espera continuar con la investigación del caso. No se descarta la posibilidad de secuestro..."

Adrien apagó el televisor, incapaz de seguir escuchando la noticia. Estaba mareado; le temblaban las piernas y las manos.

Se sentó en la cama y hundió la cabeza entre los brazos, en un intento de recuperarse.

—Tranquilo. Respira. Ella está bien. Va a estar bien. No es culpa tuya.

Un zumbido a su derecha llamó su atención. La pantalla de su teléfono móvil se había iluminado. Era un mensaje de Nino.

Han encontrado a Marinette. La han llevado al hospital, parece que se recuperará :)

Adrien alargó la mano y recuperó el móvil. Abrió la conversación y sonrió con pesadez antes de comenzar a escribir la respuesta.

¿Deberíamos ir a verla?

El chico leyó lo que acababa de escribir, pensó en si pulsar o no la opción de enviar. Tras suspirar largo y profundo, borró el mensaje, tiró el móvil sobre la cama y también se dejó caer sobre el colchón.

—Chico, estás hecho mierda —le dijo Plagg, que flotaba a su lado.

—Ya lo sé. No sé qué debería hacer ahora.

—¿Qué es lo que te asusta tanto?

—Todo y nada —admitió—. Me alegra que ella esté viva y haya aparecido, pero no me siento mejor por ello, ni tampoco aliviado. Es como si...

—...como si el hecho de que la hayan encontrado no vaya a solucionar las cosas, porque algo mucho peor está apunto de suceder —terminó el kwami.

—Eso es.

—También tengo ese presentimiento desde hace días —comentó Plagg, pensativo—. Y no creo que tenga que ver con esa compañera tuya.

—Pero yo tengo esa sensación desde su desaparición.

—Coincidencias. Estás así porque desapareció justo después de que la rechazaras, eso es todo. Aunque, tal y como dices, no es culpa tuya. Deja de darle vueltas, Adrien. A ella la han encontrado, se recuperará en breve. Alégrate por eso y preocúpate por lo que ese mal presentimiento pueda significar. Los gatos somos buenos detectando esas cosas antes que nadie. Las catástrofes, en especial.

El chico meditó las palabras de su compañero.

—Puede que tengas razón, Plagg —dijo no del todo convencido.

Se levantó de la cama y luego cogió el móvil, la chaqueta y se calzó las deportivas.

—¡Hey! ¿A dónde vas? —preguntó el otro, al ver que Adrien se preparaba para salir.

—A dar una vuelta. Creo que el aire fresco nos sentará bien.

—¿El aire fresco? —se horrorizó—. ¡Si sales coge un paraguas! Han dicho que va a llover y detesto mojarme.

***

—Esa conducta entra dentro de lo normal. Sus síntomas se deben al estrés postraumático, no se preocupen —informó el doctor al señor y la señora Dupain—. Les sugiero que tengan paciencia con su hija y se dirijan a ella con normalidad. No la presionen ni dejen que la policía la interrogue por el momento. Eventualmente, volverá a ser la de siempre.

Todos los gatos caen de pieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora