4. Princess Monster Truck

36.1K 3.2K 1.5K
                                    


Marinette alzó el rostro y cerró los ojos. Dejó que las reconfortantes y cálidas gotas de agua le acariciaran la piel. Todo el dolor y preocupaciones parecían irse poco a poco, junto con el agua, por el desagüe de la ducha.

Llevaba un buen rato encerrada en el cuarto de baño privado de Adrien. Lo que en un principio había sido una invitación para entrar rápido en calor, se había convertido en todo un ritual. Había perdido la noción del tiempo.

Ladybug había dejado de tener importancia, al igual que Tikki o los miraculous. Incluso Chat Noir podía esperar.

Al igual que una serpiente que muda la piel, se había desprendido de la antigua Marinette dejando paso a otra nueva y mejorada. Hawk Moth se llenaría de orgullo al verla.

Unos toques en la puerta la sacaron de su ensimismamiento.

—¿Marinette? —escuchó la voz de Adrien—. ¿Estás bien? Espero que no te hayas ahogado ahí dentro.

"Adrien..."

La chica cerró el grifo y apartó la puerta de la mampara. Una gran nube de vapor se había concentrado en el cuarto de baño haciéndolo parecer una sauna.

Avanzó en silencio, peligrosa; con la mirada puesta en la puerta cerrada. Al otro lado se encontraba Adrien, el causante de su sufrimiento.

Adrien, aquel que merecía su venganza; aquel al que le arrebataría el corazón.

Una de las manos de la joven comenzó a tornarse de un color violeta oscuro, una tonalidad que se extendía con abrumadora rapidez desde las yemas de los dedos al brazo. Unas temibles uñas a modo de garras emergieron, afiladas como cuchillos.

Abriría esa puerta y en cuestión de segundos acabaría con él. No podría hacer nada para escapar. Sería el final de Adrien Agreste.

—¿Marinette? Voy a abrir un momento, te prometo que no miro.

La puerta se abrió tan solo unos centímetros delante suyo. Lo justo para que cupiera la mano del chico, que arrojó sin previo aviso y sobre ella, un montón de ropa limpia.

Una de las prendas aterrizó sobre la cabeza de la joven y cegó al instante su campo de visión. Acto seguido escuchó la puerta cerrarse.

—Lo siento, no tengo ropa interior de chica —excusó él desde el otro lado, sonando bastante apurado.

Heartless agarró enrabiada la prenda que había caído sobre ella y se la quitó de encima con un gesto brusco. En cuanto se percató de qué se trataba en realidad, el color violáceo que había surgido amenazador en su brazo se esfumó al instante. En su lugar, un intenso rubor se apoderó de sus mejillas. Volvía a ser Marinette.

El corazón le palpitó desbocado.

Entre otras cosas, Adrien le había prestado unos calzoncillos. Parecían nuevos, pero no dejaban de ser una prenda íntima masculina que pertenecía al chico por el que tanto tiempo había suspirado. Porque ya no le gustaba. No, después de todo lo que había sufrido. No, después de convertirse en Heartless. Ya no era posible que sintiera nada por él, ¿verdad?

Minutos después Marinette salía del cuarto de baño, todavía con la cara encendida. Resultaba imposible averiguar si era a causa del vapor o de la vergüenza.

Adrien sonrió al verla aparecer.

—Te sienta bien, estás muy guapa.

—Me queda todo enorme —murmuró, al tiempo que se ajustaba la cintura del chándal.

Adrien le había prestado unos pantalones deportivos cuyo bajo había tenido que doblar varias veces sobre sí mismo para no pisarlo, y una camiseta con la cara enorme de un gato en la que podía leerse: Princess Monster Truck. Lo único que parecía amoldarse a su cuerpo eran los calcetines.

Todos los gatos caen de pieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora